V: Closer to you

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Dazai quiso burlarse cuando esos chicos del club de fútbol se tronaron los nudillos, creyendo que de esa forma se veían amenazantes. Resistió el impulso, sabía que su situación empeoraría si se burlaba de ellos, aunque apenas podía contenerse.

Que injusto, quería reírse. Sus posturas, la forma en que caminaron hacia la mesa, algunos con los puños apretados, otros con las manos en los bolsillos, y esas miradas amenazantes eran tan cliché. Querían causar temor en él, pero Dazai no sentía nada.

Si se hubieran acercado en silencio, con una mirada dura y vacía, aquella con la cual su padre lo observaba, entonces sí se hubiera estremecido.

—¿Te gusta meterte con las novias de otros? ―preguntó uno de los matones. Le miraba con desprecio, casi parecía que quería escupirle encima.

Y sin embargo, Dazai no se movió de su lugar, ni tampoco apartó su aburrida mirada.

―No realmente ―respondió con sinceridad—, pero tampoco les diré "no" si quieren meterse conmigo, sé que soy irresistible.

―¿Irresistible? ―Se burlaron, riendo con fuerza y llenando el salón con su bullicio―. Pareces un maldito muerto viviente.

―Un poco, sí, pero ¿quién soy yo para juzgar los fetiches de otros? Tú tienes cara de que te gusta el BDSM. ¡Por supuesto, no te estoy juzgando!

El rostro del chico se sonrojo profundamente tanto por la vergüenza como por la ira. Buscando descargar su enojo, tomó el bolso de Dazai y lo botó, esperando recibir algo más que un fingido miedo de parte del otro.

Por supuesto, eso es todo lo que recibió.

―¡Waaah, que miedo! ―se burló, fingiendo temblar y luego sollozó―. ¡Eso tuvo que dolerle mucho al bolso!

Si no se hubiera movido a tiempo, su rostro hubiera sido pateado, pero ya había previsto ese movimiento. Esos chicos continuaban con las manos dentro de los bolsillos del pantalón, confiando en que patear cosas sería suficiente para asustarlo o lastimarlo. Para su mala suerte, Dazai había aprendido cómo esquivar golpes. Su padre siempre daba los mismo, y tan solo los recibía porque sabía que si no lo hacía su castigo sería mucho peor.

En su lugar, la mesa fue golpeada y las latas que había comprado para él y Chuuya cayendo al piso. Eso fue lo único que lamentó, no le gustaban las latas magulladas.

―Esto es aburrido y tengo hambre ―se quejó, queriendo volver a la mesa para recuperar las latas de café―. ¿Pueden irse? Prometo no volver a acercarme a ella y bla bla bla.

Sin temor de ensuciarse los zapatos, uno de los chicos piso una de las latas. El líquido explotó y saltó por todas partes, regándose como sangre sobre el piso. Ah, qué desastre, tendría que limpiarlo después, se lamentó, pero mucho más al pensar en que su desayuno con Chuuya se retrasaría mientras iba a comprar otro para el pelirrojo. Lo había prometido, ¿no? Lo esperaría en el salón con un café helado.

Tenían poco tiempo para comer. Lo mejor era que fuese a comprar otra lata en ese momento, pensó, mirando de un lugar a otro. Las salidas estaban bloqueadas. Ya no tenía nada más que decir para ganar tiempo, el reloj andaba muy lento y, seguramente, si algún otro alumno iba llegando, al ver lo que sucedía no entrarían.

Ah, bien, eso iba a doler, pensó Dazai, pero no iba a darles el gusto de verle sufrir. No iba a darles el gusto de ver su rostro retorciéndose bajo cada golpe. Mientras más pareciera una muñeca sin emoción, más rápido se cansarían de golpearlo.

Al ver que ya nada más salía de su boca, el grupo sonrió y se acercó a él, gustosos de que Dazai hubiera aceptado su castigo por el único verdadero crimen que no cometió. Uno de ellos lo empujó, le hizo tambalearse un poco mientras otros dos se movían a su espalda y le sostenían los brazos, exponiendo su flacucho abdomen que no estaba tan acostumbrado a recibir golpes. A papá no le gustaban las marcas que no se veían.

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⏰ Última actualización: Feb 06 ⏰

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You look at me, I listen to you [SKK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora