III: Meet you

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Por primera vez en su vida, le animó levantarse al alba para ir a la escuela.

Cuando bajó las escaleras y se sentó a desayunar con sus padres, estos observaron a Dazai con extrañeza. Estaban demasiados acostumbrados, y preferían, la actitud sombría y carente de emoción de su único hijo, y aunque realmente el moreno no estaba haciendo mucho, solo sonriendo con malicia de vez en cuando, era algo nuevo para ellos.

Casi parecía un niño jovial, uno que nunca llegaron a conocer.

De todas formas, lo que ese día sus padres pensaran de él no podría importarle menos. Tenía información valiosa y un plan en mente. La noche anterior se le dificultó dormir. Estaba demasiado emocionado seleccionando las palabras e imaginando las posibles reacciones, que ni siquiera cuando tuvo que levantarse y bajar a buscar un vaso de agua, le molestó escuchar a su padre en la habitación de la sirvienta otra vez.

Era tan deprimente que se hubiese acostumbrado a esa situación tan rápido, pero por esa noche, no pensó en ello. No pensó en ese amor que los libros le vendieron como puro y único, aquel que en el fondo deseaba experimentar, y se concentró en lo que sucedería mañana en la escuela.

Había aprendido rápidamente que Chuuya siempre llegaba temprano y jamás se quedaba en casa, ni siquiera cuando enfermaba o se lesionaba a causa de las actividades de su club. Llegaba media hora antes de que la campana sonara, desayunaba en el salón e, incluso si se saltaba algunas clases, siempre podía encontrarlo en algún lugar de la escuela.

Era una rutina curiosa sin duda alguna. La mayoría de sus compañeros de clase llegaba justo cuando sonaba la campana, pero no pensó más en el significado de ese comportamiento del pelirrojo. Lo que le importaba era que beneficiaba el plan que tituló: "molestar a Chuuya hasta lograr que por propia voluntad le dijera a quién miraba siempre a través de la ventana".

Por supuesto, ya lo sabía, pero no era divertido si no lograba arrinconar al otro chico.

―¡Buenos días, Chuuya! ―saludó a las siete y media de la mañana.

Como imaginó, Chuuya estaba desayunando en su banco cuando irrumpió en el salón.

Se veía cansado, ojeroso y molesto como todos los días. No parecía haber logrado dormir bien, como si algo se lo hubiera impedido, pero ¡qué importaba! Lo único que le interesaba, era esa expresión de hastío con la cual el pelirrojo lo observó.

Ah, era tan única, tan maravillosa.

―¿Qué mierda te sucede? ―inquirió, mirándolo de pies a cabeza―. Y baja el maldito tono, ¿sabes lo chillona que es tu voz?

―Awww, ¿te gusta mi voz? ¡Voy a hablar más fuerte en ese caso! ―Adoró esa mueca molesta en su rostro. Era tan divertido, los ojos azules le observaban con tanta ira y no parecía que esta fuera a disiparse pronto―. ¿Es tan temprano y ya estás molesto? Que desagradable, ¿no puedo darle los buenos días a mi compañero de banco favorito?

Chuuya resopló. Parecía a punto de lanzarle el simple sándwich que estaba comiendo, pero era bastante notorio que estimaba más ese pedazo de pan que a Dazai.

―¿Qué tal si cierras la puta boca y te vas a la mierda, compañero?

―¡Qué malo! Y yo que solo estoy siendo amable.

―Te voy a vomitar encima, primer aviso.

―Asco. En fin, ¿cómo va tu mañana, Chuuya? ―preguntó con un tono meloso, sentándose en el asiento de enfrente para poder observar el rostro cansado y molesto del otro―. ¿Ya llegó el equipo de fútbol?

You look at me, I listen to you [SKK]Where stories live. Discover now