LUCA II

10 3 1
                                    

-Intenta comportarte-me dice cuando entramos en la casa. Lo miro con reproche, porque Cole sabe perfectamente que si hay algo que no pienso hacer en esta situación, es comportarme; tan solo quiero sacarla de allí lo más rápido que pueda, a cualquier costo.

Me observa resignado y comienza a buscar entre la multitud mirando de un lado a otro. Hago lo mismo que él, siguiéndolo a tan solo unos pasos para no perderlo, e intento descifrar que llevará puesto Lexi esta noche; para poder encontrarla más rápido.

Últimamente pareciera que solo usa negro, y eso definitivamente no me ayuda; porque la mitad de las mujeres aquí están de negro; y entre la oscuridad y la cantidad de gente, es muy difícil encontrarla.

Intento mantenerme tranquilo; pero no lo estoy. A medida que avanzamos mi corazón se acelera exponencialmente; y no, no es emoción. Es miedo. Miedo de ese que solo tienes cuando sabes que puedes perderlo todo.

Lexi pasó por tres meses de duelo en los que era simple y llanamente un ente. No hacía nada, nada más que visitar la tumba de Rose, todas las semanas sin falta. Renunció a su trabajo, segura de que ya nada tenía sentido en la vida; y se dedicó a estar tirada en su cama, llorando.

Luego su duelo se transformó, en esto... La anti Lexi.

Vive de fiesta en fiesta, ahogando sus penas, su dolor; en alcohol. Evadiendo todo lo que ha pasado, incapaz de afrontarlo.

Y yo vivo con miedo. De no encontrarla. De no poder salvarla. De perderla.

-Luca-Cole apunta hacia una esquina en la que veo a Lexi bailando con un hombre.

Me enfurezco automáticamente y camino hacia allí empujando a todos a mi alrededor, sin absolutamente ninguna delicadeza. Lo que me molesta no es que esté con otro hombre, pues me ha dejado clarísimo que no quiere nada conmigo y por lo tanto, puede hacer lo que quiera; sino el hecho de que él la está abrazando cuando se ve claramente que ella está muy alcoholizada, y no puede defenderse.

-Suéltala-digo cuando llego a su lado, intentando separarlos. Lexi es más que una persona, un bulto. Ni siquiera puede mantenerse en pie por sí misma. Así es muy fácil estar pegado a ella, cuando no puede decir nada.

-¿Qué es tu novia?-pregunta el imbécil que la tiene agarrada. Si supiera...

-No, pero suéltala-intento comportarme, solo porque Cole me lo ha pedido, y este personaje podría ser perfectamente su mejor amigo o algo. Ha sido uno de sus amigos quien lo ha llamado, y de una forma u otra; estoy agradecido con esa persona.

-Entonces puedo hacer lo que quiera con ella-replica con una estúpida sonrisa burlona en la cara. En la escala del instinto de supervivencia, este imbécil no tiene absolutamente ningún instinto.

-Que la sueltes-digo interponiéndome entre ellos, y quitando a Lexi de su alcance. La sujeto de la cintura, para evitar que se caiga y la pego a mi costado, para mantener su peso conmigo. -Si fueses un poco más hombre te irías a buscar una mujer que tenga sus sentidos lo suficientemente alerta para decidir si quiere que la toque un enfermo como tú o no.

Me mira molesto; cuando debiese estarme mirando sonriente y agradecido porque no le he partido la cara. Me doy vuelta, sosteniendo a Lexi que tiene olor a botillería e intento sacarla de allí. Por suerte Cole me encuentra rápidamente y me ayuda a sujetarla. Pesa mucho más de lo que uno esperaría de ella, sobre todo cuando ha decidido cambiar toda su alimentación por algún cereal esporádico y vodka.

-Le cuelga la cabeza-dice Cole, como si yo no me hubiese dado cuenta. -Está totalmente borracha.

Asiento en silencio, porque no tengo nada que decir. Verla así me duele. No me duele porque crea que no tiene derecho a beber, me duele porque sé que está así porque no sabe cómo más lidiar con el sufrimiento que tiene. Porque la única forma de apagar sus pensamientos, su tristeza; es ponerse en este estado. Porque solo así su cabeza descansa, pero su cuerpo se está destruyendo.

Y me duele porque sé, que, de una forma u otra, yo contribuí a esto. Aunque sea tangencialmente; si jamás me hubiese conocido, jamás habría llegado a estar así.

La llevamos hasta mi auto, sin que recupere ni un segundo la conciencia; y le digo a Cole que se suba con ella atrás; no quiero que esté sola.

Mientras manejo hacia su casa, miro por el retrovisor para asegurarme de que está bien. Va apoyada en el hombro de Cole, y aunque suene estúpido, está totalmente hermosa. Se cortó el pelo hace unos meses, entre su crisis de solo estar acostada y convertirse en el alma de la fiesta, y ahora lo lleva por encima del hombro.

Está dormida, y por suerte; se ve en paz. No como hace tres semanas cuando tuve que subirla a la fuerza al auto porque estaba decidida a desnudarse en frente de un millón de extraños solo para probar que podía hacerlo.

Aun así, en todas sus facetas la quiero. La quiero con locura.

-Voy a vomitar-escucho de pronto de su hermosa voz. Me cambio de pista y freno tan rápido como puedo. Cole la baja del auto y comienza a vomitar sobre el jardín de la pobre persona que ha tenido la mala suerte de que paremos ahí.

Aunque Cole la está sujetando me acerco y le tomo el cabello, para asegurarme de que no se ensucie.

-Esto tiene que parar Luca-dice Cole mirándome.

Asiento, porque sé que es así; pero no sé cómo ayudarla. Sobre todo, cuando no quiere absolutamente nada conmigo. Si hay alguien que no puede hacer más que rescatarla en estas ocasiones, soy yo.

-Está en un camino autodestructivo que no sé cómo va a terminar- Está preocupado, como yo. Como sus padres. Como Steph y Esteban. Como Amara.

Lexi parece recuperar la conciencia un par de segundos y se incorpora para observarnos.

-¡Luca!-dice contenta, regalándome una enorme sonrisa.

Es horrible saber que solo sonríe así porque está ebria; porque si estuviese lúcida, jamás me regalaría ni media sonrisa, sino todo lo contrario, se aseguraría de que desapareciese de su vista lo antes posible.  

EL HIELO EN TUS OJOSWhere stories live. Discover now