• Trece •

1.4K 88 0
                                    

Los días habían pasado. Eliana ya se encontraba de vuelta en casa, pronto volvió a su trabajo el cual renunció días después. Kaemon ha tratado de hablar con ella de muchas maneras, pero siempre logra evitarlo.

Me encuentro empacando mi maleta, todos los días poco a poco voy guardando lo necesario para no dejar todo a última hora.

El ringtone de mi teléfono llama mi atención, veo de quién se trata, es una videollamada entrante de Aleksander. Desde hace tres días no lo veo, ya que está de viaje en Alemania, adelantando trabajo para que no tenga problema al irnos a Colombia.

Me miró rápidamente al espejo, peino mi cabello con mis dedos para que no se vea despeinado, tomo mi teléfono cuando me siento en la cama de piernas cruzadas como indio, alzó mi mano con el teléfono al tiempo que contesto la vídeo llamada.

Mi novio es lo primero que veo. Su cabello está húmedo y una toalla cuelga de su cuello. Muerdo mi labio inferior. Sí que es sexy.

Y tan mío.

-Hola, mi diosa- saludo él sonriente

-Hola, novio- saludé de vuelta con la misma emoción.

-¿Qué haces?- pregunta mientras empezaba a caminar a quién sabe dónde

-Empacando mi maleta

-¿Tan pronto?, Aún falta algunos días antes de irnos

-Lo sé, cariño. Solo que no quiero olvidar nada, por eso estoy empacando poco a poco.

-Precavida, como siempre- murmuró. Pronto noté que se sentó en la cama apoyando su espalda en la cabecera

-¿Te estabas duchando?- pregunté

-Así es, decidí darme una ducha antes de llamarte, así tendría el resto de la noche para hablar contigo

-¿Cuándo volverás?, Te extraño demasiado- murmuré

-Más pronto de lo que crees, mi Diosa. Así no tendremos interrupciones en nuestro viaje- prometió

-Gracias.

-¿Por qué?- pregunto sin comprender

-Por todo. Por estar a mi lado, por quererme y...

-Cielo, no tienes nada que agradecerme.

-Pero me es inevitable no hacerlo. Te quiero, Aleksander.

Él me sonrió alegremente

-También te quiero, mí Diosa. Más de lo que tú podrías imaginarte.

Pasamos unas horas más hablando antes de irse a dormir, la hora en Alemania era distinta a la de los ángeles así que allá ya era demasiado tarde. No me habría dado cuenta hasta que él bostezo.

Aleksander es especial...

Me cuida, me mima y me quiere. Todo con él es tan diferente. Las cosas fluyen solas. Sin presiones, ni obligaciones.

Todo parece ser... perfecto.

Sin darme cuenta mis ojos se cristalizaron y ya me encontraba llorando.

¿En serio Aleksander es real? No quiero despertar un día y que él ya no esté conmigo. No podía resistirlo.

-Cata, ¿Quieres Sand...- habló mi mejor amiga, pero al verme se calla inmediatamente- ¿Qué ocurre, nena?, ¿Por qué estás llorando?- pregunta preocupada al acercarse a mí

-Es Aleksander...- contesté como pude

-¿Te hizo algo?, ¿Terminaron?- preguntó, no respondí -Cata, dime algo- pidió.

CataniaWhere stories live. Discover now