XXXIX

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     El rey no quiso perder el tiempo y en el transcurso de una semana ya habían comenzado los preparativos de ambas bodas. Eso supuso más trabajo para todos los presentes en palacio, incluida Evelyn. 

     Había sido presentada en cocinas, por el propio Kristian, hacía siete días. No había tenido problema alguno en integrarse, pues estaba acostumbrada a trabajar y lo hacía en silencio y con rapidez. El estar en palacio pero sin formar parte de la Selección, acarreaba responsabilidades diferentes, pero también le brindaba a Evelyn un anonimato y libertad con la que no había contado anteriormente. 

     Podía escribirle a sus hermanos siempre que quisiese, y lo hizo la primera tarde que comenzó a trabajar, explicándoles la situación. Pidió perdón por haber decidido permanecer en palacio en vez de regresar a Iretia, aunque puso la excusa del sueldo, sin querer mencionar que el verdadero motivo era que estaba enamorada del príncipe. También podía recibir sus respuestas y leerlas, sin que tuviese que pasar antes por todos y cada uno de los miembros de la familia real. 

     El horario era algo estricto, aunque ella había vivido toda la vida trabajando, para eso no tenía problemas. Dormía en una gran habitación compartida, con cinco trabajadoras más de las que apenas sabía cosas. No era que no quisiese hacer amigas allí, simplemente acababan tan cansadas que lo único de lo que tenían ganas era de echarse a dormir en vez de hablar. 

     Sin embargo, todas las noches, Kristian bajaba hasta los aposentos de los criados en busca de Evelyn. Solía encontrarla en el dormitorio que compartía o en las cocinas, recogiendo la cena o ayudando a limpiar algún trasto atrasado. 

     No hacían gran cosa: paseaban por los jardines de palacio más oscuros y escondidos que había. Kristian había intentado averiguar qué había pasado el día en que se decidió que Evelyn sería eliminada, pero seguía sin ninguna idea o pista. Tampoco podía dedicarle excesivo tiempo, pues entre los preparativos de las bodas y los preparativos para subir él al trono, apenas le quedaba tiempo libre. No obstante, no olvidaba que le había prometido a Evelyn encontrar la respuesta. Y estaba decidido a hacerlo, para poder acabar junto a Evelyn. 

- Los preparativos van rápido. - Comentó la joven cuando hubieron salido al exterior. Ella ya había asimilado que solo podría estar con Kristian como estaban en aquel momento: él siendo un príncipe y ella una simple trabajadora en palacio. 

- Demasiado... - Susurró Kristian algo decaído, con la cabeza gacha. No permaneció demasiado tiempo así de todas formas, no quería preocupar a Evelyn. - Pero aún queda tiempo para las bodas. 

- Cuando os caséis... ¿Podremos seguir viéndonos? ¿Qué dice Brielle de todo esto?

- En primer lugar, claro que podremos seguir viéndonos. Solo estando ciego dejaría de verte, aunque seguiría buscándote. Y, en segundo lugar... no he hablado con Brielle sobre lo que opina de nuestros encuentros. Tampoco... tampoco voy a hablarlo con ella hasta que tengamos que casarnos. Al fin y al cabo, ahora mismo no somos nada de nada.

- Igual que nosotros.

- Nosotros sí que somos algo. - Kristian miró a Evelyn de reojo, sin poder esconder una sonrisa al ver su perfecto rostro observándole con curiosidad. 

- ¿A sí? ¿Y qué somos, alteza?

     Kristian acercó a propósito su mano al brazo de la joven, buscando el camino a sus dedos. No tardó en encontrarlos y jugueteó con ellos, acariciándolos con cariño, mientras respondía.

- Somos dos enamorados que hacen lo posible por estar juntos. 

     La joven esbozó una sonrisa. Sí, eso eran: dos enamorados desventurados que parecían no haber nacido en el momento o el lugar correcto para que su amor pudiese llegar a florecer del todo. Parecía que estaban destinados a permanecer en aquellos dos mundos tan diferentes en los que vivía cada uno, por mucho que se empeñasen en lo contrario. 

- Y al final... al final estaremos juntos. 

- Ojalá pudiese creeros en eso, alteza. 

- No te preocupes, Evelyn, ya me creerás cuando veas que llevo razón. - Kristian decía todo aquello convencido de que acabaría siendo real. Aunque las esperanzas, a medida que pasaban los días y la boda se acercaba, iban disminuyendo. Deseaba ser capaz de ofrecerle a la joven más que palabras, poder demostrarle que de verdad tenía un plan con el que conseguir el futuro juntos que tanto ansiaban. 

     De pronto, una sombra, furtiva y escurridiza, captó la atención del príncipe. Observó confuso sus alrededores, donde no podía distinguirse nada más allá de los altos arbustos que había plantados en ese jardín.

- ¿Tú también has visto..? - Quiso saber, preguntando en susurro, Kristian. Sujetó la mano de Evelyn con cierta fuerza y la guio hasta colocarla a sus espaldas mientras escudriñaba en la oscuridad, intentando ver aquello que había captado su atención. 

- Sí. Una especie de sombra. Como si hubiese pasado alguien muy deprisa. - Respondió la joven en el mismo tono de voz, aferrándose a la mano del príncipe y observando con detalle sus alrededores, del mismo modo en que lo hacía el príncipe.

     Permanecieron en aquella posición largos minutos, durante los cuales parecieron no encontrar aquello que habían visto. El corazón de Kristian latía con fuerza: ¿Y si había algún peligro en palacio? ¿Y si no era capaz de proteger a Evelyn? Lo más seguro es que no hubiese sido nada. Él sabía de la existencia de rebeldes y plebeyos en contra de la monarquía, había escuchado cómo se habían alzado en reinos vecinos. Aquel era el motivo por el que su padre había estado viajando los últimos años a todos los reinos colindantes con Xirian, para asegurarse que los rebeldes no hubiesen acabado con el reinado de cada lugar. 

     Eran historias que siempre les habían contado a Stefan y él de pequeños pero, no podía ocurrir de verdad, ¿cierto? Dejó escapar un corto suspiro para liberar los nervios que se habían apoderado de su cuerpo de pronto.

- Será mejor que entremos en palacio. - Susurró, comenzando a moverse muy despacio, sin soltar la mano de la joven y sin dejar de estudiar su alrededor minuciosamente. 

- ¿Crees que está ocurriendo algo? - Preguntó en voz muy baja Evelyn, olvidándose por completo de las formalidades, contagiada por la súbita preocupación del príncipe.

- Sinceramente... no lo sé. Entremos a palacio, ahora mismo será lo mejor. 

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