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— No quiero seguir hablando. — Gruñó.

— Pero es importante.

— Dije que no más, hablaré con mi padre después.

— Pero Lang.

— ¡Que no! — Bufó molesta justo antes de que, como un cliché chocara contra la puerta de cristal de su casa. — Juro que si te ríes te corro. — Amenazó al pobre chico que la seguía simplemente para darle un recado.

— En verdad es importante, su padre está muy insistente en el tema. — Avisó como su último intento mientras se tragaba la risa.

— Que el viejo se quede con las ganas, será a mi tiempo. 

Lang, a ella no le gustaba su nombre, tampoco le gustaba su escuela y mucho menos le gustaba tener que ir con el ridículo uniforme gris de su equipo de americano que la hacía parecer como una presidiaria. 

Tomó su teléfono mientras subía a su auto, se preguntaba dónde estaban todos sus amigos. Nadie contestaba y eso comenzaba a irritarla, no le gustaba estar sola a pesar del tonto estigma de lobo solitario. 

"En verdad, alguien conteste, díganme que están en la escuela, si me quedo sola juro que voy a matarme" Escribió en el grupo donde estaban todos. 

"Si, si, escuela, el día de hoy no se toman clases" Contestó su mejor amigo Samuel, él no era de mucha ayuda, faltaba más días de clase de los que tenía el año así que su respuesta era lo mismo que la dejaran en visto, así como el resto de sus amigos.

Se planteó muy seriamente no ir a la universidad, no importaba, pronto tendría que dejarla, en realidad, solo le quedaban un par de meses, si seguía yendo era más bien como un juego o forma de escapar de casa para no tener que enfrentarse a las largas charlas de su padre, esas ya las tendría después, una vez tomara la cabeza de la familia, hasta ese momento se negaba a leer un papel que solo le secaría la cabeza. Además ese día se sentía contenta, no podía ocultar esa sonrisa resplandeciente, por algún motivo pensaba que algo sorprendente pasaría, debía de ser el instinto.

Se dirigió a su destino conduciéndolo a una velocidad no muy correcta hasta que recibió una llamada de otra de amigas.

— Perro ¿Quieres venir a mi casa? Tendré una fiesta.

— No me llames así. —Reclamó de inmediato. — Por favor Mary, es muy temprano para una fiesta, estoy yendo a la escuela.

— ¿Escuela? ¿Eres idiota cierto? No entiendo como tu padre en verdad piensa dejarte al mando.— Pero aun con la reprimenda de su amiga, Lang no entendió nada, tuvo que esperar hasta que escuchó un largo suspiro del otro lado. — ¿Sabes que hoy es sábado cierto? Por favor dime que lo sabes y solo estás bromeando.

Si... Lang no sabía que era sábado, quizá por eso el chico que ayudaba a su padre la había intentado detener tan fervientemente. Ahora las burlas con sus amigos no terminarían jamás.— ¿Puedo ir a tu casa a cambiarme la ropa? No quiero regresar a mi casa para que se den cuenta de lo que hice.

— ¿Por qué carajo creí por un momento que en verdad solo me estabas bromeando? Ven a casa rápido, así me ayudas a preparar lo que me falte.

Cambio de ruta inesperado y muy necesario si no quería hacer el ridículo. La casa de su amiga estaba en la parte más alta de la ciudad, bastante cerca de donde Lang vivía, era normal que las familias se mantuvieran unidas. En cuanto pisó la entrada de la casa de Mary le lanzaron un cambió de ropa adecuado para la ocasión.

— ¿En verdad te cuesta trabajo seguir viva? No puedo creer lo tonta que eres ¿Qué harías si no me tuvieras a mí?

— Para empezar no solo te tengo a ti. — Reclamó molesta. —Y segundo, no soy tonta y lo sabes, solo soy muy distraída.— No puedes engañar a nadie, eres un perro con su juguete.

Su orgullo como licántropo se veía severamente afectado cada vez que se referían a ella como un simple perro ¿Cómo ella se atrevía a llamarle así? No podía quedarse sin responder nada.

— Te he dicho mil veces que no me llames perro, estoy cansada de que no me respetes, cuando mi padre deje la manada en mis manos juro que voy a terminar contigo. 

Lang siguió la palabrería pero Mary sabía que debía hacer, su amiga siempre se comportaba igual. Caminó hasta un trinchador cercano y comenzó a buscar algo dentro de los cajones, todo esto sin dejar de oír la voz de su amiga reclamando y parloteando de una y mil maneras.

Mary levantó la mano lo más que pudo y apretó con fuerza haciendo sonar una pelota de color rojo vivo callando por fin a su amiga. Lang se hipnotizó, nada más importaba, esa pelotita tenía que ser suya.

— Me alegra que no seas un perro, si lo fueras, no sé qué pasaría en este momento si lanzo la pelota. — Seguramente si Lang hubiera tenido cola la agitaría como una loca. 

— Es solo un instinto. — Reclamó como una niña pequeña. — No significa nada.

— ¿Y esto que significa entonces? — Mary solo quería molestarla, sacó la correa que solían usar en caso de una "emergencia de luna llena" como le llamaban a cuando Lang se transformaba en medio de la calle por no revisar el calendario. — Porque esta pequeña placa de nombre dice que una tal princesa es un perro y eso es todo lo contrario a "solo un instinto".

— Te lo dije, esa placa es humillante, te pedí mil veces que la quitaras pero no te importa.

— Vamos, es mi momento de jugar, tú también te burlas de mí, me parece que estamos a mano. — Eso era completamente real, cuando Mary sufría sus ataques por falta de sangre Lang no paraba de reírse por días. — Por cierto, si te quedarás en la fiesta necesito que te comportes, casi todos serán humanos y no quiero asustarlos, nada de transformaciones.

— Me estás robando mi chispa.— Bueno, entonces asusta a los humanos que vengan, revela el secreto, después te quiero ver explicándoselo a tu padre.

— Sip, no quiero problemas con mi padre en este momento, no más.

Se vistió en cuanto tuvo oportunidad y junto con Mary organizaron todo lo que faltaba solo para terminare esperando hasta la noche. Poco a poco los invitados llegaron, nadie llamaba la atención de Lang, muchos extras que simplemente ocupaban un espacio hasta que olió un perfume especialmente atractivo, una chica de pelo tan largo y sedoso que deslumbro a la licántropa, es que podía comparase con el nivel de atención que le daba a la pelota roja. Lang tuvo que correr hasta Mary antes de volverse loca.

— Necesito ayuda ahora. —Sentenció sacándola de la conversación en la que estaba. — No tendré tiempo para salir de aquí, necesitamos la correa ahora.

— Pero no estamos en luna llena. — Contestó sorprendida sin embargo acató y corrió en busca del collar.

— No, no lo estamos pero encontré a mi propia luna.

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Una nueva historia de hombres lobo y vampiros ¿Muy original no? Pero le tenía ganas así que espero les guste, un saludito.

AMAT.

Poco ConvencionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora