2. Caprichos

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Mientras Jughead estaba perdido en sus pensamientos y las quejas de los tres hermanos Jones eran cada vez más, Betty se levantó de la silla de golpe llamando la atención de los cuatro en la mesa.

- ¡Basta! -Betty miró seria a sus hijos. - No puede ser posible que sean tan desconsiderados y materialistas. -los retó. - Su padre se parte la espalda por nosotros y ustedes en vez de preocuparse por él solamente se quejan de no poder comprar el jodido perfume de 3000$ que vieron, ¿Pueden al menos esperar a que el hable?

Betty volvió a sentarse, molesta y Jughead suspiró bajando la mirada. - Nos iremos porque ya no tenemos nada aquí en Los Ángeles, he perdido la empresa. Venderé esta casa y todo lo que pueda e iremos a instalarnos en Riverdale, sus abuelos están dispuestos a ayudarnos.

- ¿Que? -Selena miró a su padre con temor. - ¿Perdiste la empresa? ¿Que quieres decir con que no tenemos nada? ¡Yo quería viajar en vacaciones! -se quejó.

- Y yo pensaba cambiar mi teléfono, papá, ¡Tengo el iphone 13 pro max! -exclamó Stefan esta vez.

- ¡No me interesan sus jodidos caprichos! -esta vez fue Jughead quién se levantó de la mesa mirándolos furioso. - No son ningunos niños y deberían poder pensar con un poco de lógica, ahora no importa si iban a viajar o si querían el último iphone, lo que importa es que necesito de su apoyo porque no es fácil el proceso por el que vamos a pasar. Asi que por favor, sin una sola queja más, vayan a recoger todas sus cosas porque nos iremos mañana. -dijo demandante señalando las escaleras.

Sophie bufó y separó la silla de la mesa para irse de ahí caminando con molestia.

En eso, la mujer que se encargaba de la limpieza de la mansión se acercó a la mesa con una mueca porque sin querer presenció las palabras del pelinegro y las quejas de los hermanos.

- Eh, y-yo... ¿Puedo retirar la mesa? -cuestionó apenada.

Jughead suspiró. - Si, claro, Martha. Disculpanos por los gritos. -murmuró y se fue de ahí directo a su despacho.

Los otros dos hermanos siquieron a Sophie por las escaleras y Betty cubrió su cara con sus manos. Tomó una profunda respiración y entró a la cocina donde Martha estaba, para beber un vaso de agua.

- ¿Como se supone que le tenga paciencia a mis hijos que se han vuelto unos caprichosos y desconsiderados? -preguntó caminando por la cocina estresada mientras bebía agua del vaso.

Martha suspiró. - Señorita Betty, he vivido aquí durante años, y no quisiera decirle esto tan crudamente, pero usted y su esposo le han dado demasiada libertad y poca atención a sus hijos los últimos años.

La rubia asintió. - No sé como pasó esto y no sé que hacer. -vió a la castaña con los ojos cristalizados.

La mayor dejó lo que hacía y secó sus manos para acercarse a la rubia. - Ha cometido errores y el señor Jones también, pero yo sé una cosa, y es que de los errores se aprenden y podemos volvernos mejores versiones de nosotros mismos gracias a ellos, y eso es lo que deben hacer. Deben aprovechar esto para volver a ser la familia unida de antes, para darle a sus hijos una lección y que se den cuenta de lo mal que está su conducta.

Betty hizo un puchero. - Mañana nos iremos y no podrás ir con nosotros. -murmuró. - ¿Tienes a donde ir?

Ella asintió con una sonrisa ladina. - Por mí no te preocupes, ya hablé con mi hermana en Texas y ella me ayudó a encontrar un trabajo allá, el señor Jones habló conmigo ayer.

La rubia la abrazó. - Gracias por todo, Martha, fuiste siempre un gran apoyo para mí.

La castaña aceptó el abrazo y acarició su espalda. - Ha sido un placer trabajar para tí y para el señor Jones. -admitió. Cuando se separaron, le sonrió de nuevo. - Hazme caso, aprovechen este cambio, tendrán que luchar para levantarse de nuevo, pero pueden usarlo a su favor también.

Betty asintió. - Lo haré. Gracias.

Martha era una mujer de 58 años que había estado con la familia Jones desde los primeros años, desde que Jughead y Betty se casaron y luego se mudaron de un departamento a aquella mansión ella trabajaba ahí, incluso antes de que naciera Stefan, el hijo mayor.

Durante todos esos años se había ganado toda la confianza de la pareja, sabían que era una mujer que solo buscaba ganarse la vida dando lo mejor de ella en su trabajo, era feliz y honesta.

Por supuesto había estado presente en la vida de los tres hermanos Jones, y los tres siempre le tuvieron cierto cariño y fueron bastante respetuosos con ella, hasta que, bueno... Como Martha dice: crecieron. Y la adolescencia se llevó a esos lindos niños que eran amables y humildes.

La rubia dejó el vaso del que bebía agua en la mesada de la cocina y subió a su habitación. Soltó un suspiro y entró a su vestidor, dispuesta a empacar sus cosas.

Jughead apareció en el vestidor y aclaró su garganta buscando la atención de la rubia.

- ¿Vas a empacar también? -ella le preguntó.

El asintió. - Si... Pero venía a decirte que tal vez sea necesario que dejes algunas cosas. Bueno, la verdad, mucha ropa. -admitió. - Conseguí una casa que es de dos plantas pero no es tan grande y el closet de la que será nuestra habitación no tiene tanto espacio.

Betty asintió. - Bueno, está bien.

- Pensé que podríamos donarla. -ofreció él. - Yo también tendré que dejar cosas, y los chicos también.

- Me parece buena idea. -admitió Betty cuando el también comenzó a sacar su ropa de los ganchos y a doblarla. - ¿Ya les dijiste a los chicos? -cuestionó.

El suspiró. - Sobre eso... Solo hay tres habitaciones, por lo que dos tendrán que compartir.

- Selena y Sophie, es obvio. -opinó Betty. - Stefan es mayor.

El hizo una mueca. - No quiero ser yo quien se los diga. -admitió.

Betty se encogió de hombros. - Yo lo haré.

























Holi, me caen mal sus tres hijos JAJAJA (lo dice la que les inventó la personalidad)

Espero les esté gustando! <3




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