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—...así que ahora cambiarás el plan que llevas tres años preparando porque —Daura hizo una pausa y entrecerró los ojos— Kura se puso a llorar.

"No quiere que muera" Tobe lo encontraba lógico. Su plan estaba lleno de riesgos. No podía asegurarle a nadie que sobreviviría si continuaba con las ideas que tuvo antes de vivir en los pueblos baldíos.

La expresión de Daura se volvió más suave, la esquina de sus labios se curvó como si apenas se estuviese absteniendo de sonreír. Movió la silla de ruedas para quedar de frente a la almohada que ocupaba Tobe. La ventana estaba junto a ambes y podían ver el patio del palacio de la educación si giraban la cabeza, el sonido de los gritos y risas del grupo de abajo, niñas en su mayoría, les alcanzaba allí.

—Cuando me dijiste que sería la gobernante de esta ciudad, me sorprendí —admitió Daura en voz baja—. No me pareció imposible, las tierras baldías tienen un largo historial de mujeres gobernantes, también ha habido antes gobernantes en condiciones similares a la mía. Pero cuando me dijiste que además las ciudades contiguas me tomarían como una especie de líder, bueno, eso sí me puso a pensar. No te creía. Después te conocí mejor y todavía no te creía, pero tampoco me parecía que me estuvieras mintiendo.

"No tengo razones para mentirte" la respuesta de Tobe fue bastante simple.

Daura asintió.

—Después de lo que hiciste, las ciudades contiguas a esta decidieron que fuese su protectora —continuó ella—. Saben que tengo contacto contigo. También saben que te irás de las tierras baldías, pero que todavía contarán contigo. Y quieren ayudar. Si les dices que peleen, pelearán, en especial si es contra la gente de Antiqua.

"Lo sé" Tobe recordó la expresión de Kura mientras lloraba y frunció el ceño. "Sólo que no llegaremos a eso"

—¿No querías reunir un ejército de gente baldía?

Su anterior ejército también tenía mediasangres. Incluso si podía contar con el completo apoyo de las tierras baldías, no podía lanzarse a pelear usando fuerza bruta con esa desventaja numérica.

"Necesito una ventaja tan grande que ni siquiera corra peligro"

Necesitaba la victoria más aplastante que se pudiese preparar. Algo que les dejase sin escape, sin alternativa, y redujera los daños al mínimo. Algo que sólo le permitiese pelear batallas que sabía que ganaría.

Así Kura no tendría razones para llorar.

—Creo que él te hace bien.

Tobe meditaba acerca de sus ideas mirando por la ventana al patio y se sobresaltó cuando escuchó ese comentario. Se fijó de nuevo en Daura, ceñudo. Ella interpretó el gesto como una pregunta.

—Kura —aclaró. Su sonrisa sí fue bastante obvia esa vez—. Él te hace bien.

Tobe arqueó las cejas y ella siguió, inclinándose hacia adelante desde su silla.

Besar al demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora