Incluso si... ¿no puedo hacerlo?

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Changbin tenía treinta años cuando se casó, Jeongin vestía un traje negro y una corbata azul... y lo miraba todo desde la platea de los invitados, observando cómo Changbin unía su vida para siempre a la de Han Jisung, aquel molesto estudiante de psicología, como lo había presentado Changbin cuando estaban en la universidad, lo había conocido por casualidad en la cafetería.

Y Jeongin nunca había conseguido superarlo, no del todo. Todas sus relaciones fracasaban, y aunque hubiera querido decir que era de mutuo acuerdo o que simplemente no estaba destinado a ser, sabía cuál era el verdadero problema, pero este dormía en otra cama y jamás sería suyo; no importaba que una vez mucho tiempo atrás le diera esperanza, acabó volando lejos de su lado. Buscando otros labios, buscando otro cuerpo, buscando otro corazón que romper, hasta que finalmente encontró a alguien a quien amaba más que a sí mismo, y dejó de visitar las sábanas de Jeongin; no sin antes, por supuesto, llevarse el corazón de Yang con él.

En este momento, el menor conducía bajo la lluvia, en la oscura carretera, sintiéndose igual de estúpido de lo que se había sentido siempre. Su maltrecho corazón latía emocionado, conocedor de que probaría otra vez la droga que lo llevaba al cielo y olvidando que después sería roto en pedazos, como sucedió durante todos esos años previos a la relación de Seo con Han. Jeongin sabía que probablemente le dolería verlo de nuevo, pero aún así, como una polilla a la luz, él estaría ahí cada vez que su hyung lo necesitara.

No habían mantenido un contacto muy estrecho desde la boda, el mayor siempre encontraba alguna razón para alejarle y lo cierto es que Jeongin tampoco quería acercarse demasiado. El amor seguía ahí, no se desvanecía tan fácilmente, podía mantenerse intacto en la distancia. Y la verdad era, que los dos sabían qué podría pasar si ese cariño fantasma se materializaba cuando se encontraba cara a cara.

Luego, cuando Jeongin tenía treinta y seis y Changbin treinta y ocho, se enteró a través de su madre que Han Jisung, aquel que fue la pareja perfecta de su hyung, aquella que él no pudo ser jamás, le había pedido el divorcio a Changbin. Pero incluso siendo conocedor de esto, Jeongin siguió permaneciendo apartado de Seo.

Sabía que él estaría dolido por su ruptura, y aunque sus intenciones fueran plenamente inocentes, tal vez Changbin pensaría que se estaba aprovechando de su vulnerabilidad o de que Jisung ya no fuera su esposo para tener su oportunidad. Y Yang Jeongin podía ser muchas cosas, pero no dejaría que pensaran de él de esa manera.

No obstante, eso no impidió que la llamada de Jisung le diera un ataque al corazón, temiendo que Han finalmente hubiera descubierto lo que una vez hubo entre Changbin y él o que hubiera hallado una forma de saber acerca de los sentimientos de Jeongin hacia su ahora ex esposo. Tuvo que respirar hondo varias veces antes de asentir, colgar el teléfono y ponerse en camino, sintiendo que en cualquier momento despertaría y todo sería un sueño, otra mala pasada fruto de su ingenua imaginación.

Estacionó el coche y salió de él tratando de reunir calma. Tenía que controlarse y mantener la compostura, o probablemente se rompería. Y de los dos, Jeongin siempre había sido el más fuerte, de modo que eso no podía suceder, porque, ¿quién los sostendría a ambos si no?

-Jeongin -le llamó una voz, Jisung ya le esperaba de pie frente a la puerta-. Gracias por venir.

Negó con la cabeza, restándole importancia.

-¿Está muy mal?

El psicólogo suspiró.

-Nos vimos en el juzgado ayer, y me dejó preocupado -le explicó-. Creo que no come bien, y tampoco duerme, pero no quiere hablar conmigo, y tampoco me abre la puerta.

Vaya, eso no era muy esperanzador.

-¿Tienes idea de por qué sólo quiere hablar conmigo? -Inquirió- Quiero decir, podría querer ver a sus padres, o a alguno de sus amigos... o si quería verme, por lo menos podría haberme llamado él mismo.

¿Incluso si...? [jeongbin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora