ᥫ᭡ Parte siete. Rosas en Venus.

215 31 9
                                    

La llegada del invierno pintó la mayor parte de la ciudad en un color blanco uniforme. La primer nevada sucedió a principios de diciembre mientras Jeongguk y Jimin se dirigían a casa luego de un largo día de trabajo, siendo ahora el menor un empleado más en la cafetería de Haechan; les tomó desprevenidos el copo de nieve que cayó en sus narices, pero los siguientes fueron bienvenidos.

Aunque las temperaturas eran bastante bajas dada la temporada y la caída de nieve, el interior de su departamento se hallaba sumido en total calidez, siendo agradecido por ambos y sus extremidades congeladas.

—¿Quieres preparar esas galletas de nuez que viste en el libro de recetas? —Jimin le preguntó desde el dormitorio, acababa de ducharse con agua caliente y su estómago rugía por ingerir alimentos.

—¡Claro! ¡Ya mismo traigo la receta! —un Jeongguk emocionado se apresuró a buscar. El par de libros en la estantería nueva de su sala, regalos de Namjoon, fueron uno de los tantos puntos brillantes que eran difíciles de pasar desapercibidos.

Jimin sonrió enternecido y se acercó hasta posarse detrás de uno de los sillones de la sala, observó a su alrededor; quizá los cambios sutiles eran fáciles de olvidar, pero estaban allí. Los marcos de madera donde antes fotografías de él y su gato sonriendo a la cámara seguían teniendo un espacio en la decoración, pero los muchos otros objetos y figuritas de alguna animación que desconocía tomaban la mayor parte del lugar. Fueron tal vez un par de meses, pero el cariño y el tiempo eran conceptos relativos, dependía de la perspectiva de cada persona para darle el verdadero significado a ellos. Jimin lo comprendía ahora, y el temor que en un comienzo le hizo dar marcha atrás a sus propios sentimientos, no se había convertido más que en la valentía que necesitaba tanto para comenzar a actuar.

"Déjalo explorar un poco, regresará a ti porque es algo mutuo."

La fuerza de voluntad que conlleva esas palabras le hicieron poner un límite justo para su ilusionado corazón.

—¡Debes echar la cantidad correcta, hyung! Por algo la receta lleva instrucciones.

—Eso no importa.

Jeongguk bufó, haciéndole a un lado de la minúscula barra donde preparaba la masa de galletas para seguir él mismo los pasos que la receta dictaba.

—Quiero que salgan ricas, y si aquí dice que son 15 mililitros de vainilla, esos mismos serán. Ni más ni menos —afirmó, dando un ademán con su mano cubierta de harina, despidió a Jimin de su trabajo.

—Se supone que las haríamos en conjunto.

—Puedo ocuparme de esto por mí mismo, hyung, tengo mejor fe en la cocina que tú.

Jimin boqueó ofendido. Como un niño pequeño luego del regaño por parte de su madre, tomó un puñado de la harina en un tazón diferente y la aventó al rostro de Jeongguk. Las iris del híbrido se volvieron ámbar por un segundo después de haber quitado la harina de sus ojos, la expresión de furia verdadera le hizo arrepentirse de inmediato. Jeongguk tomó un puñado con su mano, más grande que la suya, y la lanzó de lleno al rostro contrario, Jimin tosió el polvo en una llamada de auxilio.

Tuvo segundos de ventaja antes de que comenzara a defender su vida de los proyectiles que obstruyeron su visión de la salida.

—¡Vuelve acá, Jeongguk! ¡Esto no va a quedar así!

Las risas mal contenidas fueron toda su respuesta.

(...)

Organizado por sus amigos a escondidas del propio Jimin, los chicos obsequiaron un teléfono móvil y un portátil a Jeongguk como regalo de navidad. En la reunión de noche buena lograron juntarse en la casa de Namjoon, todos asistieron y pasaron una velada agradable.

ATARAXIA | KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora