H.R || Los gemelos Weasley, Fred y George eran conocidos por su carácter bromista; aunque, de algo estaban seguros y era no poder encontrar un verdadero amor.
Nadie querría estar con dos alfas a la vez.
O era así hasta que se fijaron en el conocido...
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—Apúrate, Fred, él pronto saldrá de su clase con el profesor Snape, y Ginny lo traerá—dijo George acomodando las almohadas encima de la manta que tenían en su habitación.
¿Qué estaban haciendo? Fácil, un nido para Reiki.
—Faltan las flores—se quejó Fred algo alterado; después se calmó e hizo aparecer varias flores de loto que colocó encima de la tela.
Los gemelos Weasley estaban alterados porque empezarían el cortejo de agua hacía para con Reiki.
Este cortejo era muy elaborado, pero muy hermoso. El alfa le da regalos al omega explicándole la razón por la que le daba los presentes.
Algo semi complejo pero lleno de amor.
Se habían enterado gracias a Harry, que ese cortejo era muy usado en Japón, el lugar de nacimiento del medio kitsune, y les pareció un buen detalle empezar el cortejo con algo que el Yamamoto sintiera familiar.
Percibieron las feromonas de Ginny, y se apresuraron ocultando algunas cosas y dejando todo ordenado de forma veloz, justo a tiempo cuando la puerta se abrió.
El pequeño cuerpo de Reiki se asomó en la puerta siendo empujado por Ginny que al dejar al omega dentro de la habitación de sus hermanos, cerró la puerta.
—¿Q-Qué hago en la sala común de Gryffindor? Si el profesor Dorien se entera nos regañara—dijo Reiki de forma baja tratando de abrir la puerta. Está no se abrió. Miró a los gemelos que lucían nerviosos—. ¿Qué pasa?
Fred y George se acercaron para tomar al omega por los brazos y guiarlo hacía el nido que estaba entre las dos camas. Reiki no lo comprendía aún, hasta que notó lo que era y se sonrojó.
—¿E-Es el cortejo de agua?—preguntó bajito y los gemelos asintieron. Reiki sintió sus ojos humedecerse ante la acción.
Había visto muchas veces el cortejo de agua en Osaka, su lugar de nacimiento, viendo cómo varios alfas hacían esa acción con bellísimas omegas, pero él jamás creyó que pasaría por eso.
Muchos alfas que lo conocían, siempre decían que era un mal omega, e incluso que ni debería pertenecer a esa casta.
—¿Nos permites?—dijo Fred mientras él y George extendían su mano hacía Reiki, que asintió moviendo sus orejitas y aplastándolas contra su cabeza ante la felicidad.
El efecto del acónito había pasado, y la forma semi kitsune desaparecido, menos las orejas que llamaban la atención de cierta forma.
Los gemelos lo guiaron hacia el nido, lugar en el que ReiKi tomó asiento sobre sus rodillas, y colocó sus manos sobre sus muslos.
Una corona de flores debería adornar sus cabellos, pero sabían que molestaría las orejitas del japonés, así que solamente la colocaron en el regazo del joven.
