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❝ Siento la mañana en mi cara. No hay una pastilla que no tomé. Solo vivo intentándolo ha sido un día largo. ❞




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El menor debía admitir una cosa, y era que las fiestas no eran realmente su ambiente. Siempre había sido más de reuniones tranquilas, que traían videojuegos y pizza de por medio; sin embargo, hoy quería aventurarse un poco, dejarse llevar y disfrutar el momento.

Poco después de haber terminado la carrera, se había montado en el carro de Miles, un regalo de su madre para que pudiera moverse del colegio a su casa; y atrás de ellos, iban Gwen junto a Hobie, quien era el conductor del auto.

La música era adecuada para el momento, y la hora les daba la ventaja de tener la calle despejada, siendo poco transitada.

El ruido a su costado llamó su atención, mirando al lugar de donde provenía el sonido. El carro de Hobie los rebasó con facilidad, poniéndose enfrente de la formación de autos que habían detrás de ellos. Miles sonrió de lado, captando el desafío de inmediato.

Pavitr simplemente suspiró, poniendo su cinturón de seguridad nuevamente. Parecía que sería una noche larga.

Después de aquella carrera improvisada, donde llegaron a un empate dictado por Gwen, ya que habían comenzado los reclamos por ambas partes; llegaron al lugar donde se encontraba el club del instituto. El moreno no pudo evitar ñ pensar que esto pasaba exclusivamente en los libros o películas.

Porqué, seamos sensatos, ¿quién demonios abre un club únicamente para su instituto y se convierte tradición ir ahí incluso después de años?, suena algo basado en ficción.

Bajaron del carro con tranquilidad, mirando cómo el parqueo abandonado se llenaba rápidamente de vehículos. Pavitr todo el rato se mantuvo al lado de su mejor amigo, sintiendo que podría perderse fácilmente en ese lugar desconocido para él.

—Tranquilo, Pav. —La cálida voz del mayor lo relajó un momento, acercándose a él para tranquilizarlo—. Sabes que si no te sientes cómodo, podemos irnos, solo dímelo.

—No, no quiero irme. —Su contestación fue rápida, casi interrumpiendo la respuesta. Miles sólo sonrió, incluso con su rostro confuso—. Venimos a divertirnos, ¿no?

El mayor le sonrió por completo, asintiendo con su cabeza.

—Deberíamos comenzar a entrar, después se hace mucha fila.

Pavitr simplemente lo siguió, entrando al que pensaba que era el club, aunque parecía más un lugar abandonado. No habían luces en lo absoluto, más de lo que la luna les brindaba, y el silencio estaba muy presente, omitiendo los sonidos qué producían los pasos de las personas.

La entrada del lugar era una gran puerta de madera, escuchando como por su posible antigüedad rechinaba al ser abierta. Pavitr rápidamente notó algo, pareciéndole extraño cómo la gente se dirigía al mismo lugar siempre, caminando directamente al pasillo donde señalaba ser los baños.

𝗔𝗗𝗥𝗘𝗡𝗔𝗟𝗜𝗡𝗔 ;; ᶜʰᵃⁱᵖᵘⁿᵏ | ✗Where stories live. Discover now