24

196 21 3
                                    

Momentos antes de que Vegeta supiera las intenciones de Bulma, esta se encontraba en su casa desconsolada.
Con el dolor a flor de piel, sentía que su pecho quemaba, le faltaba el aire y estaba a punto de tener un ataque de pánico, buscó entre sus cosas y encontró los antidepresivos que un psiquiatra del que no recordaba ni su nombre, le habia prescrito meses atrás. Intentó calmar su respiración pero el dolor de su corazón no cedía, por lo que decidió abandonar este mundo para dejar de sufrir de una vez por todas. Escribió una carta para sus amigos, se vistió con un vestido negro de gala y salió de la casa. Planeaba llamar a la puerta de Vegeta para despedirse, dió unos pasos, pero se arrepintió y salió corriendo. Su mente no quería aceptar que aún amaba a Yamcha. Caminó hasta el pueblo, entró en la tienda de abarrotes y compró 2 botellas de vino, siguió su camino bebiendolas poco a poco mientras bordeaba la orilla del mar.

—Te di los mejores años de mi vida... y aun así no fue suficiente...—entre lágrimas y sollozos su desconsuelo la abrumaba. —Te pedí que tuviéramos una familia... te supliqué... y tu dijiste que no estabas listo... que jamás podrías convertirte en padre... —el vino de una de sus botellas se terminó y la lanzó al agua. —No importa lo que yo haga,  nunca fui suficiente para ti... sin importar adonde me vaya me perseguirás. Es tiempo de que te olvide en el infierno.—

Caminó zigzagueante por la orilla, hasta llegar al faro que alumbraba en la dársena. Subió a lo más alto y decidió hacerlo desde ahí. Lanzó la última botella que le quedaba hacia las piedras de la orilla y se estrelló en mil pedazos.

—La única forma en la que dejará de dolerme tu rechazo será si ya no existo. —subió sobre el barandal de resguardo, observó la luna y se dejó caer. Vegeta la alcanzó a último momento, la abrazó y se lanzó junto a ella.

Cuando volvió en sí, se hallaba algo herida pero estaba con vida. Tenía varios raspones y golpes pero nada de gravedad, en la oscuridad no podía distinguir si lo que pasó fue real o producto de mezclar alcohol y pastillas. Comenzó a buscar a tientas y se encontró con un cuerpo masculino al lado de ella. El faro los iluminó y fue en ese instante donde comprendió todo: Vegeta se había lanzado junto a ella para evitar que muriera, amortiguando la caída con su propio cuerpo. De la cabeza de él, brotaba sangre. Lo llamó varias veces pero él solo se quejaba y decía cosas sin sentido para ella.

—¡Vegeta! ¡Vegeta despierta!

—Dejame así. Le dije a ese juez que moriría bajo mis términos y he cumplido.

—Vegeta no digas tonterías. Vas a estar bien.

—Mujer vulgar y loca... espero que aprecies mi sacrificio... valora tu vida ... deja de sufrir por Yamcha.

—¡Basta Vegeta! Deja de decir eso. ¡No tenías que arriesgarte... deja de demostrarme que eres mejor que yo...!

—Jamás dejaría que te pase nada malo... no me lo perdonaría...

Bulma comenzó a llorar y gritó para que alguien los socorriera. Un bote que pescaba de noche se acercó hasta ellos.

—¡Vegeta! ¡Vegeta! Sigue hablándome. Por favor no me hagas esto.

Vegeta dejó de hablar y Bulma se desesperó. —¡Maldito cretino! Más te vale que no te mueras. Despierta imbecil.

—Señorita no lo mueva va a hacerle mas daño.

—Ya no me responde. Necesito que me responda. Que me grite o insulte.

—¿Señorita esta usted herida? — el hombre del bote se mostraba preocupado por el estado de los heridos.

—Estoy bien. Solo algo ebria. Por favor ayude a mi amigo

—Ya llamé al guardacostas pronto los llevarán al hospital. No desespere.

Cien Días Con Él                                        VegebulNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ