Reconocimientos

69 13 10
                                    

Estaba cansado, demasiado. Como pudo finalmente logró salir del edificio. El viento frío golpea sus mejillas y logra estremecerlo, frota sus brazos en un intento de recuperar el calor de su cuerpo. Se abstiene de ir al carro donde está el chófer de su marido, a veces olvida que Minseok es leal a su esposo. Pidió un taxi y agradece profundamente verlo antes de que lo detengan.

El camino a la mansión se le hizo eterno. Una vez dentro corrió a su habitación, pero el pensamiento de que su marido iría a buscarlo ahí lo enferma, por lo que se lleva consigo varias de sus pertenencias a la habitación de huéspedes. Se coloca ropa cómoda, se recuesta en la cama y abre la aplicación de mensajería en su teléfono, escribe un mensaje sobre su paradero a su esposo. Deja el aparato sobre el tocador y finalmente se arropa para descansar.

Su sueño es profundo, dado que el cansancio finalmente hizo el trabajo de hacerlo caer rendido. El golpeteo en la puerta logra despertarlo, realmente no tiene fuerzas para levantarse y abrir la puerta, tampoco quiere tener un enfrentamiento ahora mismo. Sabe que no debió haberse ido así, pero realmente no le importa. Escucha la puerta abrirse.

—Lamento lo que pasó allá —se mantiene quieto en la cama con los ojos cerrados, escucha a su marido acercarse a la cama, siente el peso de su cuerpo sobre el colchón—. Creí que empezando a darte tu lugar estaría haciendo las cosas bien. Ahora entiendo con más claridad el peso de mis acciones.

—No quiero que vean que soy tu esposo, dejaré de serlo una vez de a luz. ¿Por qué te empeñas tanto en querer hacer que cambie de opinión? —abre los ojos, pero le sigue dando la espalda a su marido.

—Siempre quise formar una familia... —lo escucha suspirar—. Estuve resentido contigo porque no eras con quien quería casarme, pero realmente no tuviste la culpa. No fui capaz de responsabilizarme de mi cobardía, no pude enfrentar a mi familia, y como tampoco ofreciste resistencia fue más fácil culparte de todo.

—No voy a sentir simpatía.

—Lo sé —suelta una pequeña risa nasal—. Poco a poco fui sintiendo curiosidad por ti, por eso las cartas que escribí, estaba intentando conocer a quien se supone es mi esposo. Solo quiero arreglar todo lo que causé.

—Sé un buen padre para tu hijo —con dificultad se sienta en la cama, lo encara—, es suficiente con eso. No quiero tener nada romántico contigo, no quiero conocerte, estuve por años intentándolo y estoy cansado, reaccionaste demasiado tarde. 

—Duele, pero sé que no se compara con lo que has sentido este tiempo... —se acomoda un poco mejor y toma la mano de su esposo—. Me parece mejor que hagamos lo que tú quieras hacer. 

—No entiendo.

—Podríamos ir a una casa de campo para que lleves ahí tu embarazo por unos meses.

La ilusión hace que se le escape una sonrisa y lo nota cuando ve que su esposo también lo hace, se siente avergonzado y carraspea un poco. Se recompone y se toma unos segundos para meditar su respuesta. Probablemente si acepta los Parks peguen un grito al cielo, empezarían a hostigarlos por alejarse, pero también considera que no podrían hacer demasiado.

—Eso me gustaría... —frunce el ceño—. ¿Pero y tu trabajo? Todo el tiempo estás ocupado por lo que a lo mejor...

—Realmente nunca tuve que estar lejos de casa tanto tiempo...

—Era tu manera de alejarte de mí —aparta la mano de su esposo y su mirada se pierde entre las paredes—. Entiendo.

—No debí hacer...

—¿Cuándo nos iríamos? —se dice que no necesita escucha excusas y justificaciones a su comportamiento—. ¿Por cuánto sería? ¿A dónde?

—Puede ser en una villa que está en el límite de la ciudad, por si surge alguna complicación más adelante.

—Me gusta esa idea.

.

—¿¡Qué le puede faltar a tu marido aquí como para que quieran irse!?

—Madre, te pido encarecidamente que bajes la voz, estas estresando a mi esposo.

—¡Soy tu madre!

—¡Te dije que bajes la voz!

Se mantiene lo más tranquilo posible comiendo su ensalada de frutas en la sala, está entretenido últimamente con una serie de suspenso. Su esposo lleva largo rato intentando hablar con su madre acerca de la decisión que tomaron de pasar su embarazo lejos de todo. Dentro de dos días estaría en el campo, la idea lo emociona lo suficiente como para que su humor sea más ameno.

Por supuesto, no tardaron en llegar los familiares de su marido a pegar el grito al cielo. Intentaron confrontarlo y exigirle que se quede, su única respuesta era que solucionaran el tema con su esposo. Le resulta realmente enfermizo como todo el tiempo intentan entrometerse en la vida de los demás, se parece mucho a la dinámica que maneja su propia familia.

—¿Vas a alejar a mi nieto de mí? ¡¿Por qué?!

Ese era otro tema, toda su familia se ha empecinado en afirmar que va a tener un varón y no una niña, porque sí, está esperando a un pequeña y parece que eso es algo que los Parks todavía no asimilan. Las novelas sobre la vida de los ricos no están tan alejadas de la realidad: matrimonios concertados, búsqueda del heredero varón y cada excentricidad que a cualquiera se le podría ocurrir. 

La tía de su marido se le acercó en una cena familiar a la que fueron recientemente. Recuerda claramente sus palabras:

—Es una pena que sea una niña. Tendrás que embarazarte más veces hasta conseguir el varón.

—¿Para usted sus hijas son una desgracia entonces?

Obviamente ardió Troya, los insultos no se hicieron esperar, su esposo lo defendió, admite que en ese momento algo se movió dentro suyo, quizás ha sido su hija, pero no está completamente seguro. Sus palabras hicieron que por primera vez en mucho tiempo se sintiera querido.

—De tu boca que no vuelva a salir el nombre de esposo y de mi hija. ¿¡Cuál es maldito problema!? Estoy feliz por tener una niña y ninguno de ustedes me van a hacer sentir lo contrario. Con un demonio, sigan molestando a mi esposo y soy capaz de cortar lazos para siempre.

Ese día su marido estuvo echando humo toda la noche. No pudo evitar reírse por lo gracioso que se veía con las cejas y labios fruncidos. Recuerda que antes de llegar a la mansión quiso comer un helado y eso logró calmarlo un poco.

—¡Ni siquiera es capaz de concebir un varón! ¡Es un inútil! En cuanto puedas divórciate de él y dame a la niña.

Aquello hizo que dejara caer el tazón y se rompiera en mil pedazos.

Se parece un poco a su corazón.

¿Qué es ese sentimiento?

Miedo.

Cerradura [Chanhun]Where stories live. Discover now