5. Segundo intento

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Bradley conoce el significado de todas las palabras existentes en su idioma, incluso las menos utilizadas. Y desde luego, sabe acerca de las disculpas; son una forma de expresar arrepentimiento y arreglar el conflicto, sin embargo, no ha sido factible en su vida. Alguna vez lo utilizó con el fin de desvanecer los problemas de su hogar y terminaba llorando. Un sabio consejo de su padre le ayudó a entender que el perdón no funciona en todos los casos.

Y lo llevó al extremo. Ha desarrollado la antipatía en su crecimiento y en plena adultez solo lo usa cuando cree conveniente.

Le dijo a Bobby y a PJ que lamentaba por el suceso de la escalada y ellos se lo creyeron, sin sospechar nada. Un agradable resultado; justo como le gusta.

Al no tener un peso encima, merodeó por los pasillos de la universidad con tanta calma, disfrutando los pocos minutos antes de ser acorralado. Aquellos irrespetuosos sujetos son más altos y no dejan de verlo con enfado. Si pudiera compararlo con perros, lo relacionaría con unos pitbulls gruñendo.

— Hace tiempo no nos vemos, solo que esta vez no estamos compitiendo por el trofeo—dijo uno de ellos—. ¿Cuántas veces has arruinado nuestros intentos? Eres muy valiente, o tan descarado para hacer jugadas sucias, chiquillo mimado.

No lo conocía, así que solo pudo deducir. Por sus facciones, da la impresión de que compartían la misma edad, unos dieciocho años.

— No todos somos afortunados, algunos trabajan para costear lo que puede y otros se esfuerzan hasta el cansancio para cumplir sus sueños —hizo una pausa—. Pero tú que vas a saber eso, me imagino que ni siquiera conoces la necesidad.

Así es y no está obligado a compadecerse de los menos afortunados; una ideología heredada de familia.

— No me interesa tus problemas, ya eres grandecito como para seguir lloriqueando por ser pobre —no tenía miedo ante las amenazas o posibles agresiones. También sabe pelear y no es nada delicado con sus contrincantes—. Si no puedes soportar estar en una zona de riquillos, entonces regresa al basurero donde perteneces, ¡podrás reunirte con los tuyos! ¿No te alegra pensar en eso?

Los estudiantes que pasaban por el pasillo los miraban atentamente, sorprendidos. Bradley sabía que ninguno movería un músculo en defenderlo, sino en visualizar una pelea brutal.

Bradley dio el primer paso, endureciendo uno de sus puños. Con la otra mano sujetó la camisa del muchacho que le hacía disminuir su paciencia. Y le dio una suave advertencia:

— Ten mucho cuidado con lo que vas a hacer, no querrás conocer a un Uppercrust enojado —se atrevió a sonreír—. Créeme que a los de su clase les guardo tanto rencor y no sé si podré contenerme.

— En verdad eres un idiota —comentó el mayor y agarró su brazo con brusquedad—, pero me voy a divertir contigo, niñato maleducado.

Solo un chico, de todos los espectadores que se juntaron y apostaron por el ganador, tomó el valor de separarlos.

— Ya dejen de hacer esto, que no es necesario. Son unos tipos razonables y... ¡agh! Solo lleven la fiesta en paz.

Es el novato; de nuevo entrometiéndose en donde no le llaman.

— Aléjate de aquí, el problema no es contigo —dijo el hombre alto.

— Pues sí lo es, te estás metiendo con mi amigo y no voy a permitir que le hagas daño.

Bradley se sintió avergonzado. Maldecía a Max en sus pensamientos. Ojalá no acabe siendo la burla de sus enemigos.

— Ga-lán —lo llamó, tratando de no desesperarse—, yo puedo defenderme solo...

Avanzando a un futuro mejorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora