Donnie no quedó terriblemente impactado cuando la cálida sangre de su madre goteó por su muñeca. Sintió la fuerte mano de Rock apretando delicadamente la suya y encontró un consuelo peculiar cuando entró al baño.
Rock sentó al niño en el asiento cerrado del inodoro y miró el desagradable rasguño que le afectaba la mayor parte de la rótula. Unas cuantas líneas irregulares y ondulantes de la alguna vez lisa superficie del niño colgaban de un costado. El rojo todavía salía de la herida con bastante generosidad.
"Vamos a curarte", dijo Rock.
El chico no ofreció ninguna palabra en respuesta.
Las grandes y ensangrentadas patas de Rock temblaron por la descarga de adrenalina, la descarga aún retumbaba en su interior. Para recuperar la compostura, giró el grifo de agua caliente del fregadero. Rock humedeció un paño y usó la pastilla de jabón para crear espuma.
Las emociones que mantenía bajo control eran peligrosas.
Rock no sabía cómo sentirse por lo que le había hecho a la madre de Donnie. El solo hecho de lograr pensar lo suficiente para limpiar al chico se sintió como una victoria. Simplemente estaba haciendo lo que pensaba que era correcto, pero por dentro nada estaba bien.
Sintió que se deshacía. Se sentía drogado y esa sobrecarga de puro pánico y caos era como una droga.
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No tiene importancia. La mataste, pero todo lo demás está bien. Todo se puede arreglar. Más fertilizante... ella es sólo más fertilizante, eso es todo. Puedo decirle a Geraldine que intentó irse. Ella lo entenderá. Tuve que hacerlo. No tenía elección, pensó Rock.
El tejido cicatrizado bajo el traje y la camisa palpitaba. La carne que había sido inflamada hacía mucho tiempo por los hierros candentes todavía dolía de alguna manera.
Ella lo entenderá, se mintió a sí mismo.
Una vez que Rock se lavó la sangre de las manos, sacó gasas de algodón y una botella marrón de agua oxigenada de detrás del espejo. Su relación con Geraldine lo había obligado a familiarizarse íntimamente con los artículos.
Rock se arrodilló frente al chico e intentó hacer contacto visual. Si bien sus alumnos se habían conectado, Rock todavía no sentía que el niño realmente lo viera. Era como si estuviera mirando más allá de su cara áspera y las manchas carmesí que estaban salpicadas por todo su pecho y cuello.
La mirada vidriosa de Donnie era una con la que Rock estaba muy familiarizado, una que se concentraba en vivir dentro de su propia cabeza en lugar de lidiar con la sombría certeza de los malvados problemas que lo atormentaban.
"Todo estará bien", dijo Rock.
Mientras rociaba el algodón con antiséptico, Rock supo que sus palabras estaban vacías. El corte podría estar bien, pero ¿algo más lo estaría?
