Incluso si... ¿hay alguien más?

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Cuando Changbin alcanzó los dieciocho años, Jeongin todavía tenía dieciséis, y para ese entonces ya no quedaba gran cosa de los niños inseparables que habían sido.

Tal vez hubiera sido por la pubertad, porque estudiaban en institutos diferentes y ya no acostumbraban a verse tan a menudo fuera de la escuela. Incluso cuando sus padres quedaban y les incluían en sus planes, no tenían mucho que decirse. Tal vez hubiera sido por sus personalidades, antaño uña y carne; ahora agua y aceite. Changbin era más hosco y despreocupado: salía de fiesta, tenía malas calificaciones porque no tocaba los libros y cada semana besaba unos labios diferentes. En cambio, Jeongin seguía siendo tan iluso y callado como en su infancia: no salía de casa, su promedio era perfecto y nunca había tenido una relación, ni nada que se le pareciera.

La razón, a diferencia de lo que Changbin habría supuesto, era él mismo. Bueno, no es como si nunca se lo hubiera confesado abiertamente... pero Changbin lo sabía, porque no era tonto y conocía a Jeongin demasiado bien, pese a la distancia que ahora los separaba. La forma en la que lo miraba, las torpes indirectas que de vez en cuando dejaba caer, el rubor de sus mejillas si hacían contacto visual demasiado tiempo o si sus manos se rozaban por accidente. Por esta razón, Changbin tenía aún menos interés en recuperar el tiempo perdido en lo que un día fue una hermosa amistad, porque nunca sería capaz de corresponderle.

No se debía a que a Jeongin le gustaran los chicos, pues a él también le gustaban, ese no era el problema. Se debía a que Changbin ya miraba a otra persona con ojos brillantes, ya había otro alguien por el que se ruborizaba y al que trataba de conquistar con la misma torpeza con la que Jeongin trataba de gustarle a él.

Lee Felix, el chico más inalcanzable del instituto.

Era todo que lo que Changbin quería y lo que todos en el centro querían, así que, no era fácil ser cercano a él. Siempre estaba rodeado de gente, ya fuera el lamebotas de Hyunjin o el pesado de Minho. Y si esos dos buitres no lo rodeaban, su amigo Seungmin lo celaba como un tesoro, lanzando miradas amenazadoras a cualquiera que tratara de acercarse a él.

Pero Changbin..., Changbin sería distinto. Changbin llevaba meses saludando a Felix por los pasillos sin retenerlo en conversaciones desesperadas como las excusas absurdas que utilizaban Hwang y Lee ("oye Lix, creo que ayer te vi en la biblioteca" "¿vas a clase?" Simplemente patético), se sentaba a su lado durante las clases pero sin hacer nada que pudiera molestarlo, se mostraba en su faceta más simpática y amigable para que el pecoso viera que él era distinto; hasta que finalmente dio resultado.

Changbin estaba recogiendo sus útiles en la mochila cuando sintió un golpecito en el hombro, y al voltear, creyó estar al borde del infarto al encontrarse con Felix.

-Hey -saludó sonriendo, una sonrisa brillante como la luz-. Gracias por prestarme los apuntes de química el otro día.

Seo negó rápidamente.

-No fue nada, ya ves -rio nerviosamente-. ¿Te sientes mejor? Seungmin me dijo que estabas resfriado.

Felix lo miró con picardía.

-Vaya, ¿así que estabas tan preocupado que le preguntaste por mí?

Changbin se sonrojó rápidamente.

-Sí, porque... esto... bueno... -de repente era difícil encontrar una excusa creíble.

La risa de Lee llegó a sus oídos como el canto de un ángel.

-Te estoy tomando el pelo, tonto -dijo, golpeando su hombro de forma juguetona-. Pero gracias por preocuparte por mí.

De nuevo sintió sus mejillas arder.

¿Incluso si...? [jeongbin]Where stories live. Discover now