1. The pack

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―Voy a extrañar el norte

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―Voy a extrañar el norte.

Lyra Stark le dedicó una pequeña sonrisa a su hermano, Cregan, quien a pesar de ser un niño de sólo ocho años, percibe más cosas de las que debería, y de alguna forma, se hizo consciente de que Lyra no se marcha por voluntad propia.

Su hermano menor llevaba en la mano la espada de madera con la que entrenaba, sus nudillos se volvieron blanquecinos ante la fuerza que estaba aplicado, como si estuviera listo para asestar un golpe a cualquiera.

Con su mano libre, se apartó las lágrimas del rostro en un gesto de rabia. Lyra había pensado que la observaba desde la puerta con intenciones de despedirse, pero Cregan estaba más que dispuesto a utilizar sus escasas clases de espadas para proteger a su hermana de cualquiera que intentara llevársela.

―Por sobre todo ―Lyra se levantó y se acercó al niño para envolverlo en un abrazo― Te voy a extrañar a ti.

Cregan soltó la espada de madera para responder el abrazo, aún abrazado a ella, pudo ver los baúles listos y la capa de viaje sobre la cama, sus lágrimas aumentaron.

Los cabellos anaranjados de Lyra, un rasgo inusual en los Stark, contrastaba con la oscuridad de los de su hermano, aún así, las facciones de ambos eran tan similares, que si Cregan hubiera tenido un par de años más, hubiera pasado fácilmente como su hermano gemelo.

―Tío Bennard dice que no puedo ir a vivir contigo ―dijo ahogándose en un sollozo.

Lyra le acarició el cabello con ternura.

―Aún eres muy pequeño, cariño. Además, en unos años te convertirás en Lord Stark y gobernarás Winterfell, serás el guardián de todo el norte, ¿Cómo podrás cuidarlo si no vives aquí?

―Padre decía, solo la manada sobrevive, tú ahí estarás sola, Tío Bennard puede cuidar del norte. Soy tu hermano, yo voy a protegerte.

La frase que su padre les repitió cada noche.

«Cuando cae la nieve y sopla el viento blanco, el lobo solitario muere, pero la manada sobrevive»

Un dicho tan antiguo como el lema de la casa Stark.

―Cuando nos volvamos a encontrar, tú serás Lord y yo seré Reina, vendré a visitarte, podemos recorrer Winterfell a caballo y jugar en la nieve por horas, nadie nos podrá impedir hacerlo, ni siquiera tía Margaret. Pero hasta entonces, debes obedecer a nuestros tíos.

Lyra le limpió las lágrimas y aprovechó de acariciar sus mejillas.

Cregan se deshizo del abrazo y salió corriendo, probablemente en dirección a las criptas, el lugar en el que suele ocultarse cada vez que está molesto.

Lyra tomó la espada de madera y la escondió dentro de su baúl, con la esperanza de seguir sintiéndolo cerca a pesar de la distancia.

Los criados entraron a los aposentos y luego de recibir la aprobación de Lyra, comenzaron a llevarse los baúles.

Lyra observó su habitación una última vez, ya no quedaban rastros de que alguna vez la habitó, tía Margaret se encargó de eso, quería los aposentos en perfecto estado para entregárselo a su hijo mayor y que este pudiera decorarlos a su gusto. Cuando anunció lo que haría en la cena del día anterior, Cregan se levantó de la mesa diciéndoles que la habitación de su hermana debía permanecer vacía, en caso de que Lyra decida cancelar la boda y volver.

Apartó la mirada y se dirigió hasta la entrada, en donde su carromato ya estaba preparado para el viaje por venir. Tío Bennard ajustaba la rienda de su caballo mientras gritaba indicaciones para los soldados Stark y los abanderados que se habían ofrecido a servir como escolta.

Tía Margaret llegó a su lado y la tomó del brazo.

―Esto es por el bien de nuestra casa, ¿Verdad? ―le preguntó Lyra.

Lyra anhelaba casarse y formar una familia, tal como era esperado de una dama de su edad y posición. Sin embargo, nunca imaginó tener que abandonar el norte para lograrlo, quería ser testigo del crecimiento de su hermano, recorrer Winterfell por las mañanas y quejarse del frío invernal por las noches. Habría aceptado desposar a cualquier otro señor norteño sin dudarlo si eso le permitía permanecer cerca de casa. Aún así, según las palabras de Tío Bennard, el hecho de que el Rey la aceptara a ella como esposa por sobre todas las otras damas, fue un golpe de suerte que no pueden desaprovechar.

―No será tan malo si no quieres que lo sea, Lyra, Viserys Targaryen es el Rey, pero sigue siendo un hombre. Eres hermosa, nuestra flor del norte, y esa será la única arma con la que entrarás a tu nuevo hogar, úsala, pon al Rey a tus pies.

―Viserys Targaryen ―murmuró para sí misma.

El nombre de su futuro esposo, un hombre al que jamás ha visto, que la supera en edad y tiene su vida más que establecida. Ha escuchado rumores sobre él, suposiciones, cuentos que sus tíos e incluso otros señores norteños han soltado en la cena, pero, ¿Qué tan ciertos eran?

―Debemos partir ―ordenó tío Bennard.

Se despidió de tía Margaret con un abrazo y aceptó la mano de su tío quien la ayudó a subir al carromato. Lyra viajaría ahí sola, era lo único que les había pedido antes de aceptar. Necesitaba del tiempo del viaje para hacerse a la idea de lo que está por cambiar.

En solo un par de días, será llamada Reina, abandonará el apellido Stark para adoptar el de los Targaryen, su nuevo deber será engendrar hijos para su Rey, para que estos puedan sucederlo cuando llegue el momento.

Sus dedos rozaron el broche en forma de lobo huargo que lleva colgado al cuello, un recordatorio constante de quién es y de dónde viene.

―Por favor, guíenme.

Cerró los ojos y comenzó a rezar en silencio. Le pidió a los dioses antiguos y a cualquiera dispuesto a escuchar, que permitan que, solo por esta vez, el lobo solitario sobreviva lejos de la manada.

Winter, Viserys Targaryen [HOTD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora