Sombra 16

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*Dic. 31 / Mediodía / Mi casa*


Una criatura gigante, deforme y borrosa reía y atacaba otra masa más pequeña. La vista solo me alcanzó para distinguir a ese monstruo lanzar unos aguijones que se clavaron en esa masa provocando que se quejara. Se acurrucó como un feto y cayó al suelo. Noté que mi respiración se detenía, no conseguía que llegara a mis pulmones ni pizca de aire y se me apoderó una angustia que me obligó a levantarme rápidamente de donde estuviera. Rarísimo todo.



Estaba tumbada sobre unas mantas. Las mismas que solía utilizar para dormir. Las mismas ventanas, la misma encimera y misma radio vieja. Nada de criaturas ni tentáculos ni nada. Sólo era un sueño. Uno que se repetía y que no entendía. Llevaba soñando cosas raras desde esa reunión. Serían efectos secundarios, pero eran muy fuertes.



No salí de casa desde entonces, me faltaba energía. Creo que era lo único que me faltaba, es decir, la mayoría de jerarcas tuvieron una serie de... detalles conmigo. Me explico: recibí unas almohadas comodísimas y poco baratas, y una botella de vino. Cerca de la entrada, permanecía firme y vigilante una muñeca antigua. ¿Asustaría a los intrusos? No sé, a mí sí. Me miraba en TODO momento, hiciera lo que hiciera. SIEMPRE. En la cocina tenía la maceta con el tubérculo Mihai. ¿Pero, por qué en la cocina? Y en la ventana más cercana a mi <<cama>> siempre oía un cuervo picotear los cristales, que inspeccionaba el interior de la casa y, si alguien pasaba por ahí, se ponía hecho una furia.



Quizá el pobre animal quiso irse un momento a descansar y comer algo. La ventana se quedó sin vigilante y alguien la golpeó desde fuera. Era una silueta agitada moviéndose de un lado para otro con un papel en las manos. Abrí para ver a Grigori tan estresado como siempre. Se asustó al verme, como si no fuera de esperar que la abriera después de tanta insistencia.



"¡Deprisa! ¡Coge esto!" Sacudía ese papel y miraba a su alrededor. "No quiero que las Señoritas Dimitrescu vuelvan a llevarme de paseo a las mazmorras."


Reí creyendo que estaba de broma. "Gracias. ¿Cuánto te debo?"



"¡Nada, nada!" Al segundo <<nada>> ya estaba a varios metros de mi casa.



Abrí un sobre dorado y pensé que había ganado el billete de Willy Wonka. Era muy elegante, solo le faltaba el esmoquin.




*Querida familia, mis amadas hijas y yo te abrimos las puertas de nuestro castillo como un gesto de amor para compartir con una de las personas más importantes de nuestras vidas esta última noche del año. Nos haría eternamente dichosas que nos acompañaras en este banquete en el que te deleitaremos con espectáculos y actividades varias para que puedas disfrutar y reír hasta las mil. Esperamos que  nos regales tu tan estimada presencia. Alcina*



A pesar de sonar a invitación estándar, la misma para todos, me hizo llorar; como en el SPM, cuando se te antojan unas tortitas pero no queda harina ni huevos. Con el mismo dramatismo, así lloré.








*Dic. 31 / Tarde / Castillo Dimitrescu*





Unas horas más tarde, invitación en mano, salí como la cenicienta. Esperando que una carroza me llevara, pero no, debía caminar esquivando niños, caballos y gallinas.



Al acercarme al muro con antorchas, me saludaron Iulian y Elena. Ella se acercó al muro con dudas y él cargaba con unos boniatos. Tras un intercambio de sonrisas raras entre los tres:



INVIERNO DE SOMBRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora