Capítulo XXIII

551 94 29
                                    

–Lo entiendo.

Las cejas y párpados pasaron a decaerse levemente, aunque mostraras una sonrisa, él sabía lo que significaba. Te habías decepcionado.

–No es por lo que crees, estarás mejor y más segura si no sabes quién soy.

Asentiste, sin mucho ánimo.

–Sí, está bien. ¡De verdad! Lo entiendo, no tienes que preocuparte por esto.

Tu mueca seguía siendo la misma, como una muñeca de porcelana, podías estar resquebrajada e igualmente mostrarías el mismo rostro, impasible. Llegaba un punto en que él sentía que ya no eras la misma chica que lloró y se acurrucó para buscar consuelo en él, aún apenas conociéndose. No había duda en que ahora eras más fuerte, y eso también lo aterraba, temía que perdieras tu fragilidad, lo que te hacía sentir y ser humana.

Mientras tratabas de volver a sentarte, para poder descansar tu pierna adolorida y tomar las muletas, con suma agilidad él te cargó con ambos brazos.

–¿Qué haces? – un sonrojo atravesó tu expresión.

No contestó, solo empezó a girar en el lugar, una y otra vez, contigo en brazos. Su risa era contagiosa y parecía estar llena de alegría. Era su forma de consolarte, malo con las expresiones verbales, pero entregado en las acciones, decidió tratar de animarte recordándote que él seguía ahí para ti, cada vez que le necesitaras. Era lo poco que podía entregar como prueba de confianza, para alguien que no sabía cómo se veía o quién era.

Luego de unos segundos en donde habían dado tantas vueltas que habían perdido la cuenta, él cayó controladamente en la estera, cuidando de que no sufrieras ningún tipo de golpe y quedando encima de él; su risa seguía reflejándose suavemente en el ambiente.

–Pareces muy feliz. – dijiste.

–Lo estoy. Tú me haces feliz.

Se supone que habías sido muy paciente. Habías esperado tanto tiempo para escuchar que él te quisiera, pero ahora que realmente lo estabas logrando, no inspiraban los hermosos sentimientos que esperabas. En realidad, él se veía mucho más alegre que tú. Lo querías, y tal vez esa era la razón por la cuál no estabas satisfecha con esta situación, simplemente ignorando que probablemente él confundía sus propios sentimientos. Algo en tu interior parecía no creerlo del todo, buscabas una reafirmación en sus palabras.

–Yo te hago feliz... – repetiste suavemente.

–¿Mmm?

Él no había escuchado del todo tu susurro.

–Tú también me haces feliz.

–Eso es algo bueno, quiere decir que debemos estar juntos ¿verdad?

Era un concepto muy extraño, buscar la felicidad en alguien más no era lo ideal, lo acababas de comprender, porque ahora mismo aún te sentías vacía; era casi usar su corazón como una ficha de rompecabezas que ajustara en la pieza faltante de ti. No encajaba perfectamente, pero era suficiente. Una parte de ti se sentía culpable por "utilizarlo" de esta manera, pero parecía compensarse con el hecho de que él buscaba lo mismo.

"Te quiero, tanto como para asumir las consecuencias."

Ahora la duda invadía sin parar tus sentimientos y pensamientos, pero ya habías tomado una decisión, ¿verdad?. No había vuelto atrás, aunque sea una farsa, ibas a disfrutar lo que pudieras antes de que se te fuera arrebatado nuevamente. Con gran esfuerzo te moviste de encima hasta caer a un lado de él, en la estera que impedía sentir el frío del suelo.

After DarkWhere stories live. Discover now