dieciséis - Cambio de planes

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El día de la cita había llegado y Minho no había podido dormir la noche anterior, bueno, lo hizo pero en pautas así que no cuenta en teoría; Arregló su casa y ni siquiera lo hace frecuentemente, sólo pasa la aspiradora, trapea y listo, pero ahora volteo el departamento de cabeza para limpiar hasta la más mínima esquina.

En toda la mañana que estuvo haciendo el aseo no pudo pensar más que en la cena que tendría en la noche, que debía decir, cómo debía vestir, nunca había estado en un restaurante tan lujoso entonces ¿que podría pedir? ¿con qué cubiertos? Preguntas y más preguntas que lo hacían sobre pensar las cosas que aún ni pasaban. Un toquido a su puerta lo hizo dejar lo que estaba haciendo de forma rápida y corrió para abrir.

—Hola hola! —su amigo bin había llegado con el menor.

—Te dije que estaría ocupado idiota, mira en qué fachas lo encontramos.

Fueron directo al sofá que justo había limpiado dejando la bolsa que llevaban consigo en la pequeña mesa de centro.

—¿Habrá alguna fiesta aquí? —miró el lugar— Está todo impecable.

—No podemos hacer fiestas aquí tonto, pero de igual manera lo hice porque me entró la desesperación.

—¿Desesperado porqué? —uno de los pelinegros lo miró confundido.

—Okey, les voy a contar pero no quiero que me digan nada malo ya? —suspiró— Me besé con Han...Y bueno, creo que me gusta, no lo sé, pero me agrada estar con él, entonces por eso decidimos tener una cita en un restaurante pero no sé nada de restaurantes con cinco estrellas michellin —se rió un poco bajando la tensión.

—Mierda...Bin —lo miró— Creo que perdí.

—¡Y yo gané! —aplaudió victorioso— Y por si te estás preguntando, si, nosotros planeamos en quién se enamoraría primero y que no tardarías mucho en besarte al riquillo ese.

—Esperen un segundo —soltó la escoba cayendo al piso en seco— ¿Ustedes aparte de la apuesta del trabajo apostaron por mí? —se quitó el delantal que llevaba puesto— Llamen al cielo y digan que les aparten un lugar porque allá los voy a mandar.

—¡¡No no no espera!! —los dos gritaron.

El castaño los miró asustados y luego soltó una risa viendo la escena tan graciosa para sus ojos, se cubrió la cara riendo mientras los pelinegros se miraban entre si desconcertados totalmente sin entender si ya estaban en el infierno o que eran esas risas espeluznantes, pero no, al parecer todo era una broma de su parte.

—No pero en serio —dejó de reírse limpiándose las lagrimas de sus ojos— Les voy a dar una paliza que van a tener que ir al hospital por ello.

—¿Quién aparte de nosotros lo sabe? —el menor se levantó yendo a la cocina.

—Sólo ustedes.

Sus amigos estaban preparando el desayuno para poder platicar mejor y se detuvieron al escuchar aquello.

—¿Felix no lo sabe? —el musculoso ladeó su cabeza confundido— Pero no son mejores amigos ustedes?

—Si, pero aún no les cuento toda la historia...

Los dos se miraron nuevamente entre si notando que al parecer lo que iba a contar si era serio, entonces dejaron que siguiera con lo suyo mientras ellos preparaban la comida.
Tan pronto como terminaron los tres se sentaron a comer mientras que Lee les contaba todo lo que había pasado hasta el momento para tenerlos al tanto de cada detalle y por sus expresiones estaban confirmando una teoría que ya venían arrastrando desde hace tiempo y ese era el momento justo para sacarla a relucir.

METANOIA // Minsung Where stories live. Discover now