capítulo 49

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La cafetería está llena, como de costumbre. Muchos del equipo de atletismo y otros que me he encontrado en el pasillo me han deseado feliz cumpleaños, Marcelo y Lucas también se acercaron a saludarnos y a darme las felicitaciones.

De los otros cuatro solamente se que están en la mesa de detrás de nosotros y un golpe seco en una mesa hace que todos miremos buscando el origen de ese sonido.

Isabella acaba de ponerse de pie.

— Atención —comienza a hablar pero tanto yo como mis amigos estamos nuevamente concentrados en terminar de comer—. Como no todos deben saberlo, este sábado es mi cumpleaños así que la fiesta no va a faltar y espero que ustedes tampoco.

Escucho a varias confirmale su asistencia a esa fiesta de la que habla, por mi parte sigo sin voltear a verla.

— Están invitados todos los que quieran ir, pero agradecería que fuera gente que no estorbe —al escuchar esas palabras siento como todas las miradas viajan a nuestra mesa—. Las quiero ver a todas con su mejor vestido y a los chicos con sus mejores ropas, le puedo asegurar que va a ser la mejor fiesta a la que van a asistir.

No puedo evitar bufar, Luci y Ty a mi lado ríen en complicidad. Siento como más miradas buscan la mesa y es cuando Isabella vuelve a hablar.

— ¿Qué pasa, Sofia? —su voz cargada de burla y arrogancia llega a mis oídos.

La miro sobre mi hombro.

— ¿Debería de pasar algo?

— No sé, tal vez te moleste y te de envidia que a más gente le interese mi cumpleaños en vez del tuyo, que por si nadie te lo ha dicho aún: Feliz cumpleaños.

Menuda infantil, dios.

— No tengo porque tenerte envidia porque lo que quiero lo tengo y en caso de no tenerlo es porque directamente no lo necesito.

Me pongo de pie y me giro hacia ella. Tiene los brazos en jarra y yo cruzo los míos sobre mi pecho.

— Te crees demasiado Johnson —su sonrisa petulante cae—. Yo jamás te envidiaría.

Por dios ¿Se puede ser más infantil en esta vida? Tanto ella como Leo y Samantha se están comportando como críos.

Y yo también por seguirles el juego.

— Nunca dije que fueras tú y mucho menos que me tuvieras envidia querida Isabella, pero si el zapato te queda, póntelo Cenicienta. Y ya no voy a seguir con tus juegos infantiles.

El timbre suena y miro a mis amigos por sobre mi hombro. Todos me sonríen y comienzan a caminar al mismo tiempo que yo hacía la salida.

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Piri igridiciri qui ni fuiri ginti qui ni istirbi. Estúpida —al escuchar como Luci remeda a Isabella, reímos.

Estamos en mi casa, en mi habitación más específicamente. Lucia está junto a Ale y Tylor, acostada boca abajo con una almohada en su pecho y yo estoy en la misma posición con Izan a mi lado trazado círculos en la parte de mi espalda que sobresale de entre mi top y mi short.

— La mejor fiesta, si seguro —sigue ella rodando los ojos.

— ¿Y si vamos a la fiesta? —propone Alejandro.

— ¿A qué? —preguntamos nosotras tres con una mueca desagradable en el rostro.

— Para que se arme la verdadera fiesta.

— En parte wstoy de acuerdo con el —habla Izan—. Después de todo, dijo que todos estaban invitados todos.

<No me desagrada del todo la idea>

Espejos grises Where stories live. Discover now