capítulo 11

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                                      Izan

Estaba pasando por el patio cuando ví a Sofia sentada en una banca con un libro en su regazo, cosa que casi me hizo sonreír al pensar que lo que le dije había tenido efecto en ella.

<O a lo mejor le dió la gana leer aquí y tu opinión se la paso por dónde no le da el sol>

Me quedaré con el primer pensamiento, gracias.

Estaba por acercarme a hablarle cuando ví a su novio ir hacia ella, por lo que opté por permanecer en mi lugar. No debí quedarme porque lo que le dió a entender con lo dijo hizo que apretara los puños.

Sabía que su cabeza no se había terminado de desarrollar del todo bien ¿Pero avergonzarse de ella por eso? ¿En serio?

Se que Sofi debe estar pensando lo mismo que yo porque mira a un punto fijo. El cabello le cae como una cortina castaña por los lados de la cara, impidiéndome detallarla como me gustaría.

No me gustan las mentiras así que no voy a mentir, puede que ella me esté empezando a atraer. Ese tono de verde que tienen sus ojos es hechizante y creo que todo el que la conozca en esta universidad lo sabe, su sonrisa es una puta perdición...

Pero claro, no todo podía ser tan perfecto.

Ella tiene novio y tengo que respetar eso.

No soy cómo él.

Igualmente hago caso omiso a mis pensamientos y estoy por intervenir cuando veo a Sofi ponerse de pie y dar un paso hacia Leo, quien tiene el ceño fruncido.

— Leo —empieza la castaña—. Esta bien que me pidas que no te hable de mis libros porque es algo que no te gusta, y lo respeto —dice con voz segura—, pero una cosa muy diferente es que quieras que deje de hacer una cosa que a mí me gusta solo porque a ti te "avergüenza" que tu novia haga cosas aburridas.

— Princesa, ya te dije que era una broma... yo no quise decir eso, solo...

— No quiero que comience una discusió, Leo, así que por favor ahórrate los comentarios —se agacha para recoger su mochila y colgársela al hombro, tomar el libro que lleva y volver a colocarse los audífonos que traía puestos—. Ya nos vemos después —se gira y comienza a caminar hacia las puertas que dan entrada a la cafetería de la universidad.

Suelto la carcajada que tenía contenida al ver la cara que se le ha quedado a este imbécil y trato de alcanzar a Sofia.

La alcanzo en el pasillo caminando hacia el salón de Ciencia, que supongo que es la clase que le toca ahora. Le tocó el hombro y ella se gira con una expresión dura en su rostro.

— ¿Qué? —espeta quitándose un audífono.

— Al parecer Miss Delicadeza no amaneció muy delicada hoy —digo con sarcasmo para intentar relajarla.

Al parecer lo logro cuando vuelve a hablar está vez con un tono de voz más suave.

— Perdón —se quita el otro audífonos—. No estoy de humor ahora mismo.

— Si, créeme que me quedó claro. Además, ya ví porque no estás precisamente de buen humor.

— ¿Viste que?

— Todo lo que le dijiste a tu novio hace 5 minutos en el patio.

Suspira con cansancio.

— Perdón por eso. De todas formas ¿Qué hacías escuchando la conversación?

— No fui el único que los escucho princesa -digo resaltando con burla el apodo que le tiene puesto Leo—, digamos que la pequeña conversación que llevaban a cabo no era con el volumen más discreto.

— No me digas así.

— ¿Así como?

— Princesa —escupe el apodo como si le quemase la garganta—. No me digas así.

— ¿Por qué? ¿Solo tu novio puede? —enarco una ceja con curiosidad y un poco de desafío.

— ¿Tienes idea de cuantas veces en mi vida me han dicho así por mi nombre? Y no, no es que solo Leo pueda —dice y como si pudiera leerme la mente agrega sin dejarme hablar—, el lo hace porque dice que es algo que los novios hacen, tampoco es que le haya pedido que deje de llamarme así o le haya dicho que en realidad ese apodo no me gusta.

— Y la verdad es que no te pega en nada, hase.

Ella arruga la nariz con confusión al escuchar la última palabra que le dije y eso solo me hace sonreír. No me equivoqué al decirle así.

Y se que tiene novio... Pero carajo, se ve tan linda.

Está a punto de decir algo cuando el timbre la interrumpe anunciando que va a comenzar la próxima clase.

— Bueno hasta luego, Sofia.

Paso junto a ella y me dirijo al salón de mi próxima clase que, si no me equivoco, es Matemáticas.

Entro al salón y trato de prestar atención a lo que dice el profesor pero solamente puedo pensar en unos ojos verdes que no salen de mi mente desde hace ya dos días.

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Estoy en la cancha con los demás del equipo porque Leo dijo que quería presentarme a alguien, que supongo que será al otro libero, y quería que los demás estuvieran presentes para practicar.

La rubia y Sofia entran y Leo automáticamente fija la vista en su novia que ni siquiera se inmuta en mirarlo, dejando a Leo con una mueca de desilusión maravillosa.

Esa es mi chica.

<Ya quisieras que fuera tuya>

Siempre arruinando todos mis pensamientos bonitos ¿Verdad?

Ya estamos todos, Leo, ya dinos para qué nos llamaste —le dice el que creo que es Lucas.

— Bueno —Leo se voltea hacia nosotros cuando deja de mirar a Sofia, más específicamente se voltea hacia mi—, como ya te había dicho ayer, Izan, nuestro otro libero estaba de viaje pero se adelantó su llegada y ya se encuentra aquí —me dice confirmando mis sospechas.

Genial, por lo menos ya no me va a quedar a más nadie por conocer aquí y podré jugar con tranquilidad.

— No debe tardar mucho en lle...

Su discursito se ve interrumpido cuando las puertas se vuelven a abrir pero está vez dando paso a una melena rubia que conozco bien, demasiado bien.

Esto tiene que ser una puta broma.

— ¡Derek! —lo saluda Leo— ¿Qué tal? Te presento a Izan, el nuevo integrante y armador del equipo.

— ¿Izan? —pregunta y su mirada va a donde Leo señala, o sea, hacia el nuevo integrante del equipo que para mí desgracia soy yo.

Derek sonríe con ironía y burla.

— Vaya, vaya, hace mucho tiempo que no coincidiamos, Izan.

Me cago en la puta.

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