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Considero que este capítulo es el más delicado por la forma en que está escrito y cómo se desarrolla, y si sientes que prefieres saltarte la escena, no dudes en hacerlo 🥺

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Lo siguiente que Kura supo fue que era empujado contra el suelo. Todo el cuerpo le dolía y no se podía mover, lo que hacía que alguien lo mantuviese presionado hacia abajo sólo con poner el pie en su espalda.

Después de luchar durante un rato, consiguió darse la vuelta. Nada más hacerlo, dejó de resistirse.

Aunque estuviese usando varias capas de tela, esos ojos peculiares, esa piel sin pigmentación, ese mechón de cabello blanco que escapaba del agarre, los conocía. Era Jotu. La Maldición apuntaba a su rostro y debió pensar que Kura decidió quedarse quieto para no estar en riesgo, pero era más bien por la impresión.

Después de ver que no aparentaba tener ganas de pelear, este Jotu lo levantó de un tirón y lo hizo avanzar entre empujones hacia un cuarto. Prácticamente lo arrojó allí y se marchó.

Kura podía ver que había sangre en diferentes partes de su cuerpo y estaba confundido sobre el origen de esta. No podía recordar lo que estaba haciendo antes de ser encontrado, sólo sabía que algo muy raro sucedió con Jotu.

Reaccionó por reflejo al percibir algo y giró la cabeza para encontrarse con una de las guardianas. No estaba visible, pero él podía sentir su presencia. Ella se detuvo ante su rostro, como si no se hubiese esperado esto y tal reacción cambió los planes que tenía.

Kura miró en la dirección de la que provenía y sólo entonces se percató de que había más de ellas. Y en el fondo, estaba su dueño.

Tobe se encontraba sentado sobre un trono de piedra, una pierna extendida, la otra flexionada cerca del pecho. Llevaba ropa negra que lo cubría hasta el cuello e incluso usaba guantes. Tenía adornos baldíos en el cabello suelto y lo llevaba mucho más largo de lo que él lo había visto antes.

Kura quiso arrastrarse hacia él de inmediato, feliz de verlo, y se sorprendió cuando una de las guardianas lo empujó contra la pared. Se golpeó, se quejó, y antes de que pudiese enderezarse, otra extremidad se cerró en torno a su cuello y apretó.

Besar al demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora