ENTRE EL AMOR Y EL DESEO

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A mis 20 años conocí a Esteban un vecino que llegó al vecindario. Yo no había estado nunca con un hombre, aunque lo deseaba desde pequeño. Esteban y yo conectamos de inmediato, comenzamos a conversar, a pasar ratos juntos, pero aunque ambos sabíamos que sentíamos ganas de ir más allá, ninguno de los dos se decidía a dar el primer paso.
Una noche mientras caminábamos hasta nuestras casas después de haber pasado la tarde haciendo deportes, yo no aguanté y le dije que me gustaba más que como amigo, como hombre, en ese momento creí que él me iba a mandar al carajo o se reiría de mí.

Él me dijo que sentía lo mismo, volvió la felicidad a mí, tímidamente nos tomamos las manos y caminamos un trecho así, tomados de las manos.

Desde ese día me sentí feliz, estaba enamorado y correspondido. Sin embargo había algo que me preocupaba, Esteban era demasiado tímido respecto del sexo, decía que debíamos ser responsables, que me respetaba, que quería que nuestro amor fuera más allá de la mera actividad sexual.

Él era muy religioso de hecho participaba en un grupo de jóvenes cristianos, yo trataba de entenderlo, en mi cama no podía dejar de pensar en él y desearlo por lo que me masturbaba una y otra vez.

Aunque trataba de llevar a cabo una relación pura, donde nuestro amor fuera casi puramente espiritual, sentía que no podría, y cuando estábamos juntos tenía que esconder la erección, tenía que esconder la excitación enorme que me provocaba el hecho de tener un hombre cerca mío.

Pensé que yo estaba mal, traté de cambiar, hacer lo que él quería, inclusive asistí a su iglesia, sin presentarnos como pareja obviamente sólo como amigos, aun así, sólo el tenerlo cerca, provocaba en mí una erección.

Un día caminando de vuelta a casa desde el gimnasio me encontré con el hermano de Esteban, Juan, que era lo opuesto a mi amor.

Juan era un tiro al aire, fumaba marihuana, no iba a la Iglesia y era conocido que las mujeres con las que solía entablar relaciones, eran de baja reputación.

Apresuré mi paso para no hablar con él, sin embargo Juan me siguió, cuando estuvo junto a mí, después de saludarme me pidió dinero, según él para ir a la universidad, cosa que no le creí, porque la universidad a la que íbamos los 3 no quedaba tan lejos, incluso se podía ir caminando.

Hice como que no lo escuché y apresuré el paso, pero él también aligeró su caminar y nuevamente quedamos juntos. El volvió a lo mismo, así es que me metí la mano al bolsillo y saqué un par de billetes, se los pasé de mala gana, él apretó mi mano y pude sentir su fuerza, sin pensarlo miré su mano grande, fuerte seguida me fijé en su brazo cubierto de pelos, me estremecí, lo mire a la cara con vergüenza, su rostro era muy varonil, tenía la actitud de macho que le faltaba a Esteban.

Yo y Esteban éramos típicos niños bien cuidados, sanos, universitarios y cristianos, en cambio Juan tenía una actitud de hombre que conoce mundo, que vive de noche, no pude explicármelo en ese momento, pero me sentí caliente, mi mano continuaba aferrada a la suya, finalmente él soltó mi mano y riendo se alejó, al alejarse volvió su mirada hacia mí y dijo .- vaya a ver a mi hermanito el bueno.-

Esa noche nuevamente le pedí a Esteban que intimáramos, que tocara mi cuerpo y no fuera sólo abrazos cuando estábamos a solas y uno que otro beso. El volvió a responderme lo mismo, que el respeto, que la sociedad, que la Iglesia…en fin.

Volví a casa muy caliente y enojado con Esteban, ya no aguantaba, pensé en dejar aquella relación, se suponía que era mi primer conocimiento del amor, de la pasión y no de frustración y rabia, pero sentía que lo amaba, Esteban era mi vida.

Estaba por llegar a casa, cuando alguien dice mi nombre tras mío, me doy vuelta y ahí estaba Juan parado en la calle, riendo y con una caja de vino en su mano.

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