LUCA XVIII

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Maldito Cole. Maldito e infeliz. Se ha ido, y me ha dejado con Lexi, solo para regresar a interrumpir el mejor momento de mi vida.

Estoy seguro, casi seguro, que Lexi iba a besarme. Lo he visto en sus ojos, lo he sentido en la velocidad de su respiración. Pero no, Cole ha llegado a interrumpir y ha roto el mágico momento.

No he podido besarla, ni tampoco entregarle su regalo. Hasta este momento, el cumpleaños de Lexi es un total fracaso para mí.

La observo mientras escucha como le cantan feliz cumpleaños, y me pregunto qué estará pensando, qué deseará cuando apague las velas. No puedo evitar preguntarme si quizá una pequeña parte de ella desea algo que tenga que ver con nosotros. Si cuando está a punto de desear algo, piensa en mí.

Pese a que está sonriendo, sé que no es así en su interior. La conozco lo suficiente. No está disfrutando nada de esto. ¿Cómo culparla?

Este año que ha pasado ha sido todo menos fácil para ella, y el aniversario de la muerte de Rose se acerca, lo que claramente debe tenerla angustiada; conociéndola, debe creer que no hay nada que celebrar.

Cuando sopla las velas, cierra los ojos, y la veo juntar sus manos, como si estuviese rezando. Se ve sincero. Sea lo que sea que ha pedido, lo ha hecho con toda la fuerza de su corazón. Espero que se cumpla su deseo.

-¿Le has entregado ya tu regalo?-dice Esteban llegando a mi lado.

Niego con la cabeza.

-¿Qué esperas?

-La verdad no sé. Supongo que tampoco quiero interrumpirla tanto.

Mi amigo apoya su mano sobre mi hombro. -No seas lento, no hace más que mirarte, está suplicando que la interrumpas y saques de aquí.

Al escuchar sus palabras miro hacia donde Lexi se encuentra cortando su perfecto pastel rosa y nuestras miradas se encuentran. Sus ojitos brillan, y me sonríe. No es una sonrisa como la que ha puesto a los demás esta noche, es una sonrisa honesta.

Mi corazón se acelera y sonrío bajando la mirada, avergonzado. No sé por qué aún logra ponerme así de nervioso.

Steph se acerca trayendo un pedazo de pastel para Esteban, y le sonríe dulcemente. -He sacado el mejor trozo para ti-dice y luego lo besa en la mejilla. Me quedo un par de segundos observando esa interacción entre ellos, y decido que quiero lo mismo para mí.

Ya no puedo seguir esperando que Lexi se acerque cuando quiera. Debo traerla de regreso a mí, he esperado suficiente.

-¿Crees que extrañarían mucho a la cumpleañera si me la llevo?-pregunto mirando a Steph.

-La extrañarán, pero no es relevante-dice sonriente. -Ve.

Poseído por mi corazón que sigue acelerado como loco por la sonrisa de Lexi, y por el consentimiento de Steph, avanzo a paso decidido entre la gente hasta llegar al lugar en que Lexi corta el pastel junto a Amara.

-Amara-digo seguro. -¿Crees que podrías continuar cortando tú sola?

Lexi me mira sorprendida, deteniéndose. Veo que se sonroja, y le sonrío en respuesta.

-Claro que sí-dice su amiga. -Soy una experta.

Asiento y quito con cuidado el cuchillo de la mano de Lexi y lo tiendo hacia Amara. Mi chica misteriosa parece estar completamente paralizada, y no se resiste un solo segundo cuando la tomo de la muñeca y atravieso todo su departamento con ella.

Algunas personas parecen sorprendidas, incluso curiosas, pero yo no me detengo ni un poco hasta llegar a la puerta. Solo entonces me giro para mirarla, sin soltar su mano. -Vamos-le digo, buscando su aprobación.

Asiente, seria pero con brillo en sus ojos, y yo abro la puerta para que salgamos de allí lo más rápido posible. Mi corazón late a toda velocidad, e intento pensar en qué es lo que quiero hacer a continuación.

Sin soltarla me acero al ascensor y muevo mis pies nervioso, esperando que llegue lo antes posible. Cuando se abre frente a nosotros, y subimos, suelto su mano y me pongo frente a ella.

-Lexi-digo, sin pensar mucho. -Escucha.

Me mira, y no logro descifrar la emoción que posee su rostro. Las puertas se abren y vuelvo a cogerla de la mano, para que salgamos a la terraza del último piso de su edificio.

Está obscuro y un poco frío, pero eso no me detiene y camino con ella de la mano, hasta que llegamos a la baranda, desde donde se puede ver la ciudad.

-Sé que todo lo que ha pasado entre nosotros no ha sido fácil-comienzo. -Sé que es difícil, lidiar con todo lo que ha sucedido. Sé el dolor que tienes, créeme, si hay alguien que lo sabe, soy yo.

Los ojos de Lexi se ponen llorosos, y si hay algo que no quiero, es hacerla llorar. Tomo sus manos con cariño.

-Te he visto hoy soplar tus velas y he rogado que uno de tus deseos fuera por nosotros. Porque te quiero Lexi, te quiero hace mucho tiempo, y no te he dejado de querer un solo segundo.

Quita una de sus manos, que no es una buena señal, y baja su mirada hacia el suelo. No parece tener intención de querer decir algo, así que simplemente sigo hablando, porque estoy harto de contenerme.

-Si me das la oportunidad, creo que podemos sortear todo esto juntos. Creo que podemos sanar juntos, o al menos intentarlo. Porque yo no quiero seguir alejado de ti.

No me mira, y mueve los pies, nerviosa. Presiento que va a rechazarme, y si es así, dejaré que lo haga; pero no sin antes decirle lo más importante.

-Te amo, y eso significa que quiero estar contigo siempre. En las cosas buenas, pero también en las malas. No quiero que estés sola, no quiero estar solo. Por favor Lexi.

Estoy suplicando, y probablemente debo escucharme patético; pero no me importa. Levanta la mirada del suelo, y posa sus ojos, llorosos, sobre los míos durante algunos segundos antes de hablar.

-¿Puedo pensarlo?-pregunta con apenas un hilo de voz.

Pensarlo suena mucho mejor que rechazarme, creo que he salido ganador esta noche. -Por supuesto-digo rápido. -Todo lo que quieras.

-No es que no quiera estar contigo-dice seria. -Es que... hay muchas cosas que necesito resolver Luca, y... tengo miedo. Por favor déjame pensarlo.

Asiento veloz. -Piénsalo. Estaré esperando que me respondas.

Lexi vuelve a mirar el suelo, nerviosa. Se ve tan distinta de la Lexi que iba a besarme en la cocina, y no tengo idea de qué ha cambiado. Quizá he dicho algo que no debía, quizá he usado las palabras incorrectas. Como sea, tampoco quiero presionarla, si necesita tiempo para pensar, lo entiendo.

-He traído un regalo para ti-digo metiendo la mano en mi bolsillo. -Lamento no habértelo entregado antes, no encontré el momento preciso.

Saco la pequeña cajita y la pongo frente a ella, como si estuviese haciéndole una ofrenda. Sonríe, nerviosa, y la coje con cuidado. -Muchas gracias-dice antes de abrirla.

Apenas la abre, veo sus preciosos ojos iluminarse, tal y como siempre supe que lo harían cuando elegí esto para ella. Me mira, con una mezcla de lo que parece ser ilusión y emoción y sonríe ampliamente, con una sonrisa grande, pero sobre todo sincera. Mi corazón se acelera de la simple emoción de ver cuánto le ha gustado.

-Esto es lo más lindo que me han dado-dice, sin dejar de mirar el collar.

-Yo creo que hay cosas bastante más bellas aquí-digo, embelesado por su sonrisa y por lo maravillosamente hermosa que se ve tan contenta. 

EL HIELO EN TUS OJOSWhere stories live. Discover now