Capítulo 4. Conversación

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Hyunjin tuvo que sujetarse del marco de la puerta, aquel olor le golpeó con tanta fuerza que estuvo a punto de hacerle caer. En aquella casa, todo olía a Felix, su embriagador aroma mezclado con uno mucho más débil. Se obligó a recomponerse, su cuerpo palpitaba, la esencia de Felix activaba todo su sistema.

— ¿Vives solo? — Preguntó, aunque ya sabía la respuesta.

— No, vivo con mi madre, supuestamente. La verdad es que no la veo mucho.

Ese era un tema difícil para Felix, Hyunjin lo supo cuando la postura corporal del chico cambió. Felix dejó su bolsa de deporte sobre uno de los sofás y se dirigió a la cocina, Hyunjin lo siguió y se sentó en una silla mientras observaba cómo se movía entre los fogones.

— ¿Te gusta el curry?

— Claro.

La verdad, era que Hyunjin nunca lo había probado. En su aldea solían alimentar su lado animal más que el humano, y la dieta de la manada consistía básicamente en carne, mayoritariamente cruda. Pero no podía decirle a Felix que le sacara un filete fresco y que no se molestara en darle cubiertos.

Felix metió el plato en el microondas y se sentó frente a Hyunjin, parecía estresado.

— ¿Estás bien?

Los grandes ojos castaños le miraron directamente.

— Sí, es solo que... estoy en shock.

— Es normal, un camión ha estado a punto de hacerte papilla. Podrías estar muerto.

— Vaya, qué tranquilizador.

Los dos rieron hasta que la risa de Felix acabó en un suspiro.

— En serio, ¿estás bien? Y no me refiero a tu casi muerte inminente. — Preguntó Hyunjin sonriendo de lado.

— Bueno, supongo. Se suponía que mi madre volvería hoy a casa.

— ¿Llevas mucho sin verla?

— Tres días.

Felix suspiró.

— Bueno, ¡yo estoy aquí para hacerte compañía! Deberías sentirte afortunado. — Dijo Hyunjin con socarronería.

El abatimiento de Felix le dolía.

El humano sonrió débilmente.

— Y, ¿qué se supone que estabas haciendo en la ciudad, señor de los bosques?

Hyunjin rió.

— Tenía que hacer unos recados, para mis padres, ya sabes. Entonces te vi y pensé en saludarte.

Felix asintió.

— ¿Haces deporte?

Hyunjin señaló la bolsa que descansaba en el sofá.

— Soy bailarín.

— ¡Vaya! ¿En serio?

Hyunjin empezaba a creer que deberían darle uno de esos premios que les daban a los actores humanos, un... ¿Marcos? No, ¡un Óscar! Eso, un Óscar.

Felix asintió, sonriente.

— ¿Y eres bueno?

— Hago lo que puedo.

Se encogió de hombros.

— ¡Oh, vamos, estoy seguro de que eres el mejor!

Felix rió.

— Aún me falta mucho por aprender.

— ¿Algún día bailarás para mí?

— ¡Claro!

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