LUCA XII

8 3 0
                                    

-Ya era momento de que pudiésemos salir solos los dos-digo jugando con mi servilleta y observando su reacción. Tal como esperaba, parece molesto. Me encanta molestarlo.

-¿Qué insinúas sobre Steph?

-Relájate Esteban-digo sonriendo. Instantáneamente su cara cambia y sonríe.

-¿Te das cuenta de que estoy haciendo un enorme esfuerzo por estar aquí contigo en vez con ella?-replica bromeando.

-Sí, lo tengo muy claro-respondo y agradezco al mesero la cerveza que pone frente a mí. La necesito mucho.

Esteban no espera un solo segundo y da un trago a la suya. -Ya es momento que Lexi y tú vuelvan a estar juntos.

-¿Lo dices porque quieres sacarla de tu casa?-pregunto serio. Si fuese así, no lo culparía. Recibir a alguien nunca es fácil; y sé que lo ha hecho con el máximo de su cariño, pero seguro debe estarse preguntando cuándo se irá.

Me mira con reproche. -No. Lo digo porque podríamos salir los cuatro.

-¿Y qué hacemos con Amara?

Su mirada es divertida y parece considerar seriamente mi pregunta. -No tengo la menor idea-dice riendo y vuelve a tomar de su cerveza. -Steph dijo que Lexi terminó en tu casa la otra noche, ¿qué pasó ahí?

-Tú vives con ella, pregúntale-respondo evadiendo la pregunta. Sigo sin descifrar la visita de Lexi... He amado estar con ella, sin embargo todo lo que me ha dejado son preguntas. ¿Por qué se acerca y se aleja? ¿Por qué quería que la llevasen a mi casa? ¿Por qué sus ojos se ven así?

-Oh no-dice divertido. -No me meto en esas conversaciones. ¿Crees que vivir con una mujer es difícil? Intenta vivir con dos que cuchichean todo el día... Me alejo lo más posible.

-No te envidio, eso es seguro-le sonrío. Pero sí lo envidio. Quisiera saber que Lexi siempre está ahí, en mi casa, esperando; tener la posibilidad de verla cada día.

-No te ves bien Luca, ¿está todo bien?-pregunta, y creo que se ha demorado mucho en hacerlo, pues he pensado que lo haría en cuanto nos encontrásemos. Esteban tiene la capacidad de saber cuándo estoy bien y cuándo no desde siempre, y ahora que es médico su capacidad tan solo ha crecido, se ha convertido en su super poder.

-¿Puedes recetarme algo para dormir?-le espeto y cojo una de las papas fritas que acaban de traer para disimular que en realidad necesito con desesperación algo para dormir. Está demasiado caliente y la trago sin morder, sintiendo como se quema cada pedazo de mi pobre e inocente esófago; pero disimulo.

-¿Tienes problemas para dormir?-me mira curioso. Ha activado su modo doctor.

-Sí-sigo sin mirarlo.

-Debieses hablar con tu hermana.

Justo lo que me temía que dijese. -Esteban...-lo miro en busca de ayuda, intentando apelar a su modo amigo. -Por favor, cualquier cosa menos eso.

-Puede recomendarte a alguien.

Me quedo en silencio mirándolo, y evaluando cómo proseguir.

-Te digo en serio Luca, si tienes problemas para dormir, darte una pastilla no lo solucionará, solo tapará el problema. No son cosas que se toman así simplemente, tiene que haber un seguimiento, una terapia asociada muchas veces.

¿Cree que no lo sé? ¿Qué no tengo conciencia de que mi falta de sueño es tan solo la expresión de algo mucho más grande y mucho más profundo? Claro que lo sé, pero no puedo hacerme cargo de eso, no ahora al menos. Tan solo necesito lidiar con el problema puntual, que es no dormir.

-Mira...-digo intentando hacer aflorar su lado más sensible. -La otra noche, cuando Lexi fue a casa, pude dormir por primera vez en mucho tiempo. Tan solo tenerla ahí fue suficiente para calmar mi cabeza, y me dormí profundamente. Pero no puedo secuestrarla para que duerma conmigo todas las noches.

-No suena como un mal plan. Seguro Steph estaría de acuerdo...-dice divertido, pero yo no sonrío ni un poco.

-¿De qué sirve tener un amigo médico si no puedes ayudarme? No te estoy pidiendo nada raro, solo algo que me ayude a relajarme... por favor.

Lo miro suplicante, y junto mis manos como si estuviese rezándole. Si tengo que tirarme de rodillas al suelo, estoy dispuesto a considerarlo, haría cualquier cosa con tal de conseguir algo que me ayude de forma rápida y efectiva, lo que sea.

Esteban suspira y me observa. Parece luchar con sus pensamientos, y no espero menos de él; jamás pensé que simplemente me lanzaría un batallón de pastillas para dormir. -Bien-dice serio. -Pero al menos debes tomarte exámenes de sangre ¿sí?

Asiento emocionado. -Por supuesto que sí.

-Y solo por un mes. Luego deberás ver a alguien, ¿está claro?

Asiento, pero estoy mintiendo. No pienso ver a nadie.

-De verdad Luca-dice descifrando mi mirada. -Estoy preocupado.

-No tienes que preocuparte por mí-digo alejando mi mirada de la suya.

-Claro que sí. Sabes que los hombres también pueden sentir cosas, ¿no?

Vuelvo a encontrar sus ojos y esbozo una sonrisa. -No me vengas con esas estupideces Esteban por favor.

-No son estupideces. No porque seas hombre todos esperan que seas fuerte e inquebrantable. Si piensas así sobre ti mismo, por favor ve a ver a alguien.

Pese a que quiero encontrar alguna gota de broma o liviandad en sus ojos, no la hay. Está hablando demasiado en serio y de cierta forma eso me golpea, como si me estuviese dando una cachetada y trayéndome de vuelta a la realidad, a mí realidad.

-Si quieres a Lexi, y quieres estar con ella, asegúrate de que tenga un lugar sano al que volver...-me mira sabiendo que acaba de destruirme con aquella corta pero filosa frase.

Asiento en silencio sopesando sus palabras; sus terriblemente ciertas palabras. Lo único que deseo en mi vida es que Lexi vuelva a mí, sin embargo, quizá no estoy en posición de estar con ella cuando soy un completo desastre incapaz de cuidar de sí mismo. ¿Cómo podría cuidar de ella? 

EL HIELO EN TUS OJOSWhere stories live. Discover now