Capítulo 40

7.9K 822 183
                                    

Samay Meyer

Ops! Esta imagem não segue nossas diretrizes de conteúdo. Para continuar a publicação, tente removê-la ou carregar outra.

Samay Meyer

¿Estará borracho?

Rodé los ojos.

Lo dramático no se le quitaba ni borracho.

Me acerqué a la puerta y la abrí. Mi cara se topó con su pecho, que estaba cubierto por una camisa azul muy arrugada. Apestaba a alcohol y a colonia cara. Levante mi cabeza y sus ojos grises me recibieron; estaban rojos; su cabello muy desordenado, como si hubiera pasado mucho sus manos sobre este.

El ceño del castaño se relajó en cuanto me vio.

—¿Cómo mierda sabías que estaba aquí? —le pregunté con el ceño fruncido. Él no respondió, porque me detallo completamente. Su ceño se frunció cuando sus orbes grises se toparon con los míos.

—¿Lloraste? —preguntó preocupado. Me tomo de las mejillas, examinandome más detenidamente.
Mi cuerpo actuó, acercándose más a él, mis mejillas se sonrojaron levemente y mi corazón comenzó a latir frenéticamente.

Evite su mirada.

—¿Qué haces aquí, Domani? ¿No deberías estar con tu compatible? —le pregunté con un tono amargo, alejandolo.
No era correcto que estuviéramos así de cerca, él ya tenía compatible y esto se podría malinterpretar.

—¡No la quiero a ella, Samay! —grito el hombre. Una pareja que iba pasando por ahí, se sobresaltó ante el grito de Domani. Les di una sonrisa.

—Se cayó de chiquito, no se preocupen. —les sonreí, señalando al de ojos grises, que solo me miraba desesperado. Ellos pasaron más rápido y la chica detallo más al castaño.

—¿Ese no es Domani Frensby Ajax? —alcance a escuchar que la mujer le preguntaba a su pareja.
Mierda, no sería bueno que se esparcieron rumores de que uno de los Frensby Ajax visitó a otra mujer justo el día que encontraron a sus compatibles.

Mire fulminante a Domani, el cual, solo me miraba como perrito regañado.

—Te extrañe mucho, Samay. —pronuncio, mientras se acercaba a mí y me abrazaba fuertemente. Intenté alejarlo, pero reforzó más su agarre sobre mí y escondió su cabeza en mi cuello. —¡No! —chillo como niño chiquito. Suspire. Yo tampoco quería separarme, pero esto no era correcto.

Otra pareja pasó por el pasillo y se nos quedó viendo extraños.

Okey, ya no podemos quedarnos aquí, no es seguro.

—Entremos. —le dije, acariciando su cabello, intentando relajarlo un poco. Lo logré, ya que la fuerza que hacía sobre su agarre, disminuyo, pero cuando intente separarme, volvió a apretarme hacia él. —¡Domani! —le chille desesperada. Sacó su cara de mi cuello.

—No te separes nunca de mí, Samay. No lo permitiré. —rodé los ojos. —¿Acaso no me crees? —preguntó desilusionado.

—Estás demasiado borracho, no sabes lo que dices. —pronuncie, negando.

5 están bien, pero, ¿15?Onde histórias criam vida. Descubra agora