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(punto de vista: Tom)

Subí las escaleras sin saber muy bien lo que iba a hacer, el amigo de mamá me entretuvo un rato, era bastante amable, pero en el momento que colgué la culpa volvió de nuevo.

Me quedé enfrente de la puerta de la habitación, pensando si sería buena idea o no, Bill estaba muy enfadado conmigo, y odiaba eso, nunca lo admitiría en voz alta, pero no soporto ver a mi hermano así conmigo.

Toqué la puerta varias veces, no obtuve respuesta, volví a tocar, tampoco obtuve respuesta, volví a tocar, pero esta vez no esperé ninguna respuesta, simplemente entré y cerré la puerta detrás de mí. Bill estaba tumbado en la cama, dándome la espalda.

— Bill...

— Vete.— me cortó.

— Bill, porfavor...

— ¿Porfavor qué?— me dijo fríamente.

— Déjame hablar contigo...

— Pues venga.— habló mientras se incorporaba, sentándose con las piernas cruzadas en la cama, mirándome.— ¿Qué me tienes que decir?

Te lo mereces por capullo.

No sabía que decirle, simplemente no quería que estuviera enfadado conmigo.

— Pues... Bill solamente quiero que estemos bien...— le dije directamente.

— ¿Qué te hace pensar que no lo estamos?

— Estás distante... Me hablas frío... Parece que no me quieres ver...— Le dije, él simplemente se encogió de hombros.— Bill, no me hagas esto, porfavor... Hemos estado gran parte de nuestras vidas separados... No quiero que suceda de nuevo...

— No va a pasar, nadie se irá de la casa.

— Bill, sabes a qué me refiero.— estaba perdiendo la paciencia, Bill era un cabezón cuando le daba la gana, aunque esta vez, tenía razón.— ¿Puedo abrazarte?

No me dijo nada, solo me miró, sin ningún tipo de expresión.

Me acerqué a él y a medida que iba avanzando vi como se tensaba cada vez más, quería abrazarle, pero tampoco quería incomodarlo. Me acerqué y me senté a su lado. Pensando en que hablar para relajar las cosas.

— ¿Sabías que mamá agregó al médico?— le dije mirándolo. Bill sonrió sin mirarme, pero esa sonrisa parecía tan sincera que sentí como todo mi ser se relajaba.

— ¿Enserio?— preguntó aún sonriendo, mirándome. Yo asentí varias veces.— ¿Y que le dijo?

— Pues... No lo sé, pero yo hablé con él, y me dijo que mamá era muy guapa...— le dije intentando no reír. Bill al contrario, soltó una fuerte carcajada.

Fue demasiado lindo verlo reír, aún tenía los ojos rojos, pero igual fue muy lindo.

— ¿Qué más te dijo?— me preguntó divertido.

— De mamá... De mamá nada más. Ya luego estuvimos hablando él y yo.— le dije.

— Oh... Bueno.— Dijo Bill, y después de eso nos quedamos en silencio, un silencio un tanto incómodo.

La niñera | Bill y Tom Kaulitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora