Parte 6.

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Minjoon, por primera vez en dieciséis años, estaba preocupado. Sabía que ese momento tendría que llegar algún día, que su hijo, su pequeño doncel, sería mayor y saldría con chicos, pero, para él, Jimin aún era su pequeño.

Su niño había ido a un baile y aunque suplicó y rogó a su esposa que le dejara ir a la escuela a espiar, Sunhee se lo había prohibido rotundamente, así que no le había quedado más remedio que esperar en casa sentado en el viejo sillón del salón que había situado delante de la puerta con la lámpara de la sala encendida y un viejo libro como compañía. 

Como no podía hacer nada para vigilar a su niño, le pidió a los varones de sus hermanos que lo espiaran durante toda la fiesta y que no lo dejaran solo con ese jovencito lleno de hormonas ni un solo segundo, pero sus hijos eran unos alocados y seguro habían olvidado de su hermanito en cuanto llegaron al baile.

Su último recurso antes de resignarse a perder a su pequeño, había sido pedir a Yoongi que compartiera el auto alquilado con sus hijos. Con suerte esos dos volverían a las andadas y pasarían todo el tiempo discutiendo, sus parejas se aburrirían de ellos y su Jimin volvería a casa diciendo que odiaba a todos los chicos y los bailes. 

— Dios, por favor, que vuelva a casa despotricando del vecino y no con una sonrisa radiante de "me he besado con un joven mayor que yo y quiero más". —rezó Minjoon antes de que la puerta de su casa se abriera con brusquedad y su pequeño rubio entrara descalzo y gritando. 

— ¡Odio a Min Yoongi y no quiero volver a ir a ningún estúpido baile con un chico! ¡De hecho, no pienso salir con ningún chico! ¡Nunca! 

— Gracias, Dios mío. —susurró Minjoon antes de levantarse del sofá para calmar a su hijo. 

Sus hermanos, que entraron detrás de él, intentaron calmarlo y muy pronto no tardo en unirse a la reunión Sunhee, que salió de su habitación en la planta superior dispuesta a solucionar una vez más el enfado que su hijo tenía con el vecino. 

Cuando la madre de Jimin entró al salón adormilada, terminó de despertarse de golpe en cuanto vio a sus hijos con las ropas destrozadas y llenos de moretones, al rubio buscando la escopeta de perdigones con su traje rosa y descalzo, y a su esposo persiguiéndolo una vez más portando el folleto de ese instituto de "solo chicas y donceles", que no paraba de sacar en cada conversación desde que se había dado cuenta de que Jimin era ya todo un adolescente. 

— ¿Qué demonios pasa aquí? —gritó Sunhee a pleno pulmón, poniendo fin a todo el alboroto. 

— Jimin odia a los hombres y las fiestas. —contestó Minjoon muy ilusionado. 

— Mis hermanos se han peleado en el baile. —chismoseó Jimin en un intento de distraer a su madre de lo que estaba haciendo. 

— Yoongi ha besado a Jimin... —comentó Taehyung evitando la mirada furiosa de su madre.

— Y por eso... Jimin quiere pegarle un tiro a Yoongi. —dijo Seokjin librándose de la atención de su madre, que finalmente recayó en el rubio. 

— ¡Ese es mi pequeño! ¡Así se hace! ¡Ven aquí, que te enseño a disparar! —animó Minjoon a su hijo bajo la mirada reprobatoria de su esposa. 

— ¡Nadie va a disparar al vecino! —gritó Sunhee histérica— Jimin, ¿te has vuelto loco? ¡Suelta la escopeta de tu padre ahora mismo! 

— ¡Pero mamá, me besó en la boca y me metió la lengua! ¡Fue asqueroso! ¡No voy a volver a besar a un chico en mi vida! —protestó Jimin mientras bajaba la escopeta. 

— ¡Gracias, Dios, porque Yoongi no sabe besar! Mañana mismo le regalo una canasta de frutas. —murmuró Minjoon. 

— ¡Minjoon, cállate y déjame a solas con Jimin! ¡Me estás poniendo histérica! —dijo Sunhee señalando la puerta de la sala.

Rana Azul - 윤민 YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora