Capítulo 20. La excusa perfecta

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—Tía Clara, venía a…

Ainhoa, que estaba de espaldas, se giró hacia la puerta al reconocer esa voz. Luz se había detenido en la entrada del despacho y la miraba fijamente. La chef, que nunca había destacado por su habilidad con las palabras, se quedó muda al verla, un efecto acentuado por el outfit que llevaba la otra chica.

—¡Hola, Luz! —la saludó Clara—. ¿Has visto quién está de visita?

La chica sonrió, o al menos parecía haberlo intentado, porque su boca quedó a medio camino entre una sonrisa y algo indefinible. Aquel instante en el que sus ojos se encontraron pareció durar una eternidad, a pesar de que tan solo resultaron ser un par de segundos. Ainhoa estaba segura de que, incluso en medio de una multitud, reconocería aquella mirada magnética en cualquier lugar.

Siempre había tenido ese efecto en ella.

—Hola —la saludó. Luego, dirigió su mirada a Clara—. Bueno, tía, puedo esperar a que terminéis sin problema.

—No, no, ya habíamos acabado, en realidad. Y además, tenemos que hablar contigo sobre esto, así que me viene genial que estés aquí.

Ainhoa observaba la interacción como un partido de tenis, aunque detenía su mirada en Luz más tiempo del que la chica hablaba.

—Verás —comenzó Clara—, Ainhoa me comentaba que, como parte del plan de prácticas externas de la escuela, se le ha ocurrido incluir al Restaurante 4 Estrellas para que acoja a algunos de los estudiantes de último año. Además, coincide con fechas moviditas, así que nos va a venir de perlas tener un par de manos extra.

—¿Vendrás tú a supervisarlos? —preguntó Luz directamente a la chef.

—No exactamente —respondió—. Yo los coordino y mantendría el contacto todo el tiempo con ellos, pero tú serías su tutora externa.

—¿Yo?

—Bueno, le he dicho que no habría ningún problema —intervino Clara—. Tú eres una chef estupenda, cariño.

—¿Por qué nosotros? —preguntó entonces Luz a la pelirroja de nuevo.

Ainhoa ladeó la cabeza, interrogante.

—¿A qué te refieres?

—Has trabajado en muchas cocinas, algunas de ellas puede decirse que son las más prestigiosas del país. ¿Por qué el 4 Estrellas?

La chef había salido del despacho del director con la misma pregunta en la cabeza. ¿Por qué cuando el hombre le pidió sugerencias de centros de prácticas pensó en el restaurante de Clara el primero? ¿Por qué no el resto de lugares prestigiosos de Madrid en los que había trabajado? ¿Por qué, precisamente, el negocio de un pueblo a las afueras de la ciudad? Evidentemente, la respuesta tenía nombre y apellidos. Aunque en un principio su razón le pedía no sugerirle ese restaurante, algo en su interior, su intuición, probablemente, le decía que tenía que hacerlo. No iba a huir de su pasado. Nada la ataba a él, exceptuando cierta chef a la que le había derramado el café encima hacía un par de semanas, una chef con la que, si desarrollaba algún vínculo a raíz de esa experiencia profesional, sería de amistad. Eso lo tenía claro. Era un límite infranqueable, y Ainhoa era una mujer de principios.

Pero, ¿qué iba a decirle a Luz? ¿Que el destino parecía insistir en que sus caminos se cruzasen una y otra vez y que ella era demasiado curiosa como para no intentar averiguar la razón detrás de tantas casualidades? ¿Que desde que se habían encontrado en la escuela no había dejado de pensar en ella? ¿Que cualquier excusa era poca para volver a verla?

Como amiga, por supuesto.

—Porque para mí tiene la misma importancia que cualquiera de los grandes de Madrid —respondió, finalmente.

El Cielo en la TierraWhere stories live. Discover now