[SEGUNDO LIBRO TRILOGÍA AMOS]
El ángel a decidido al fin olvidar sus principios.
El ángel olvidó a su clan y escogió a un demonio en su lugar.
Pero, ¿y el demonio?
Ella es la hija de un poderoso ángel caído.
Hija del primer demonio femenino.
Pero s...
Me había arrebatado no sólo a la última mujer que quedaba de mi familia terrenal sino que también a la bendición que había abandonado el vientre de un demonio.
Cuando anocheció los demás ya habían recogido el cuerpo de mi abuela y mientras preparaban todo en el sótano de la mansión para el funeral del día siguiente yo continué perdida y apoyada contra la barrera, mirando fijamente a lo lejos las marcas que habían dejado los rayos en el terreno.
No había sido capaz de volver a ver a mi abuela ni a la pequeña.
Lágrimas silenciosas resbalaban por mi semblante neutro, atada a la ironía de un cielo despejado. Sin truenos ni rayos. Creí escuchar las copas de los ángeles chocar, celebrando la victoria de esta mañana.
Aterradora fascinación, ¿cierto?
El actual infierno era el más agudo de todos. Sus llamas eran heladas.
Todo había sido culpa mía, de nuevo. Yo había salido de la mansión para luego atravesar la barrera. De no haber salido ellas no me habrían seguido. De no haber salido mi abuela seguiría a mi lado.
De no haber salido mi reino estaría sumido en felicidad y no en muerte.
Unos lametones en mis pies desnudos me hicieron al fin mover las cabeza después de horas. Sintiendo un ligero dolor en el cuello esbocé una mueca cuando Nevan gimió con tristeza para después apoyar su cabeza sobre sus patas. Parpadeó lentamente con sus verdes ojos mirando mis lágrimas.
Acaricié su cabeza con mis helados dedos, dándome cuenta de que mis piernas seguían manchadas de sangre. No me importaba en lo más mínimo mi piel pegajosa ni el dolor entre mis piernas. No me importaba nada porque mis ojos no podían visualizar otra cosa que no fueran los rayos en el momento de impactar sobre mi abuela y la bebé.
Pensé que era una mujer fuerte porque así ella me crió pero tras su pérdida comencé a dudar de absolutamente todo. Pobre lilim, ¿acaso había pensando en algún momento que todo esto tendría un final feliz?
Todas las emociones que victoriosamente enterré con el despertar de mi naturaleza habían resucitado y trepado metros hasta alcanzar la superficie. Todas se habían juntado en un concierto infernal y en ese momento se estaban asegurando de que no volviera a alzar la cabeza.
De que no volviera a sentirme viva.
Nevan sostuvo entre sus dientes el borde de mi toga y tiró de mí para levantarme.
-Déjame.
Gruñó y continuó insistiendo.
Cuando quise darle un empujón para que me dejara de una vez mis ojos captaron un movimiento a lo lejos. Distinguí el cabello de Tracy asomando por debajo de su capucha y acercándose a la barrera pareció discutir con alguien. Apoyándome contra una de las gigantes espinas me levanté y cojeando comencé a caminar en su dirección.
