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Katsuki tiene un problema: le gusta Izuku. Bueno, tiene dos problemas: le gusta Izuku, su amigo de infancia, a quien molestaba en secundaria por que no lo quería cerca de él y ahora había una brecha en su relación.

Bueno, son varios problemas. No sabe como acercarse de nuevo a Izuku y retomar su vieja amistad, no sabe cono pedirle una disculpa, pues sabe que eso no arreglara nada y no borrara el pasado, tiene algo de miedo de que no le perdone.

El chico se mira feliz ahora con sus nuevas amistades, si bien han llegado a cruzar palabra, no es que se sienta como aquellos años de antaño donde eran niños y correteaban por ahí, felices.

Sabe que hay algo que le impide estar cien por ciento cómodo a su lado y no precisamente su enamoramiento que viene arrastrando desde secundaria, más bien ese resentimiento consigo mismo al intentar alejarlo de él cuando se enteró que tenía sentimientos por el pecoso.

Era apenas un chico de secundaria, confundido al descubrir que le gustaba su mejor amigo. Se arrepiente tanto de haberlo tratado mal para que se alejará y ahora, verlo convivir con otros extra le entristesia un poco. Le daba algo de envidia.

A pesar de él también haber conseguido nuevos amigos, no se compara a lo que había tenido con Izuku, se conocen de prácticamente toda la vida y ahora eran simples conocidos.

Ese día Katsuki se encontraba estudiando en la biblioteca, aprovechando su hora libre. No tenía ganas de escuchar el alboroto de su auto nombrado "bakusquad," pero tampoco tenía ganas de estudiar, así que sin darse cuenta comenzó a garabatear en su cuaderno, inconscientemente dibujando un pequeño paraguas y bajo este, sus iniciales junto a las de Izuku.

–Viejo, no sabía que eras así de romántico.

La voz de Kirishima le heló la sangre y como reflejo, tomó sus otros libros y útiles y trato a toda costa esconder su pequeño dibujo, sin embargo, ya era tarde y el pelirrojo ya había mirado lo suficiente.

–¿Que andas husmeando en lo que no te importa? ¡Andate a la mierda, idiota!

–Tranquilo bro. No le diré nada a nadie.

–¿Nada de que?

–¿Como que de que? Pues que te gusta Midoriya.

Kirishima por primera vez miró a Katsuki sonrojarse de la vergüenza y como el mencionado, se paraba de su asiento para tapar su boca y mirar a todos lados, verificando que no hubiera nadie al rededor escuchando.

–No se de que estas hablando, así que cállate y deja de meterte en lo que no te importa– bufa al momento de soltarlo, por su parte, Eijirou sólo sonríe.

–Vamos Kats, yo no te voy a juzgar. No tienes por que mentirme ¿te gusta Midoriya?

–No, vete al diablo– expresa mientras se da la vuelta, mostrandole el dedo medio y recogiendo sus cosas inmediatamente, para salir huyendo del lugar.

Kirishima no trató de seguirlo o alcanzarlo, solo se quedó ahí sonriendo y soltando varias risillas, eramas que evidente que su amigo sentía algo por su pecoso compañero, su reacción lo dijo todo y Katsuki no sabe fingir en ese ámbito por lo que según noto.

Kirishima no trató de seguirlo o alcanzarlo, solo se quedó ahí sonriendo y soltando varias risillas, eramas que evidente que su amigo sentía algo por su pecoso compañero, su reacción lo dijo todo y Katsuki no sabe fingir en ese ámbito por lo que s...

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Cuando las clases terminaron Bakugo se encargó de huir antes de que Kirishima lo alcanzara e hiciera preguntas estúpidas e incómodas, corrió a los dormitorios y se encerró en la comodidad de su cuarto.

Suspiró a salvo, tiró su mochila a un lado de la puerta y se adento en su habitación, llegando hasta su escritorio y tomando asiento en la silla frente a este, resoplo pesadamente antes de abrir uno de los cajones del mueble y sacar una pequeña libreta adornada con estampas de calaberita.

Muy por el contrario, su contenido es muy diferente a lo que la portada muestra, pues en ese pequeño cuaderno Katsuki guarda sus más profundos pensamientos y sentimientos dirigidos a Izuku; datos sobre él; palabras que quisiera decirle; canciones que le recuerdan a él o cosas así, hasta el punto de llegar a convertirse en cartas que nunca se atreve a darle.

Hojeó un poco hasta llegar a una hoja limpia, tiene que co seguirse otra, esta se está acabando. En un espacio en limpio comenzó a escribir, relatar cuanto le encanta ver sonreír a Izuku, como sus ojos se iluminan en cada carcajada y el sonrojo provocado por tanto reír.

El chico es ran jodidamente adorable.

Al terminar, Katsuki se recuesta sobre el respaldo de su silla, mirando al techo y preguntándose si algún día tendrá el valor de confesarse.

Niega de inmediato. Aún no puede perdonarse el alejar a Deku de él a propósito.

Se levanta de su asiento y se tira en la cama boca abajo, abrazando una de sus almohadas y cerrando los ojos intenta relajarse un momento,y en seguida, Morfeo ya lo había arrullado.

Horas más tarde los suaves toques en su puerta lo fueron despertando poco a poco, sin ganas de querer levantarse, preguntó con voz ronca quién era el extra que se atrevía a molestarlo, resultando ser Kirishima. Debió a estar todavía medio dormido, olvido por completo que su auto nombrado mejor amigo había descubierto su pequeño secreto y le dio el pase.

–Bro ¿me ayudarías con la tarea?– preguntó de inmediato el de dientes afilados una vez abrió la puerta de la habitación.

–No jodas, Kirishima. Las fórmulas de matemáticas estaban fáciles esta vez– se queja el adormilado, sin siquiera querer abrir los ojos –toma mis apuntes para que los coopes y lárgate.

Eijirou, creyendo que sus apuntes estaban sobre el escritorio, se acercó a paso lento, tomando la libreta que ahí encontró, sin embargo, en vez de encontrar fórmulas y números escritos en las hojas, en las páginas había un sin fin de sentimientos plasmados que nunca creyó que Katsuki sería capaz de expresar.

–Bakugo ¿tú escribiste todo esto?– interrogó sin apartar su vista del cuaderno.

Al mencionado se le fue el sueño en cinco segundos y se enderezó a velocidad de la luz, su cuerpo sintió una corriente eléctrica cuando en sus ojos se clavaron en el cuaderno que Eijiro sostenía y leía con entusiasmo, así que lo primero que atino hacer presa del pánico, fue tomar una almohada y arrojarsela a la cara a su mejor amigo?

–Deja de andar de chismoso y no te metas en lo que no te importa– reclama furioso, mientras se para de la cama e intenta arrebatarle el cuaderno a Kirishima de las manos, sin embargo, este no se deja.

–Vamos hermano, es realmente tierno lo que escribes aquí ¿por qué no le dices a Midoriya lo que sientes por él?

–¡No te metas en lo que no te importa!– gruñe al momento de tomar otra almohada y dejarla caer con todas sus fuerzas en la cara del pelirrojo, haciendo esta vez que soltara el cuaderno, el cual Katsuki tomó y resguardo.

–Hombre, Midobro te aceptaría al instan-

–¡No!

–Pero-

–Dije que no, ahora largo.

Eijirou no tubo más remedio que dejar de insistir, así que sin decir nada, salió en silencio de la habitación.

Katsuki no sabía que hacer, se sentía expuesto y eso no le gustaba de ninguna manera. Sólo esperaba que Kirishima no fuera de chismoso.

Cartas Para Un NerdWhere stories live. Discover now