savior

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Ha pasado un mes desde que Mark y Donghyuck se han vuelto amigos. Y no puede decir algo más que no sea que su relación se ha vuelto mucho más cercana. La reacción de sus padres para eso no fue nunca la que Mark esperó, tampoco es demasiado idealizada, simplemente no han dicho mucho al respecto y, mientras siga con sus tutorías y no se desvíe por el mal camino que Haechan sigue, entonces no hay problema. Si es sincero, esperaba que ahora que la nota promedio de Donghyuck había mejorado, el padre de su moreno amigo se lo hiciera saber a su familia, como una especie de informe y liberación de sus tutorías. Pero eso nunca pasa, y no sabe si es obra de Donghyuck o si se da así la situación y ya.

Como quiera que sea, Mark está feliz, y tras pensar en retrospectiva y con objetividad su corta vida, ese probablemente sea el momento en que más contento y libre haya sido.

—¿Qué quieres hacer hoy, Mark? —le pregunta Donghyuck mientras se sienta junto a él en el pasto.

Le habían agarrado una buena manía al patio trasero de su escuela. Y habían encontrado, además, un buen sitio donde daba la sombra de un árbol. Era cómodo y tranquilo.

—No sé. No hay nada interesante que podamos hacer.

—Pero tenemos tarea de Literatura y un ensayo de Religión que me estoy muriendo por redactar.

Si Mark ya no lo conociera pensaría que lo que dice Donghyuck es completamente serio, el tono de su voz no ha cambiado ni una octava y su expresión sigue igual de neutra. Pero Mark sabe que Haechan solo está siendo sarcástico.

No le importan, ese tipo de comentarios ya no le importan. No significan mucho para él y, ahora que lo entiende (y tras largas charlas de Donghyuck sobre eso), Mark no piensa que porque Donghyuck no crea en Dios lo hace un hijo del Diablo. De hecho, Donghyuck tampoco cree en ese tipo de supersticiones, tan solo no cree en nada. Aun así, no le parece un gran pecado lo que hace el moreno. La forma en la que vive. Y sabe que el único motivo por el cual ha vuelto a ir a la iglesia es para complacer a sus padres.

—Me imagino —contesta él.

—¡Miren, chicos, las mariquitas están junto a las flores pasando el rato!

Para Mark ya no son nuevas las burlas. Que un grupo de chicos le griten esas cosas suele ser lo habitual, y aunque su primera reacción a la situación fue decir unas cuantas cosas e incluso, si era necesario, usar los puños, finalmente Donghyuck lo había arrastrado de ahí. Para Haechan ese era su pan de cada día, no importaba lo que estuviera haciendo, o con quien estuviera, Donghyuck recibía insultos de las personas. Fue una sorpresa para Mark cuando no solo estudiantes de su escuela se metían con él, sino los mismos adultos de Claro de Luna lo rechazaban. Habían sido despachados de algunas tiendas cuando se daban cuenta que Donghyuck entraba por la puerta. Mark se las había aprendido de memoria para cuando hiciera planes con Haechan no tener que volver a pasar por lo mismo. Porque sabe que, aunque Donghyuck no diga nada y se mantenga callado, es algo que le afecta. Él mismo se lo había dicho. A veces quienes permanecen en silencio, fingiendo que todo está bien, son quienes más sufren.

«Marica», «mariquita», «afeminado», «hijo del Diablo», «desviado», «maricón», «aberración de la naturaleza», aquellos eran tan solo unos pocos apelativos que usaban para referirse a Donghyuck. Mark está empezando a odiar un poquito a la gente de Claro de Luna. Y él cree que la palabra odio es un poco fuerte, y que ninguna persona merece el odio, siempre creyó en el perdón de Dios… Pero en estos momentos se preguntaba por qué había tanta gente de poca capacidad mental.

temptation ー MarkhyuckWhere stories live. Discover now