Capítulo 9. Malas noticias

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Ainhoa no podía parar de darle vueltas al día anterior. Esa noche le había costado dormir. Sabía que era por el cúmulo de emociones que había estado experimentando. Bueno, no exactamente. Era más bien por ponerle nombre a lo que sentía. Ahora todos aquellos nudos en el estómago tenían sentido, aquella necesidad de estar siempre cerca de su amiga. Se llevó las manos a la cara, mirando al techo y conteniendo un suspiro de exasperación. ¿Cómo era posible que le pasara esto a ella? ¿Cómo iba a sentirse atraída por su mejor amiga? ¡Su mejor amiga y compañera de trabajo, nada más y nada menos!

Giró entonces su cabeza a la derecha, observando a Luz. La chica dormía tranquila, en calma, como si nada la perturbase. Entonces, apoyándose sobre su codo, giró su cuerpo hacia ella para mirarla justo por encima. Su pelo moreno, atado en una pequeña coleta alta, casi caía sobre su rostro. Con delicadeza, para evitar despertarla, apartó aquel mechón de su cara, con lo que pudo ver los rasgos con más claridad. Observó sus mejillas, conteniéndose para no depositar una suave caricia en la piel de la chica; podía imaginar sus ojos, ahora ocultos tras los párpados, y sentir aquella sensación que la invadía cada vez que su amiga clavaba su mirada en la de ella; sus labios, entreabiertos, dejaban escapar levemente el aire en una suave exhalación. De pronto, una imagen de Ainhoa besando su boca la sacó de su ensoñación. La chef se retiró y volvió a su posición original, boca arriba y con ambos brazos sobre la almohada. Miró el techo fijamente, y fue como si en el blanco que lo cubría viese reflejadas todas las escenas de Luz junto a su pareja, Paolo: las miradas cómplices, ambos con sus manos entrelazadas, tal y como ella y Ainhoa hacían delante de su familia; las famosas citas que su amiga le había relatado una y otra vez y los piropos de su chico hacia su amiga delante de ella. Lo vio a él, y a su memoria vinieron los momentos en los que Paolo le había confesado a Ainhoa lo que quería a su novia y lo que le asustaba perderla cada vez que la notaba distante. Ella siempre había intentado ser de ayuda para ambos, pero ahora... ahora sentía el corazón en un puño. Estaba comenzando a desarrollar sentimientos hacia Luz, y eso no podía suceder. No quería inmiscuirse en su relación con Paolo, no quería hacerle daño a ninguno de los dos. Habían sido siempre tan buenos con ella...

Ainhoa se sentía culpable. Le frustraba no poder controlar lo que sentía. La situación actual tampoco ayudaba. Fingir ser la novia perfecta y feliz junto a la chica que le gustaba y no correspondía sus sentimientos era una putada, y una de las gordas. Ya sabemos lo que dicen, que el roce hace el cariño; y es que la chef se sentía abrumada ante aquella situación. Tenía que marcar distancia; no quería hacer daño ni sufrir de nuevo, pero... ¿acaso no le estaba pasando ya?

A su lado, Luz hizo un movimiento brusco, girándose de pronto y quedándose de cara a la chica. Seguía dormida. Sus manos estaban casi pegadas. La breve distancia que las separaba era electrizante. Después de un breve instante, Ainhoa se percató de que la estaba mirando descansar con una sonrisa en el rostro. Joder, aquello era más grave de lo que pensaba. Se cagaba en Ratatouille, en los estudios Disney y en el plan de su madre de acompañarla a ir a ver la dichosa película. Habría vivido más tranquila negando lo que sentía.

Su corriente de pensamientos se vio interrumpida de nuevo por su amiga, que había cerrado la distancia entre ellas, agarrando suavemente la mano de la chica. Ainhoa sintió que el corazón se le paraba. Luz pareció susurrar algo ininteligible, algo incomprensible incluso en el silencio que invadía la habitación y la casa. 

Ainhoa supo que esa noche no podría dormir.

***

Sin embargo, se dio cuenta de que en algún momento de la noche había caído dormida cuando abrió los ojos en la misma posición en la que recordaba estar: mirando al techo. Le dolía algo la espalda, posiblemente debido a pasar horas acostada de esa forma. Miró a su derecha, encontrando aquel lado de la cama vacío. Luz ya se había levantado. Alcanzó entonces su móvil en la mesilla de noche, que se situaba en el lado contrario, y miró la hora. Eran las diez de la mañana. ¿Cuándo se habría dormido?

El Cielo en la TierraWhere stories live. Discover now