Capítulo 24. Crítico

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Nada más traspasar la puerta de su casa, Ainhoa vio a Fina sentada en el sofá. Al notar su presencia, alzó la cabeza y la miró, con gesto preocupado. La chef enseguida confirmó que la llamada de Jorge no había sido precisamente para darle buenas noticias.

—¿Qué ha pasado? —preguntó Ainhoa, asustada.

Su amiga suspiró y se acercó a ella, tendiéndole su móvil.

—Será mejor que te lo cuente Jorge. Te dejo sola, ¿vale? Cuando acabes, estaré en mi habitación —y, tras acariciar su brazo con cariño, salió de la sala.

La pelirroja estaba cada vez más asustada. Para empezar, el hecho de que Jorge llamara a Fina para localizar a su cuñada significaba que algo grave había sucedido, y que además esa llamada no la hubiese hecho Lorea le hacía temer lo peor.

Con un ligero temblor en las manos y un nudo en el estómago, marcó el número del chico, que respondió casi inmediatamente.

—¿Ainhoa?

—Jorge, perdona. Me quedé sin batería en el móvil y acabo de llegar a casa. ¿Qué ha pasado?

Al otro lado de la línea, el abogado suspiró pesadamente.

—Es Lorea. La han ingresado en el hospital.

El estómago de Ainhoa dio un vuelco.

—P-pero, ¿qué ha pasado? Si tanto ella como los niños estaban bien.

—No sé, la traje a Urgencias porque le dolía la tripa y había roto aguas. Nada más contarles a los médicos se la llevaron a ella y a mí me dejaron en la sala de espera.

El chico estaba muy nervioso, se notaba. Ainhoa casi podía verlo pasear de arriba a abajo en el hospital, tratando de canalizar su nerviosismo. Su cuñada era incapaz de articular palabra. Estaba intentando asimilar la noticia, en shock.

—Tenía que contártelo —añadió—. He avisado a tus padres también y ya están de camino.

—Gracias, Jorge. Joder... —la chica resopló, sentándose en el sofá.

¿Y si a su hermana le pasaba algo? ¿Y si perdía a los bebés? Estaba casi en el tercer trimestre del embarazo, con lo cual sería un golpe durísimo para el matrimonio, que estaba ilusionado con ser padres. Sus padres también estaban emocionados con la idea de ser abuelos, y por qué no decirlo, también Ainhoa deseaba ser tía. Tanto Lorea como Jorge habían estado ultimando la decoración de la habitación de sus hijos, pidiéndole consejo tanto a ella como a Begoña y Antxon. Que de repente, sin motivo aparente, estuviera en Urgencias y que los médicos no le comunicaran nada al chico le hacía ponerse en el peor escenario posible.

—¿Hace cuánto que se llevaron a Lorea? —preguntó Ainhoa.

—Pff, no sé... ¿media hora, quizás? He intentado preguntar, pero nadie parece saber nada todavía.

La chica no sabía si eso era normal o no. Hablando con su cuñado no lograría que los médicos aparecieran antes, pero sabía que el hombre necesitaba desahogarse con alguien.

—Vale. Jorge, voy a comprar ahora un billete de tren y mañana estoy ahí, ¿de acuerdo? Por favor, mantenme informada, que voy a estar atenta.

—Ainhoa... ¿y si le pasa algo a Lorea? ¿Y si...? —el chico paró, conteniendo un sollozo—. ¿Y si pierde a los niños?

—Jorge, escúchame. Esto seguro que es solo un contratiempo —afirmó Ainhoa, tratando de aparentar una tranquilidad que no tenía—. Lorea y los niños van a estar bien.

—Eso no puedes saberlo —replicó el chico.

—Tienes razón, no puedo saberlo. Pero, ¿sabes lo que sí sé? Que ahí dentro los médicos están haciendo todo lo posible para saber qué es lo que le ocurre y para solucionar el problema. Lorea está en las mejores manos. Vamos a confiar en ellos.

El Cielo en la TierraWhere stories live. Discover now