Capítulo Doce.

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Hoy, un año después, sigo sin poder recordar del todo lo que sentí en ese momento. No es que no logre encontrar las palabras correctas, es que en ese momento, después de ver a Alice manchada de sangre en esa camilla totalmente blanca, me bloqueé.
No hablaba, no pensaba, no escuchaba. Se sentía como si me hubiera ido pero mi cuerpo había olvidado seguirme. Supongo que fue una forma de suprimir mi dolor, de hacerlo a un lado.
La tía Julie accedió a contarme como actúe en ese momento tan difícil, pero me negué. ¿Para qué pensar en eso si ya había pasado?

Pasaron unas 19 horas cuando vino el médico. Habló con Julie y le explicó que Alice había perdido mucha sangre cuando llegó aquí y que murió.
Murió durante unos 20 segundos y gracias a los electrochoques revivió.
Alice jamás se rendía.
Nos informó que estaba dormida pero que si queríamos podíamos verla. Julie me dejó ir primero mientras ella seguía conversando con el doctor.
Cuando entré en la habitación y la vi allí, recostada en esa cama, fue como si hubiera vuelto a la vida yo también. Mi primer reacción fue tomar su mano, esperando la frialdad de siempre al tocarla, pero no fue así. La calidez que emanaba me tomó por sorpresa. Me hizo sonreír. Me quemó por dentro.
Sus muñecas estaban envueltas en vendas y estaba un poco pálida, se la veía gris.
Me acerqué a ella y coloqué mis labios en su frente. Casi al instante abrió sus ojos y, por un momento, estuvo pérdida pero, como todas las veces, se encontró. Nos encontramos.

Jamás creí en el "amor verdadero", no lo entendía. Cuando conocí a Alice me enamoré, si, pero no imaginé que sería para toda la vida.
En ese momento, cuando nuestras miradas se encontraron, cuando apretó mi mano, cuando me sonrió... Cuando todo eso sucedió lo entendí. Yo quería que Alice estuviera conmigo para toda la vida.

No hablamos porque ella no podía mover sus manos, porque no tenía la fuerza ni la práctica suficiente para hablar y porque no era necesario.
Cuando estaba con ella las palabras no eran necesarias.

Durante mucho tiempo creí que el silencio era no hacer ningún ruido, pero el silencio es más que eso. El silencio también es escuchar, mirar, admirar, comprender, estar. El silencio es más hermoso que las palabras, porque muchas veces las palabras que salen de nuestros labios no expresan lo suficiente o expresan algo mal, nos hacen cometer errores, nos hunden, nos hacen odiar y ser odiados, decir cosas que no pensamos, amar y fingir que amamos... Las palabras se usan de forma incorrecta y el silencio no. No hay forma de usar el silencio como algo malo. Es más puro, menos destructivo.

Hoy, un año después, sigo aquí con ella de la mano.

Me quedan cosas por aprender, por vivir y por sentir. Y planeo hacer todo con ella a mi lado. Siempre, para toda la vida.

Alice es el ángel que va a iluminarme en los momentos oscuros y yo el guerrero que la va a cuidar cuando se acabe su luz.

Palabras Mudas: SIN EDITARWo Geschichten leben. Entdecke jetzt