• Cuarenta y cinco •

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Un nuevo día llegó y con ello algunas personas que enfrentar. Luego de alistarme y comer algo, subo al auto donde Yoshida conduce mientras yo me ocupo de los documentos que tengo en manos.

Me descuidé mucho y dejé que personas incompetentes hicieran el trabajo que me correspondía. Me aseguraré de no cometer el mismo error y en un futuro dejar la empresa en buenas manos.

Cuando el auto se estacionó frente a la cafetería, dejó los documentos a un lado y salgo del auto. Entro a la cafetería encontrándome con Milán en una mesa del fondo, donde solíamos sentarnos antes…

Me acerco a él llamando su atención, y se pone de pie ofreciendome el lugar frente a él. Al sentarnos un mesero se acerca y pide nuestra orden. Cuando se ha marchado y hemos quedado solos nos quedamos en silencio por unos segundos

—Gracias por permitirme verte. Te extrañé— murmuró triste

—¿Por qué?— pregunté, no fue necesario que le explicará a que se debía mi pregunta, él lo sabía a la perfección

El comenzó a relatarme sobre una enfermedad que tenía sobre el cambio de humor y la irá compulsiva, al principio no le entendía pero a medida que me explicaba fui comprendiendo su estado, aún más al mostrarme su informe médico. También me ha comentado el porqué de su desaparición en estas últimas semanas, ha estado en tratamiento para superar este obstáculo y así continuar con su vida.

—¿Y Eliana?— me atreví a preguntar

—El tratamiento me ha ayudado a aceptar que es feliz al lado de ese gringo. Estoy tranquilo de que estará al lado de alguien que la protegerá siempre de cualquier cosa. Incluyéndome.

Sonreí.

—Me alegra mucho que estés avanzando y dejando ese capítulo atrás. Espero de todo corazón que puedas ser un mejor hombre en el futuro, porque tengo planes para ti, Milán. Y si tú aceptas me harías muy feliz.

—Haria cualquier cosa por ti, Cata. Solo dime.

Asentí leve, bebí un poco de mi frappé antes de decir:

—Quiero que estés al frente de la empresa Mebarak— solté

Veo como sus ojos se abren con sorpresa. En un principio tuve mis dudas, después me dí cuenta que no habrá nadie mejor que él para manejar la empresa de la familia.

—Para mi sería todo un honor.


(...)


Cuando el auto se estacionó frente al hospital regional, no dudé en bajar e ir a visitar a mi abuelo. Solo pude compartir breves palabras cuando llegué hace cuatro días, pero ahora todo va con más calma y ansío hablar con él

Al entrar a la habitación, la sonrisa que me brinda mi abuelo hace que olvide por un momento todo lo que está sucediendo, saber que se encuentra bien me trae paz, sabiendo que lo tendré mucho más tiempo a mi lado.

—Pedro me ha comentado todo lo que ha sucedido en la empresa, no podría estar más orgulloso de ti por tomar las riendas de lo que siempre te ha pertenecido.

—Abuelo, sabes que no soy una Mebarak de sangre— le dije

—Te he tenido en mis brazos desde que naciste, mi amor. Eres una Mebarak y siempre lo serás

Sonrió melancólica y me permito darle un abrazo, de verdad me hacía falta estar un tiempo a su lado.

—¿Ya encontraste el paradero de Ana?— me pregunta luego de un rato

—Se ha escondido bien, los agentes policiales están muy atentos para capturarla pronto.

Él da un leve suspiró y negó totalmente decepcionado de las tonterías que cometió su esposa solo por avaricia.

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