• Diecinueve •

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Actualización 1/3

Escucho los pasos de mi novio por toda la habitación, pero me niego a abrir mis ojos. Me siento horrible, detestable y sobre todo indefensa. Tomó la almohada y la pongo sobre mi rostro. Los hechos de la noche anterior me agobian y quiero llorar.

Mis ojos se cristalizan, pero me niego a llorar nuevamente, debo ser fuerte y olvidar ese amargo momento. Escucho unos pasos acercarse y trato de controlar mi respiración y no noté cómo me siento.

Siento la cama hundirse, seguido de unas caricias en mi brazo que me hacen sobresaltar inmediatamente.

—Mi amor…— escuché el suave murmullo de mi prometido. Me negué a responder.

—Cielo, permíteme verte— habló con voz dulce. La ternura me hace sentir más sensible. Las lágrimas caen sin poder evitarlo y pronto mis sollozos se hicieron audibles.

—Cariño— murmura quitando la almohada de mi rostro. Parpadeo un par de veces acostumbrándome a la luz, su rostro preocupado me rompe el corazón, si tan solo no fuera tan débil y sentimental, nada de esto estaría sucediendo.

—Aleksander— murmuré, mi voz es apenas audible.

—Estoy aquí, mi amor. Aquí estoy— murmuró, me siento en la cama y me apego a él para abrazarlo. Él me envuelve con sus brazos e intenta tranquilizarme con leves caricias.

No sé cuánto tiempo ha pasado, mis lágrimas han parado, solo sollozo leve mientras veo a la nada.

—¿Acaso soy mala?— murmuré —porque siempre tiene que ser así conmigo. Toda mi vida he tratado de hacer las cosas como me lo han dictado y así lo he hecho sin quejarme.

—No eres mala, mi amor. Eres un ser precioso y maravillos.

—Entonces, ¿Porque es tan mala conmigo? Desde que tengo memoria siempre me ha despreciado

—Hay personas que no saben apreciar lo bueno. Y tú eres algo bueno, mi amor.

Solloce una vez más.

—Solo me gustaría saber el porque— murmuré apenas audible.

Todo volvió a ser silencioso. Solo se escuchaba mi respiración irregular, y mis pensamientos que maquinaban a más no poder.

A medida que los minutos pasaban, mis párpados se hacían cada vez más pesados, pronto sumiendome en un profundo sueño.

Escucho gritos, lo cual hace que me despierte con un genio de los mil demonios. Me pongo de pie y me dirijo al baño para hacer mis necesidades y luego cepillar mis dientes y lavar mi rostro, peino mi cabello.

El mundo puede estar acabandoce, pero ante todo debo verme bien.

Salgo de la habitación rumbo a la sala donde provienen los gritos. Bajo las escaleras y al final de está veo a Milán, discutiendo con Eliana. Lo que me sorprende es que solo estén ellos, ni Aleksander, ni Kaemon, se encuentran a la vista

—Voy a ver a mi hermana, déjame pasar— le grita Milán

—Esta dormida, joder. Déjala en paz, necesita estar sola y asimilar la mierda de abuela que tiene— le responde con el mismo tono de voz

—Eliana, si no te haces a un lado, te juro qué

—¿Me juras, qué?, ¿Me golpearas?, ¿Me amenazaras?, ¿Que harás, Milan?, ¡Sorprendeme!

¿Golpear?, ¿Amenazar?, ¿De que carajos habla?

—Eliana…

—Eliana, nada. Vete, Milán.

CataniaWhere stories live. Discover now