Capítulo 56

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Samay Meyer

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Samay Meyer

—¡Bajen de ahí inmediatamente! —grito Lucian, enfadado.

—¡Adina, deja de hacer esto! —gritó uno de los Slora, lo que causó que la rubia le levantara el dedo, gruño enfadado. —¡Cuando te atrapemos veras! —grito agresivo. Mi amiga no esperó otro segundo para bajar del otro lado, dejando claro que no le importaban las consecuencias.

—¡Henar, por favor baja de ahí! ¡Puedes lastimar tu precioso cuerpo! ¡Por favor, solo ven aquí y hablemos! No queremos hacer esto por la mala. —suplico uno de sus compatibles. Henar sonrió sarcástica.

—Vayanse a la mierda, todos. —y salto.

—¡No, Henar! — gritó uno de sus compatibles. —¡Hay que seguirlas! ¡Emeric da la orden de que las sigan! —Sin embargo, mis compatibles estaban centrados en mí, que seguía ahí. No sabía porqué causa estaba escapando.

—Princesa, ven por favor, si mis soldados entran ahí, serán rudos, no violentos, pero si rudos. No nos hagas hacer esto, por favor. —suplico Emeric. —Podemos arreglarlo como tu quieras, además de que si vienes ahora, no habrá represalias para ti y si nos ayudas, tampoco para tus amigas.

—¡Samay, ¿¡qué diablos haces?! —me gritó Henar desde abajo.

—¡Baja ya! —grito Adina.

Devolví mi vista a mis compatibles, que estaban ahora pegados a la barda, listos para trepar en caso de que fuera necesario.

—No lo hagas, Samay. —suplico Domani.

—Todos los soldados que ves, son soldados de élite, lo mejor de lo mejor y lo peor de lo peor, Samay y no son tan delicados y bonitos como lo eres tú. —hablo Areu.

—Ven aquí, por las buenas o por las malas. —advirtió Eron.

Devolví mi vista a mis amigas, que negaban.

—¡No confíes en ellos! ¡No debes hacerlo! —grito Adina.

—¡CALLATE ADINA! —se escuchó el grito, que silencio a mi amiga, mire sorprendido como Khaled acababa de gritarle a mi amiga. Me miraba con la mandíbula apretada. —Samay, ven aquí, no lo volveré a repetir. —trague saliva, mirándolos a todos. Tenían una expresión oscura y seria en su rostro, no parecían ellos. No parecían mis chicos.

Estos no eran mis compatibles, ¿quiénes diablos eran?

—Lo siento. —pronuncié y salté del lado de mis amigas.

—¡Atrapenlas! ¡Prohibidos los golpes o lastimarlas...! —no terminamos de escuchar el grito del que creo era Azariel, porque comenzamos a correr lo que más dábamos hacia la entrada lateral de la escuela. Conocíamos el lugar de pies a cabezas, las cámaras en estos momentos están desactivadas, ya que hay un espacio de veinte minutos en el cambio de guardia.

5 están bien, pero, ¿15?Where stories live. Discover now