𝑪𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 4: 𝑬𝒍 𝒏𝒊ñ𝒐 𝒆𝒔 𝒎í𝒐

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Un día después de la visita del molesto consejero real, Bachira Meguru caminaba por su habitación, vestido con el uniforme de los seleccionados: pantalones negros, una camisa blanca y la flor que representaba a su provincia -un narciso- que se había puesto en el pelo. La combinación le convenía, pero Bachira todavía no estaba satisfecho.

La razón de su inquietud era que aún no había decidido qué zapatos usar, ya que se le había proporcionado todo el uniforme, pero se le había permitido elegir su calzado y, según el niño, ninguno de sus zapatos viejos era lo suficientemente elegante como para causar una buena impresión.

Hoy fue el traslado oficial de los pretendientes al castillo y Bachira casi sintió que podía volar de felicidad, cada vez más cerca de poder ver al príncipe.

Sin embargo, antes de partir, se organizaría una pequeña fiesta en el centro de la ciudad, donde miles de personas irían a verlo y, por supuesto, a juzgarlo, porque entre los muchos solteros de Chiba, el seleccionado había sido un cinco que no tenía ninguna calidad impresionante.

Bachira no estaba nervioso, estaba casi acostumbrado a miradas mordaces y comentarios condescendientes, simplemente quería que la gente se llevara una buena impresión de él, porque, si se casaba con el príncipe, esas personas serían sus súbditos.

Y qué mejor que ganar apoyo a partir de ahora.

A los pocos minutos de comenzar a frustrarse, su madre entra en la habitación, llevando consigo una gran bolsa de mano.

"Bebé, ¿estás casi listo?" Ella le pregunta, viendo cómo su hijo está arrodillado, con la cabeza pegada al fondo de su armario.

"Ya he empacado mi maleta y toda mamá, pero no sé qué zapatos ponerme"

Yu le lleva la bolsa de regalo a su hijo, observando cómo el niño se sorprende.

"¿Es para mí? No tenías que hacerlo", dice, sonriendo, abriendo el regalo teniendo cuidado de no dañarlo.

En el interior, había el par de zapatillas más hermosas que jamás había visto, eran de color amarillo claro con detalles blancos y muchos dibujos pintados a mano en la superficie, desde un girasol hasta un pequeño balón de fútbol, que representaban muy bien la personalidad de Bachira.

"Pensé que necesitarías un nuevo par y quería darte algo para recordarme mientras no estamos juntos".

Meguru se levanta instantáneamente para abrazar a su madre, lágrimas de felicidad corriendo por su rostro.

"Eres la mejor, mamá, muchas gracias", le dice sinceramente, inhalando el olor a pintura tan característico de su madre, para que nunca lo olvide.

"No llores tesoro, arruinarás tu maquillaje"

El chico se aleja de la mujer, conmovido, poniéndose las zapatillas con entusiasmo, viendo que le quedaban perfectamente. Su madre les da el visto bueno y lo ayuda a peinarse y retocar su maquillaje, dejando a su precioso hijo listo para partir.

Mientras ambos terminan de empacar la última de sus pertenencias, se involucran en una conversación trivial.

"Me enviarás cartas, ¿verdad?"

"¡Por supuesto! Te contaré hasta el más mínimo detalle" Bachira le asegura tratando de consolarla "Seguro que te lo pasas muy bien sola mamá, usa el dinero de la recompensa como quieras y diviértete. Espero que no me extrañes demasiado".

La mujer se ríe antes de responder.

"No te preocupes cariño, te estaré viendo todos los días en la televisión, para que no me sienta solo"

𝓛𝓪 𝓼𝓮𝓵𝓮𝓬𝓬𝓲ó𝓷 𝓑𝓵𝓾𝓮 𝓛𝓸𝓬𝓴Where stories live. Discover now