1 Cap "Claro que se Surfear" 🛶

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California se desplegó ante mí como un lienzo de opulencia y elegancia

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California se desplegó ante mí como un lienzo de opulencia y elegancia. El aire fresco acaricia mis sentidos, impregnando con la promesa de nuevas experiencias. Las viviendas, fusionando lo moderno con lo rústico, se alzaban como testamentos arquitectónicos a la sofisticación. Mi visión se perdía en la vastedad del océano, que se desplegaba majestuosamente en todas direcciones. En este escenario, la fusión de la modernidad.

La añoranza por la presencia de mi novio se intensificó, aunque la realidad imponía una espera prolongada. La noche ya había caído, y la estricta política de mi madre respecto a salir de noche persistía. A pesar de mi edad, su preocupación maternal mantenía restricciones. En este momento de reflexión, reconocía la necesidad de equilibrar la autonomía con la responsabilidad, consciente de que la noche albergaba dinámicas que requerían cautela y discernimiento.

-Pero el viene a por mi en coche-rechiste a mi madre, cuando se me cruzaba algo por la cabeza no había nadie que me lo impidiera, bueno tal vez mi madre si.

—Jana como me vuelvas a rechistar mañana tampoco vas a ir a ver a Ethan. -concluyó mi madre, sin soltar ni una sola palabra baje del coche y saqué mi maleta.

—¡Me pido la habitación más grande! —dijo mi hermana pequeña Lana.

La disputa entre habitaciones concluyó rápidamente debido al cansancio general. Al abrir mi maleta, extraje mi pijama y me sumergí entre las profundidades de las sábanas, permitiendo que todo mi cuerpo descansara.

Me tocó dormir en la habitación del piso de abajo; lo único destacado era la gran ventana. A causa de mi insomnio, pasé una hora dando vueltas en la cama. Incapaz de conciliar el sueño, me levanté, fui a la cocina y bebí un vaso de agua. Mientras bebía, vislumbré una pelota redonda vagando por el jardín. Abrí la puerta de cristal, escuché gruñidos y al girar hacia la izquierda, vi a un cachorro jugando con la pelota. Sus ojos eran azules, su pelaje blanco con manchas marrones.

—¡MONNIE! —escuché un grito cerca de mí, un niño aparentemente de la edad de mi hermana Lana se acercó hacia mi jardín.

—¿Siempre lo paseas a estas horas?—pregunté.

—Si, Caleb y yo nos doblamos los turnos. Él por la mañana y yo por la tarde- respondió agarrando en brazos a el cachorro.

—¿Puedo tocarlo? —pregunté.

—Claro —el joven se acercó a mí permitiendo acariciar el cachorro.

—¿Quién es Caleb? —Le pregunté.

—Uno de mis dos hermanos —respondió y pensó unos segundos antes de volver a hablar. -¿Eres nueva por aquí, verdad?

—Si, llegué hace 2 horas. Supongo que esa casa de allí al lado es la vuestra ¿Cierto?

—Si, Bienvenida. Allí vivimos —se le veía muy sonriente a pesar de que eran las doce de la noche y ya había sueño.

—Me presentó soy Jana, ¿y tú?

NO ES LA MIRADA, ES COMO ME MIRAS © [en proceso] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora