Capítulo 12

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•Él•

Viernes. Llevaba tres días enfermo y encerrado en mi casa ya que luego de haber estado caminando con Camila por el parque, a causa del frío cogí un resfriado y por ello había faltado al trabajo todos esos días.

Estaba harto de estar encerrado entre esas cuatro paredes y harto de pensar todo el tiempo en Vanesa, por lo cual decidí ir a trabajar ese día.

Miré el reloj con un ojo entre cerrado y otro abierto: marcaba las seis y media de la mañana. "Diablos", otra mañana más en la que tendría que andar apurado y corriendo. Me levanté, me vestí y me quite la cara de dormido como pude, tomé el coche y me fui.

∆∆∆
7.45 a.m. Rayos, me había retrasado cuarenta y cinco minutos. Al entrar a mi oficina, me sorprendí cuando me encontré a Gustavo hablando con el director de la escuela y otro hombre.
-¡Justo a ti te estábamos esperando, Adami! Él es Carlos, un preceptor de la escuela- exclamó Gustavo al notar mi presencia y sabiendo que no conocía al tipo que se hallaba con ellos.
-Marcos necesitamos charlar contigo- intervino el Señor Simone ¿Qué estaba sucediendo?

-Digame ¿Qué será?- pregunté extrañado.

Él se acomodo de lado sobre el escritorio de Gustavo, poniéndose cómodo y mirándome fijo. Mi cuerpo se tensó.
-Los alumnos de cuarto año realizaran un viaje a la feria de Ciencias de la capital y, los directivos y yo- dijo señalando a Gustavo y el supuesto Carlos- hemos llegado a la conclusión de que usted sería un guía perfecto para nuestros alumnos, ya que cuenta con conocimientos que vienen bien para la ocasión- explicó- ¿Y?¿Qué dice?¿Acepta?-
Yo estaba impactado, perplejo. ¿Yo como guía? Ni siquiera yo me lo creía.

No quería aceptar el compromiso, pero de repente recordé que Camila cursaba cuarto año y una parte de mí, que traté de suprimir, se apoderó de mi cuerpo y mis pensamientos. Trague saliva y contesté.
-Está bien, acepto hacer de guía- dije fingiendo motivación en mi tono de voz, cuando lo que en realidad sentía era miedo.
-Perfecto, en estos días lo llamaré a mi oficina y hablaremos sobre el tema- contestó satisfecho y se retiró. Entonces respiré, sin darme cuenta en qué momento había dejado de hacerlo.

Me recoste en mi silla, intentando relajarme cuando Carlos, que hasta ese momento no había articulado palabra alguna, se acercó a mi escritorio.
-Vaya amigo, en este momento eres la envidia de todos los preceptores de la escuela- dijo riendo y guiñándome un ojo. "¿De qué demonios está hablando?" pensé.

-No, mi querido Charly, Marcos no sale de esta cueva-intervino Gustavo señalando la oficina -así que no,tiene ni puta idea de lo que estás hablando-
Yo solo los observaba.
-Tú, mi amigo- dijo Carlos señalándome -vas a pasar una semana en la capital de la ciudad, con las alumnas más espectaculares que tiene esta escuela- dijo haciendo énfasis en la palabra "espectaculares" y se retiró riendo. Entonces comprendí de lo que estaban hablando y ¿es que acaso no les daba vergüenza hablar así? Podrían ser sus hijas ¿O solo yo me lo planteaba?

El viaje me serviría para despejar mi mente por un tiempo, pues todo había pasado muy rápido y no había logrado asimilar lo de Vanesa ni tampoco la idea de "utilizar" a Camila para olvidarme de ella. Sentí que todo iba a cien kilómetros por hora a mi alrededor pero mi mente seguía estancada en una realidad inexistente, en la que todo seguía en marcha como si nada hubiera pasado.

Quede pensando el tema del viaje por unos largos minutos, cuando sentí que mi teléfono celular sonaba. Contesté.

-¿Hola?-
-Hola princesa, dime que estas trabajando- la voz de Mauricio sonaba al otro lado del teléfono.
-Por supuesto, aquí estoy- contesté riendo.
-Perfecto, en diez minutos estaré allá- dijo imitando el ruido de un beso antes de cortar.

Amor prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora