Incluso si... ¿ya eres feliz?

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Cuando tenía veinticuatro años, Changbin se mudó a una residencia universitaria donde, para su sorpresa, vivía Jeongin.

Desde aquel fatídico San Valentín (después del cual, por cierto, Felix le había dejado), habían pasado varios meses hasta que se habían visto de nuevo. Avergonzado y humillado, Changbin se había disculpado con él y Jeongin le había asegurado que era cosa del pasado. Y desde entonces habían vuelto a mantener una relación amistosa con el paso del tiempo, no tan cercana como la de su niñez, pero amistosa, al fin y al cabo.  Casi rozaba lo meramente cordial, pero por lo menos Changbin ya no se sentía tan culpable, y además Jeongin nunca le había vuelto a decir que lo amaba; aunque Changbin guardaba la absurda esperanza de que lo siguiera haciendo.

Siempre que se cruzaban en la residencia, Changbin deseaba que Jeongin lo amara todavía. Se sentía mejor pensando que por lo menos había una persona allí que lo quería, y se sentía mejor consigo mismo si lo pensaba. Pero no porque lo correspondiera..., porque no lo hacía. Por mucho que Jeongin hubiera cambiado y fuera mucho más maduro, atractivo, inteligente, gracioso y encantador... él nunca sentiría nada más allá que cariño fraternal. No obstante, era mucho más feliz con la idea de que Yang siquiera enamorado de él.

Por eso, se sintió como un balde de agua fría cuando vio a Jeongin besarse con otro chico más bajito que él, fornido y musculoso. Y su decepción (¿se le puede llamar así?) se acrecentó cuando se enteró de que aquel chico era su novio. Jeongin, que en toda su adolescencia no se fijó en nadie más que en Changbin, tenía a otra persona que parecía mucho mejor que él (¿tal vez lo era?).

Basándose en la poca información que tenía de aquel sujeto, podía apreciar que tenía una sonrisa perfecta, hoyuelos, era simpático y amigable. Por lo que había observado (desintencionadamente, por supuesto, ¿qué culpa tenía de él de que vivieran en el mismo edificio?), aquel joven le daba su chaqueta a Jeongin cuando hacía frío y le abría la puerta del coche cuando llegaban a la residencia. Changbin no sabía nada más y tampoco iba a meterse más en el tema, pese a la curiosidad que le generó.

¿Cuándo lo habría conocido? ¿Llevaban mucho juntos? ¿Iban en serio? ¿Por qué Jeongin nunca le habló de él? ¿Jeongin lo amaba?

Observando a Jeongin y al otro chico hablando en el otro lado de la cafetería, Changbin creía que iba a enloquecer.

-Oye -dijo llamando la atención de un chico a su lado-, ¿conoces a ese tío?

El desconocido le inspeccionó con sus grandes ojos, haciendo un mohín con sus abultados labios.

-¿A quién? -Preguntó, y Changbin señaló en dirección de los tortolitos-. Ah, sí. ¿Por qué?

-¿Cómo se llama?

-¿Quién lo pregunta?

Seo bufó.

-Es el crush de mi amiga  Yunjin -mintió, y el desconocido lo sopesó.

-Se llama Jeongin, vamos juntos a clase -dijo finalmente.

-El otro -gruñó con impaciencia-. ¿Cómo se llama?

-Joder, eres todo un oso amoroso -se burló-. Ese es su novio, Christopher  -observó la expresión amargada de Changbin-. ¿Te ocurre algo?

-No -contestó secamente-. Seguro que es un imbécil -comentó para sí, pero el extraño lo oyó.

-Wow, ¿de casualidad no te llamas Mr. Simpatía?

Changbin lo miró mal.

-No, ¿de casualidad no te llamas Metomentodo?

Él rio, levantando las manos en alto.

-No me mates, soy inocente -respondió-. Me llamo Jisung.

Seo bufó.

¿Incluso si...? [jeongbin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora