06 - ADRASTEA

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 EN   LA   DISTANCIA

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 EN   LA   DISTANCIA



               ℭolgué el verso en la web desde el teléfono y decidí silenciarlo con tal de no escuchar más notificaciones. Estrellas apagadas fue solo lo que salió de mi cabeza durante la parte más silenciosa de la noche, pues luchaba contra mí misma y ese quemazón melancólico en la espalda. En la punta de mis dedos hubo dolor al describir el sufrimiento que me ocasionaba saber que, con el pasar del tiempo, cada vez que miraba al cielo me encontraba con menos estrellas de las que recordaba.

Chieko apareció de la nada. Sabía poco y nada de los asuntos del corazón y ella, más que nada, evitaba hablar sobre el tema después de haber experimentado una ruptura amorosa. Amor era una palabra que trataba mal a los que buscaban afecto hasta por debajo de las piedras. Amor, decía poseer un concepto amplio y relativo al interés mutuo, pero para mí eran solo letras. Hablar del amor a esas alturas donde ya veía a mis propios sentimientos como el error más natural de una mujer que intentaba descubrir el mundo, podía ser una pérdida de tiempo muy grande.

—¿Vendrás con nosotros? Te dije que íbamos a pasar un par de días en la cabaña de Denji, pero olvidé decirte que no iba a pasar a buscarnos. Hay algunos que irán dos días antes que nosotras para ayudar a organizar todo —Chieko sonrió. Por la mañana había aparecido diciendo que le costó dormir debido a que su estómago no dejaba de gruñir. Según ella, lo provocaba la cena. A mí me parecía que era del hambre.

—Bien, ¿y cómo iremos?

—Podría decirle a mi padre que nos lleve —respondió. Muchas veces sus padres nos habían hecho el favor de llevarnos de un lado a otro. Los míos, usualmente, siempre estaban atascados de tanto trabajo—. Dos horas y tal... Se hace ligero.

—¿Ligero? ¿Y qué? ¿Iremos con el trasero cuadrado a la cabaña?

Las dos nos echamos a reír. Chieko añadió:

—Aprovecharé que compré unas deportivas y le diré a papá que nos deje a diez cuadras de la cabaña así pasamos los últimos metros corriendo.

—¿Tú? ¿Unas deportivas? —Alcé las cejas. Chieko me codeó, blanqueando los ojos con diversión—. Olvídalo. Llegaremos sudando y oliendo como ganado. ¿Hay que llevar algo?

—Nuestra presencia y muchas ganas de tomar unas copitas.

—Siento que en un par de años el tema del alcohol me traerá malos recuerdos —dije con una mueca. En sus ojos advertí que, para ser Chieko muy atenta a lo que siempre le decía, miraba mucho la entrada al instituto desde el segundo piso donde nos encontrábamos. Pensé que divagaba sobre la próxima reunión nocturna—. ¿Volveremos con tu padre o usaremos el tren de la muerte?

𝐉𝐔𝐏𝐈𝐓𝐄𝐑 𝐃𝐄 𝐌𝐈𝐄𝐋 | 𝗮𝗸𝗶 𝗵𝗮𝘆𝗮𝗸𝗮𝘄𝗮Where stories live. Discover now