𝑩𝒆𝒔𝒐𝒔 𝒆𝒏 𝒍𝒂 𝒎𝒆𝒋𝒊𝒍𝒍𝒂.

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Camino con pasos lentos e disimulados, en pocas palabras quería hacerla de ninja para poder sorprender a Damián — Lo cual era casi, pero casí imposible. — que estaba sentado en la orilla de aquel edificio con la mirada perdida en algún punto, el viento movía sus cabellos negros con gracia.
Se miraba tan sereno, tanto que asta se podía arrepentir de querer asustarlo.

La noche era simplemente hermosa, la luna llena brillaba a todo su explandor al igual que sus estrellas.

Era perfecta para ellos dos.

« Nisiquiera la luna o estrellas se comparan con su belleza. »

Se avergonzó terriblemente al pensar eso de su mejor amigo y compañero de aventuras pero era simplemente la verdad, la Luna quedaba como una tonta esfera brillante si se trataba de ser comparada con el Robin.

Poco a poco la cabeza de Damián giro a su dirección, sus ojos se clavaron en el cual cuchillas en el, fue directo a su corazón, su pecho parecía querer salirse de su lugar, el mismo escuchaba sus propios latidos y los del moreno que de igual forma estaban mucho más alterado de lo que deberían.

Si, tal vez no fue precisamente discreto.

— Sabía que estabas aquí. — Dijo el Robin con serenidad. — Tendrás que mejorar tus abilidades si quieres llegar a sorprenderme Kent.

El sonrió ladino como siempre lo hacía y por una extraña razón o tal vez no tanto la sangre se le acumuló en las mejillas que se tiñeron de rojo carmín de inmediato.

Las típicas mariposas clichés  revoloteaban en todo su estómago tanto que creía que realmente eran parásitos y no las bellas mariposas, el lo sabía más que nadie, sabía que en cualquier momento cometería alguna tonteria.

Una tontería de la que jamás se arrepentirá.

— ¿Qué te ocurre? — Preguntó el mayor anarcando una ceja. — Tu cara esta un poco roja.

Ni siquiera se dio cuenta de en que momento se habia quedado varado en medio del tejado del edificio mirando seguramente como el idiota que era al Robin menor.

Como un idiota enamorado.

Eso es lo que era el.

Negó en señal de que estar bien y Damián pareció entender por lo que el hizo una breve seña para que le acompañara en aquella cálida noche, no se negó ante su pedido, pues no era nadie para hacerlo, se sentó junto a el admirando de la misma forma el cielo, ciudad gótica se veía tan brillante desde hay, pero no tanto como su acompañante.

Y volvía con sus cursilerías.

Eran palabras que un enamorado diría sin duda.

— Damián.

Llamó Jon en un breve murmullo que fue suficiente para que el lo escuchará y se dignara a mirarle.

Por alguna razón los ojos del chico tenían un brillo especial, se veían tan llenos de vida y por milésima vez el hijo de Batman pudo apreciar la belleza que era súper boy.

Era bello en toda la palabra.

Sus ojos eran tan azules como el cielo del mismísimo día, sus mejillas estaban impregnadas por hermosas pecas, que juraba que si las unía podía realizar una constelación.

— ¿Qué?

Su tono era hostil pero Jonathan ya estaba acostumbrado a eso, sabía que así era el, y lo quería tal y como era.

— Me gustas.

Damián pareció haberse sorprendido un poco ante su tan repentina confesión pero sonrió brevemente mientras un adorable sonrojo cubria las mejillas del de piel canela.

Era como si ya lo supiera.

— Ya te habías tardado Kent.

Entonces Jon dejó caer su cabeza en el hombro de su acompañante, sus dedos se rozaron por unos breves segundos que fueron suficientes para que una agradable corriente eléctrica les recorriera por todo el cuerpo, Damián jamás estubo tan decidido como en ese momento, tomo la mano del menor con verguenza y la entrelazo con la suya.

No podían estar más feliz.

Le volvió a mirar con adoración pura plasmada en sus iris de color azul cielo, se acercó lentamente al rostro del contrario quien se puso nervioso ante la pequeña idea de lo que el menor quería hacer.

Esperó con ansías el toque de los labios del chico contra los suyos que no diría por obvias razones pero nunca llegó, en su lugar sintio un pequeño beso en su mejilla.

Se sonrojo furiosamente.

— ¿Pero qué carajos? — Observó como el menor se alejó de el para reír un poco ante su reacción. — ¡Tu pequeño infeliz..!

Se callo nuevamente al sentir los cálidos labios de súper boy volver a tocar su mejilla, el chico seguía riendo como si hubiera cometido un travesura.

Y de echo lo era, una travesura de ambos chicos, una travesura de la que nadie tenía por que enterarse.

— Me gustas muchisimo Damián.

Volvió a repetir y el chico sonrió de manera casi nula, pero lo hizo.

— Tu también me gustas mucho Jonathan.

Ahora fue el mayor quien depósito un beso en la mejilla pecosa del chico de acero.

— Tus latidos van muy rápido D.

El se indignó un poco por eso.

— ¡Oye no leas mis latidos baby boy!

Jonathan río con ganas, tanto que inclusive contagió al amargado que ahora tenía como novio.

Jonathan se sintió verdaderamente feliz, ambos lo estaban realmente, se recosto nuevamente en el hombro del mayor quien acarició con dulzura sus cabellos.

Ninguno de los dos se dió cuenta de cuanto tiempo estuvieron reprimiendo ese sentimiento que hiba más allá que una simple amistad o hermandad, nunca se sintieron tan seguros de algo, más que ahora, estar en los brazos del otro les daba confianza, era su lugar seguro.

Sin duda el cielo estrellado fue el unico testigo de aquel amor tan puro floreciente de aquellos dos adolecentes.

¿Qué les preparará la vida? Sea lo que sea lo enfrentarían; juntos.

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𝑲𝒊𝒔𝒔𝒆𝒔 | ძᥲmіȷ᥆ᥒ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora