IX

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     El ambiente en la limusina que llevaba a las seleccionadas de vuelta al palacio era tenso. Nadie hablaba. Evelyn no había sido plenamente consciente del privilegio que tuvo al estar apartada de todo el proceso de Selección durante varias semanas.

     Y sentada entre Brielle y Azalea, acompañada de Iris y Dahlia, en pleno silencio y tras la larga y pesada entrevista, deseó volver al dormitorio de Kristian.

- Buenas noches. - La familia real se despidió por aquel día de las seleccionadas antes de dirigirse a sus respectivos dormitorios.

     Evelyn se vio arrastrada junto con las cuatro jóvenes restantes al pasillo donde se encontraban sus habitaciones individuales. Estaba realmente cansada, parecía tener un peso enorme en el pecho, que le obligaba a respirar con dificultad.

     La sensación que acompañaba su cuerpo era muy similar a aquella que experimentas cuando te despiertas de un gran sueño y debes enfrentar la realidad de nuevo. Si tan solo pudiese volver a dormirse...

- ¿Te encuentras bien?

     La seleccionada parpadeó repetidamente hasta enfocar por completo el final del pasillo. Un par de golpecitos que Azalea había dado en su hombro la habían arrastrado hasta el palacio nuevamente, encontrándose frente a frente con las dos jóvenes más cercanas a ella que quedaban.

- Sí.

- No lo parece, estás en las nubes. - Comentó Brielle con una amplia sonrisa.

     La amenaza de Reiwin resurgió en la cabeza de Evelyn nada más ver aquella sonrisa. Habían pasado tantas cosas desde el día que se propuso preguntarle a Azalea qué opinaba de la chica pelirroja... Se había olvidado por completo de aquel tema.

- Solo estoy cansada.

- ¿Quieres pasar algo de tiempo con nosotras? Tal vez dar un paseo por los jardines, o tomar una infusión... - Azalea hablaba con ternura, como quién trata con un niño pequeño por primera vez.

- No, gracias. Creo que iré a dormir. - Susurró Evelyn. El tema de Brielle se sumó a su cabeza, por si no estuviese ya pensando en demasiadas cosas, y aquello consiguió ocasionarle un ligero molestar.

- De acuerdo, descansa. Mañana será otro día. - Azalea se despidió de ella con un corto abrazo, sin apretarle demasiado, y se dirigió a su habitación. No estaba de acuerdo completamente con dejar a su amiga sola, pero respetaba sus decisiones.

- ¿Estás segura?

     Evelyn asintió ante la insistencia de Brielle.

- De acuerdo. Si necesitas algo puedes venir a verme, todos necesitamos a alguien a quien contarle las cosas.

     La joven de cabellera azabache asintió nuevamente, realmente cansada. Se despidió vagamente de Brielle y abrió la puerta del dormitorio con toda la intención de esconderse en la cama.

- Disculpe, no quisiera ser... Maleducada, pero voy a dormirme.

     El cámara que debía seguirle, que al fin podía hacer su trabajo, impidió que Evelyn cerrase la puerta de su dormitorio.

- Lo siento mucho señorita, es que el rey ha hecho especial hincapié en que le siga en todo momento.

     El cámara no tendría muchos más de veinte años. No era el que le había seguido aquel día, ese "de prueba". Una gran mata de pelo claro y rizado asomaba por encima de la lente, y detrás de ella se escondía una graciosa cara cargada de pecas y ojos oscuros.

- ¿Incluso por la noche? Lamento decepcionar a su majestad y todo Xirian, pero duermo.

     El camarógrafo dejó escapar una risilla ante el comentario, muy posiblemente para aliviar la tensión y conseguir que Evelyn le dejase hacer su trabajo sin más interrupciones.

     La seleccionada soltó un suspiro pesado y acabó apartándose del marco de la puerta. Aquella noche no sentía las fuerzas necesarias para discutir cualquier cosa o para pelear.

- ¿También debéis seguirme al baño? - Preguntó con desdén mientras caminaba hacia allí sin esperar una respuesta ni mirar al cámara.

- No, os esperaré aquí. Siento incomodaros.

* * *

     Los días siguientes fueron pesados y monótonos para Evelyn. Sólo encontraba consuelo en aquellos momentos que podía hablar con Marian o en contadas ocasiones que se cruzaba casualmente con el príncipe Kristian por los pasillos.

     Tener a un camarógrafo siguiéndola en todos y cada uno de los segundos del día hacia imposible para Evelyn el habla con Azalea de Brielle, o el hablar con quién fuese de lo que fuese. Se encontraba vigilada veinticuatro horas al día, y parecía que siete días a la semana.

     Con aquellas condiciones sus actividades se redujeron a pasear. Paseaba por la mañana, por la tarde y justo después de la cena durante un corto periodo de tiempo.

     Así podía pensar. Pensar en sus hermanos, en lo mucho que les echaba de menos y en cómo sacarle a la familia real que deseaba verlos. El príncipe Kristian le había asegurado que le dejarían verlos tras la muerte de su madre, pero al final no había podido ser.

     Pensó también en Brielle, y aquel asunto no terminaba de aclararse en su mente. Durante aquellos días también observó a la seleccionada con especial interés. Descubrió que, como bien había dicho Reiwin, Brielle siempre estaba sonriente y siempre parecía hacer y decir lo correcto.

     El resto de seleccionadas no es que hiciesen actividades mucho más variadas. Stefan habia adoptado la costumbre de tener citas con Azalea. Salvo un par que tuvo con Dahlia, el príncipe pasaba la mayor parte de su tiempo con la joven morena.

     Kristian, por su parte, no había tenido aún ninguna cita realmente oficial con ninguna de las seleccionadas.

     Hasta el lunes por la mañana, cuando decidió que aquello iba a cambiar.

     Tras la última entrevista a la que habían asistido, el rey había estado ordenándole incansablemente que tuviese citas con las seleccionadas. "Están aquí para que salgas con ellas", "Deja de comportarte como un crío, asume tu papel como heredero y participa en la Selección" repetía cada vez que veía a su primogénito.

     Cuando su padre le soltaba aquellos cortos sermones seguidos de la orden: ten citas, Kristian asentía ensimismado en sus pensamientos. Él ya sabía de entre las cinco que quedaban cuál era la chica que más le atraía, él ya sabía a quién elegiría. Y a su padre no le iba a gustar precisamente.

     Pero, cuando se cruzó con Evelyn a punto de dar el mediodía en uno de los jardines interiores del palacio, se acercó a ella sin dudarlo. Le pediría una cita.

- Son hermosas. - Comentó a modo de saludo. La seleccionada se había detenido frente a unas flores de colores vivos y variados. Hacía muchos años había conocido su nombre, aunque ya se le habían olvidado.

     Desvío los ojos hasta el príncipe y le dedicó una hermosa sonrisa un segundo después. Acto seguido realizó una corta reverencia, pero Kristian se quedó perdido en su sonrisa.

- Lo son, alteza.

- ¿Paseáis? ¿Me permitís acompañaros?

     Evelyn asintió sin perder la sonrisa. Hacía días que no hablaba con el príncipe tanto como lo hacían cuando estaba cuidando de él, o él de ella.

     Así, Kristian comenzó a caminar a la par de ella. No terminaba de acostumbrarse a que hubiese una cámara constantemente detrás, peor que su sombra. Aunque no le quedaba más remedio que aguantarse.

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