LA MAGIA DEL GRIMORIO

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Alza la varita en su dirección, concentra el maná en la punta de esta, recita el hechizo en sus labios, apenas audible.
Los rayitos azules se concentran en la punta, cuando está lista, la descarga sale disparada en su dirección dando en la mano del hombre.

- Yan. Quítate o te quitaré. - chilla, se agarra la mano. Su rostro está apretado, mostrando aún más surcos. - No necesito una niñera.

- Esto está mal, Damon. No puedes saquear, objetos mágicos.
El Grimorio bajo su brazo comenzó a vribar cuando Damon saca una daga de los cajónes.
La sala llena de librerías, con sus libros de hechizos, se encuentra removida, libros y objetos por giual, regando el suelo. Los escritorios con cajones están boca. Parece que a pasado un tornado por dentro de la habitación.

-Necesito, el medallón. ¡Lo necesito! - sus ojos, surcados por venas rojas le dan un aspecto de enfado, cansancio y desesperación.

El Grimorio sale de debajo de su brazo, Yan, mira como las hojas se abren delante suya. La barita alza su brazo, y sus labios comienzan el hechizo. A mitad conjuración, intenta negarse a continuar, pues sabe que sucederá cuando lo lance.
La conexión Grimorio y Huésped, es más fuerte que el deseo de la persona, o sus ideales, la consciencia del ser mágico se antepone a la del mortal, es el precio a pagar por su magia.

Desde cientos de años atrás, los entes mágicos han traspasado sus espíritos a objetos encantados para mantener su perpetuidad; Y los hombres necios e ansiados de poder aceptan ser huéspedes de seres superiores, por un poco de magia. Aunque bien se sabe que los precios a pagar son siempre superiores a los benéficos.

- Manan, et sonium, esprit camb. - El hechizo termina al tiempo que el Grimorio, de él se enciende en verde puro, por todas sus páginas una bruma verde se extiende suelo abajo. Flota en el aire tas él, mientras continúa buscando sin descanso, rompiendo vasijas, libros, cajones.
Las páginas se abren y una lanza verde neón impacta en el pecho de Yan dejándola kao al momento, su Grimorio cae sin magia alguna y su barita se pierde en la marea de desorden.

- ¡Yan! - cuando el golpe sordo le llage, se gira asustado, dispuesto a imponerse a la voluntad contraria. - Esto no era necesario.
"¡Busca!" la voz lo obliga a continuar su tarea, y aunque intenta llegar hasta ella, apenas da dos pasos cuando vuelve a su tarea anterior.

El pasillo que da a la puerta exterior se llena de ruidos de pisadas, "Rápido, busca" .
Mete la mano y saca toda un ristra de libros de una balda, al caer uno de ellos deja a la vista un hueco en la pared, mete la mano en el, pero sólo encuentra un pergamino viejo rodio por sus esquinas.

- Sant del leblue. - blasfema, con una pugna encontrá de su ente. Deseándole maleficios.
La puerta cruje, por culpa del ariete, la madera se astilla, dejando entrar algunos ecos de voces externas.

"Deprisa". Tira un escritorio de un empujón.

- ¡No está aquí, maldito! ¡Entiéndelo! - chilla, el Grimorio se apaga, regresando a ser un libro normal. Las palabras resuenan en su mente, y después viajan a sus labios.
- Enminit est lomtrus camrputs... -
El círculo comienza a trazarse como una fino hilo, que de a poco, poco se extiende y enlaza como una bobina esmeralda, al final se enciende con una chispa, creando un portal.
- Yan. - "Es tarde".
Sus pies se mueven hasta la boca del portal, el ariete, parece apunto de doblegar la puerta a fuerza.
- Soltis pactus. - sus ojos se abren. Yan respira de nuevo en una gran bocanada de aire, las palabras de él la envuelven como un bálsamo sanador, haciendo que vuelva a tener toda su consciencia.

Presiona las palmas en el suelo, levantando unos centímetros el pecho. Mira su Grimorio, se agita y recupera color. "Frenalo". "Devuevelo, al sueño".
En su mente resuenan las palabras haciendo vibrar todo como tímpanos colgantes. Pocas veces su Grimorio se conecta con ella, pues su magia es más bien benévola, no agresiva y explosiva como otras.

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