Capítulo 11

11.9K 607 41
                                    

•Ella•

-Camila García- me tocaba a mí.

Al abrirse la puerta del consultorio, una mujer bastante alta, con abundantes rizos rubios y un traje que combinaba perfectamente con sus zapatos, se asomaba llamándome por mi nombre. Su cara se me hacía algo familiar, pero no sabía de dónde.

Me despedí de mi mamá y entré.

El consultorio era bastante amplio e iluminado, con paredes pintadas en tonos blancos y grises, un sillón color vino y enorme se encontraba a la izquierda, toda la sala estaba alfombrada, a la derecha había un enorme escritorio perfectamente ordenado y en la pared se hallaban colgados cuadros que me costaban entender.
-Puedes tomar asiento, Camila- dijo señalando el enorme sillón. Hice caso, me quité el abrigo y me senté.
-Soy la doctora Rivers, tu mamá me comentó que estas aquí por decisión propia- yo sólo asenti, sus ojos azules eran profundos e intimidantes -bueno, ¿por dónde quieres empezar? Entiendo que tendrás vergüenza al principio pero no te preocupes, nosotros los psicólogos mantenemos una confidencialidad con nuestros pacientes-me comentó al notar mi tensión, mientras abría una pequeña libreta negra y se colocaba unos anteojos. Entonces comencé a hablar.

Al principio me daba vergüenza charlar con una persona que no conocía, pero fuimos tomando confianza y le comencé a contar sobre mí. Le conté que tenía una hermana mayor viviendo en Chile, un hermano menor, un perro, le conté de Renata y Faustina, le comenté sobre Lucas y ella me escuchó atentamente en todo momento. Dudé si debía hablarle de Marcos Adami, pero una vez que lo había decidido, se había terminado el tiempo.
-Hemos avanzado muy bien Camila, nos veremos los miércoles a partir de ahora, cualquier cosa tu y tu madre tienen mi número de teléfono- dijo despidiendome amablemente.

Cada vez que sonreía, dos hoyuelos se dejaban ver en sus mejillas, "diablos, yo también quiero hoyuelos", ella me agradaba.

Salí y al no encontrarme con mi mamá, tuve que llamarle
-Cariño, me llamaron urgente del trabajo ¿Puedes irte en bus a casa?-
-Está bien- contesté y colgué el teléfono. ¿Siempre me haría lo mismo?

Comencé a caminar un par de cuadras, cuando decidí entrar en mi tienda de ropa favorita, para probarme algunas prendas ya que no tenía apuro de llegar a casa.

Entré y la tienda estaba repleta de gente por lo cual yo me sentía un estorbo con mi mochila que llevaba colgando en la espalda. Comencé a mirar algunas prendas y decidí probarme un vestido azul que me volvió loca en cuanto lo vi. Al dirigirme a los probadores, pude notar que todos estaban ocupados, así que esperé.

Estaba a punto de liberarse uno, cuando sentí que me empujaban de atrás, inmediatamente por un impulso, maldije.
-Lo siento, lo siento- me decía una persona, que cuando volteé no lo podía creer.
-¿Renata?¿Faustina?- pregunté extrañada -¿Qué hacen aquí?- pregunté pero la respuesta era más que obvia: se habían juntado, sin mi.

Ellas se observaban cómplices y reían a escondidas, me sentí traicionada de más.
-Ay Cami, es que no nos contestabas el teléfono y bueno, nosotras salimos a ver algo para el cumpleaños de Sofía-
-Si te contesté los mensajes sobre la noche de pizzas en casa de Felipe ¿No podías también avisarme esto?- mi voz estaba comenzando a quebrarse y ambas se dedicaron otra mirada cómplice, me sentía tan traicionada y tan excluida. Las desconocía completamente.

Al ver que no llegaríamos a nada más allí paradas, me volteé y me abrí camino hacia la salida de la tienda, pero antes de salir, comenzó a sonar la alarma de la tienda. Me quedé parada y dudé si se trataba de mi, hasta que el hombre de seguridad de la puerta me pidió que me acerque
-¿Me permite su mochila, señorita?- dijo extendiendo su brazo, miré alrededor y noté varios ojos curiosos posados sobre mi. Sin problemas, accedí, pues yo no había hurtado nada y no tenia nada qué esconder.

Amor prohibidoWhere stories live. Discover now